ASIA/FILIPINAS - Después de la masacre de Maguindanao, “urge construir una cultura de la paz”

martes, 5 enero 2010

Zamboanga city (Agencia Fides) – La masacre de Maguindano ha resaltado con extrema claridad que en la isla de Mindanao la prioridad es “construir una cultura de la paz, en oposición a la cultura de la violencia”: es cuanto afirma en una nota enviada a la Agencia Fides p. Sebastián D’Ambra, misionero del Instituto Pontificio Misiones Extranjeras (PIME) en el sur de las Filipinas, creador del movimiento por el diálogo “Silsilah” en la ciudad de Zamboanga City, en la isla de Mindanao.
Poco después de un mes de la masacre de Maguindanao, en la cual han perdido la vida 57 personas, p. D’Ambra afirma: “El 23 de noviembre de 2009 se recordará como un día oscuro de la historia de Mindanao. Para cuántos, como nosotros de Silsilah, están comprometidos en promover paz, diálogo, reconciliación, emerge fuertemente la pregunta: ¿por qué parece prevalecer el odio sobre el amor? Y ¿cómo ha sido posible alcanzar este nivel de atrocidad?”.
El misionero ofrece estas respuestas: “El hecho es que hay líderes que son responsables de construir la cultura de la violencia, para salvaguardar sus propios intereses. Es la sed de poder y riqueza que empuja a los hombres hasta este punto. Los responsables de la masacre tendrán que dar cuenta del mal que han hecho delante de los hombres y delante de Dios”.
Justo en este contexto, señala p. D’Ambra, “urge aún más comprometerse intensamente para construir una cultura de paz y reconciliación. Lanzamos un llamamiento a todos aquellos que trabajan en el ámbito del diálogo: no hay que desanimarse, sino que hace falta seguir adelante con nuestra misión, que hoy resulta ser aun más importante. Animamos sobre todo a los jóvenes a poner a Dios en el centro de sus vidas y a obrar por el bien común de nuestra tierra. Decimos a los jóvenes: no os dejéis llevar por el deseo de venganza y no os dejéis arrastrar por la espiral de violencia: la paz es posible y se construye con el amor”.
El misionero concluye: “No es tarde: pero hace falta iniciar con nuestro compromiso personal para construir puentes de diálogo y paz. En el pasado Mindanao era definida “tierra prometida”. Estos acontecimientos han ensuciado este apelativo, pero rezamos y esperamos que esta definición pueda realizarse realmente, en un nueva era de diálogo y de paz”. (PA) (Agencia Fides 5/01/2009)


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