Yakarta (Agencia Fides) - “En primer lugar, creo que la situación humanitaria en Myanmar en estos días es muy preocupante: los militares están matando a un número cada vez mayor de manifestantes civiles. Esta violencia debe cesar de inmediato”. Así lo comenta a la Agencia Fides el padre jesuita Baskara T. Wardaya SJ, profesor de historia en la Universidad Sanata Dharma de Yogyakarta, hablando de los recientes acontecimientos en Myanmar y el intento de la Asean, (la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, de la que Indonesia es el país más importante), para proponerse como mediador. “No podemos anteponer el poder político a las vidas humanas. Todos somos seres humanos y debemos respetarnos. En segundo lugar, es necesario plantearse algunas preguntas sobre la situación en Myanmar. Una de estas preguntas es si, al tomar el poder, la junta estaba motivada solo internamente por sí misma o si hay fuerzas externas que la han alentado a cumplir sus propios propósitos. Como tercer punto, debemos apreciar las iniciativas de la ASEAN para intervenir en la situación, ya que Myanmar es un miembro suyo. De hecho, la cumbre de la Asean del 2 de marzo fue un buen paso. Pero debe ir seguido de una cumbre más amplia. Al mismo tiempo, quizás una ‘mini-cumbre’ de Indonesia, Malasia y Singapur sería más efectiva, antes de que se celebre una más grande. Aparte de todo esto, creo que el paso más importante, por ahora, es evitar que la junta militar de Myanmar mate a sus conciudadanos”.
La cumbre que finalizó el 3 de marzo entre los diez cancilleres de los países de la ASEAN no parece haber detenido por ahora la violencia y la represión. Las noticias e imágenes de Myanmar muestran acciones atroces y hablan de víctimas cuyo número es difícil de calcular -también porque muchos heridos se niegan a ir al hospital para evitar arrestos cada vez más masivos- pero que, según la ONU, solo ayer fueron al menos 38. La policía y el ejército no perdonan ni a los sacerdotes: cuatro pastores bautistas en Kachin se encuentran entre las 10 personas arrestadas el 2 de marzo en una iglesia en Lashio después de que la policía ingresara al edificio de la iglesia para capturar a los manifestantes que huían.
El informe diario de la ONG “Asociación de Asistencia a Presos Políticos” (Aapp) escribe que al 3 de marzo “un total de 1.498 personas fueron detenidas, imputadas o condenadas en relación con el golpe militar del 1 de febrero. De ellos, 4 fueron condenados: 2 de ellos a dos años de prisión, uno a tres meses y otro a siete días, mientras que 61 están imputados con una orden judicial, pero evitando el arresto y 306 han sido arrestados y liberados. Un total de 1.192 siguen detenidos o tienen cargos pendientes o están en busca y captura (incluidos 4 condenados). Hasta el momento, más de 50 personas han sido asesinadas debido a la represión violenta y arbitraria”.
En cuanto a la Asean, el comunicado oficial emitido el 2 de marzo, ha adoptado una postura suave de “invitación al diálogo”, pero acompañada de varias declaraciones contundentes de algunos ministros: el ministro indonesio Retno Marsudi, recordando los valores de la carta fundacional de Asean, centrada en el aspecto humanitario, cita también la necesaria “ayuda a los presos políticos” y el retorno de la democracia. Vivian Balakrishnan, canciller de Singapur, ha pedido el fin de la violencia y el inicio de un diálogo para un compromiso negociado, “esencial para encontrar una solución política pacífica a largo plazo que incluya el regreso a la vía democrática”. Singapur, ha agregado el ministro, “insta enérgicamente a la liberación inmediata del presidente Win Myint, Aung San Suu Kyi y otros detenidos políticos” y también “apoya firmemente la visita del enviado especial de la ONU a Myanmar”.
El secretario de Estado filipino, Teodoro Locsin, después de que Manila hubiera relegado inicialmente el expediente birmano a los “asuntos internos de otro país”, en vísperas de la cumbre afirmo que la política de no injerencia “no es una aprobación global ni un consentimiento tácito para cometer malos actos”. Y pidió la liberación inmediata de Aung San Suu Kyi y un “retorno completo al estado de cosas preexistentes” antes del golpe. Los demás países de la ASEAN han firmado el memorando conjunto que llama al diálogo, reitera la petición de la liberación de prisioneros y apoya las iniciativas de la ONU.
(MG-PA) (Agencia Fides 4/3/2021)