Lilongwe (Agencia Fides) - “Es difícil llevar la cuenta. Sucede en todos los pueblos con más y más frecuencia. Los funerales con largas vigilias durante la noche y las procesiones diarias tristes, son los signos más evidentes de que lentamente, Malawi es un país que se muere”, afirma el padre Piergiorgio Gamba, misionero Monfortino, que ha enviado a la Agencia Fides un testimonio dramático de la situación del país, afectado por la sequía que ha agravado las malas condiciones económicas causadas en gran parte por el mal gobierno.
“Los primeros que mueren son las personas de edad avanzada. Abuelos y abuelas que sobreviven con dificultad en los años normales, pero que no pueden ganar contra las enfermedades endémicas como la malaria con las que habían aprendido a convivir.
La falta de alimentos es la principal causa de estos funerales que se producen con una cadencia constante.
Son los ancianos los que no son capaces de conseguir un plato de polenta o alguna verdura que en el pasado alguien les llevaba.
Sin embargo, la falta de comida no es la única causa de la decadencia de los ancianos. Los hospitales no tienen mucho que ofrecer y además de estar terriblemente hacinados se carece incluso de los niveles mínimos de asistencia.
Las Universidades de Malawi están viviendo uno de los períodos más difíciles de su historia. El aumento de las tasas escolares que ya en el pasado pocos se podían permitir, ahora han llegado a su precio máximo histórico con precios de más de mil euros al año para una población que está por debajo de un dólar al día. La escuela secundaria es sólo para los ricos. Más del 50% de los estudiantes universitarios ya no frecuentan la universidad. Mientras que el número de estudiantes en las escuelas primarias y secundarias está en auge, a pesar de que aún no existe la educación obligatoria, pero la falta de libros de texto, que ha alcanzado niveles impresionantes, es una de las principales causas del absentismo y del abandono por parte de los estudiantes.
La falta de electricidad se ha convertido en un hecho con el cual lidiar. Los países al sur del Sahara consumen 181 kWh por persona por año, en comparación de los 6.500 Kwh de Europa. Pero incluso este mínimo no está garantizado. El lago Malawi no tiene suficiente agua para la producción de 360 MW, que es el total de la corriente que Malawi puede producir y al menos durante los próximos 6 meses, no habrá electricidad durante 12 horas al día.
Pero en medio de todo esto, el gran mal que afecta a Malawi sigue siendo la corrupción. Los últimos cambios impuestos por el gobierno, por el jefe del ejército, a los líderes locales, como por la misma policía que es cada vez más violenta, parecen haberse puesto en marcha en preparación para las elecciones de 2019 y no por el bien común. A menudo, la llamada del propio Presidente dirigida a los líderes religiosos hace hincapié en la degradación moral “¿Porque nos hemos convertido en un pueblo corrupto? ¿porque los albinos son asesinados? ¿Por qué nos odiamos y envidiamos los unos a los otros?” Si bien estas preguntas son apropiadas, lo que lleva al país a convertirse en un 'estado fallido', un país sin presente ni futuro es la falta de liderazgo por parte del estado. Por eso lo que hay que recordar es la necesidad de responsabilizar a la gente que por sí sola puede ser el factor decisivo para el cambio positivo”. (L.M.) (Agencia Fides 23/8/2016)