Kinshasa (Agencia Fides) - La residencia de las Hermanas de la Congregación de Santo Domingo, situada en el barrio de SECOMAF, en el municipio de Kimbanseke, en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, ha sido asaltada en la noche del 18 al 19 de marzo por individuos armados con machetes y armas blancas, identificados como miembros de las bandas «Kuluna».
Los asaltantes irrumpieron en la casa tras romper una pared, amenazaron a las religiosas y se apoderaron de dinero, teléfonos, ordenadores y otros objetos de valor.
«Deseamos expresar la indignación del cardenal Fridolin Ambongo, arzobispo metropolitano de Kinshasa, tras el ataque contra la comunidad de religiosas de la Congregación de Santo Domingo, situada en el municipio de Kimbanseke, distrito de SECOMAF», señala un comunicado firmado por el padre Clet-Clay Manvemba, secretario canciller de la archidiócesis de Kinshasa. «El cardenal expresa su cercanía a las religiosas víctimas de esta barbarie y las anima a resistir, dejándose guiar por la luz de la esperanza. Aprovecha la ocasión para hacer un llamamiento a las distintas congregaciones para que redoblen su vigilancia, sin ceder al pánico ni al miedo».
Se ha presentado una denuncia ante la policía contra desconocidos, mientras que el vicario judicial de la archidiócesis se ha desplazado al lugar de la agresión.
Este asalto vuelve a poner de manifiesto el aumento de la inseguridad en la capital congoleña, donde las bandas de delincuentes atacan tanto a civiles como a instituciones religiosas.
El término Kuluna proviene del verbo kolona en lingala, que significa “plantar” o “cultivar”. Inicialmente, en la década de 1990, se utilizó para referirse a los jóvenes urbanos del suroeste de la RDC que cruzaban ilegalmente a Angola en busca de diamantes. Desde el año 2000, el término se ha convertido en una denominación genérica para referirse a los delincuentes.
Las bandas Kuluna, originarias de la periferia de Kinshasa, donde la policía rara vez interviene, han ido extendiéndose progresivamente hacia los barrios centrales y los campamentos militares y policiales, reclutando incluso a hijos de oficiales. Desde la capital, el fenómeno se ha propagado a otras ciudades del país.
Para combatir estas bandas criminales, el gobierno de la RDC ha puesto en marcha amplias operaciones de redada, capturando a cientos de presuntos delincuentes, muchos de los cuales han sido condenados a muerte tras la reintroducción de la pena capital en Kinshasa.
(L.M.) (Agencia Fides 21/3/2025)