ASIA/COREA DEL SUR - Jóvenes, sed libres: la ‘hoja de ruta’ del Papa Francisco hacia la JMJ de Seúl

lunes, 25 noviembre 2024 jóvenes   jornada mundial de la juventud   papa francisco   iglesias locales  

Por Pascale Rizk

Roma (Agencia Fides) – “Mantengamos los ojos fijos en Jesús, en su Cruz, y en María, nuestra Madre. De esa manera, aun en las dificultades, encontraremos la fuerza de seguir adelante, sin temer las acusaciones, sin necesidad de consensos, con la propia dignidad, con la propia seguridad de ser salvados y acompañados por la Madre, María, sin concesiones, sin maquillaje espiritual”.

Con estas palabras, el Papa Francisco se ha dirigido a los jóvenes portugueses y coreanos al concluir la Misa en la Solemnidad de Cristo Rey, celebrada en la Basílica de San Pedro. El Pontífice ha presidido el tradicional acto de entrega de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud y la copia del Icono de María Salus Populi Romani, marcando el paso simbólico entre las delegaciones de los dos países, de cara a la próxima JMJ que se celebrará en Seúl.

La homilía del Papa Francisco ha incluido varias sugerencias para los jóvenes coreanos, quienes estarán directamente implicados en la preparación de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, programada para celebrarse en Seúl en 2027.

Una representación de 56 jóvenes coreanos procedentes de todas las diócesis de Corea, acompañados por obispos, sacerdotes y responsables de comunidades, llegaron a Italia la tarde del miércoles 20 de noviembre para compartir una semana marcada por diversos encuentros y ocasiones de comunión, que comenzó en Asís con un retiro espiritual y una misa celebrada en la Basílica de San Francisco. En la ciudad umbra, los jóvenes coreanos rezaron también ante la tumba del joven beato Carlo Acutis, conservada en el Santuario de Asís. En esa ocasión, los jóvenes coreanos regalaron a la madre de Acutis -que será proclamado santo el 27 de abril de 2025- una reproducción de la tradicional estatua coreana de Nuestra Señora.

De regreso a Roma, los jóvenes coreanos, junto con los llegados de Lisboa, se han reunido en la Basílica de Santa María la Mayor para rezar el Santo Rosario ante María Salus Populi Romani, icono particularmente querido por los romanos y al que el Papa Francisco visita con frecuencia para encomendar sus viajes apostólicos a la protección de María. En la solemnidad de Cristo Rey, con ocasión de la misa con el Papa, a los jóvenes coreanos se han sumado a otros 53 chicos y chicas coreanos residentes en Italia.

Después de la edición de Manila en 1995, la Jornada Mundial de la Juventud regresa a Asia 32 años después. Esta vez tendrá lugar en un país donde los católicos constituyen el 11,3 % de la población, según las estadísticas más recientes de la Conferencia Episcopal.

Muchos ven en la JMJ de Seúl una oportunidad para revitalizar la pastoral dirigida a las generaciones más jóvenes, cuyas vidas están marcadas por criterios sociales que priorizan la apariencia externa, la competitividad, el éxito académico y la pertenencia a círculos o grupos influyentes.

En su homilía de la solemnidad de Cristo Rey, el Papa ha propuesto a los jóvenes presentes varios caminos de reflexión. Les ha invitado a ser valientes si se encuentran “bajo acusación” por el hecho de seguir a Jesús y, sobre todo, a no “dejarse embriagar por las ilusiones” en un mundo en el que “las críticas y las acusaciones falsas caen” y permanecen firmes las “obras del amor” que florecen “a la luz del Señor”.

A continuación, el Sucesor de Pedro ha pedido a los jóvenes que “no se dejen contagiar por el afán de obtener reconocimiento, aprobación y elogio” porque “Dios los ama tal como son”. “Tengan cuidado con esto, su dignidad no está a la venta, no es algo que se vende. Estén alerta”, ha añadido, y “no maquillen el alma, no maquillen el corazón”.

Si el corazón -como ha reiterado el Papa Francisco en su última Encíclica Dilexit nos- sigue siendo el lugar más importante, marcado por el deseo de amor y el encuentro con la gratuidad, el valor de la JMJ se mide también no por la eficacia de las estrategias organizativas y la construcción de “eventos” espectaculares, sino en su capacidad de acoger el verdadero “deseo de los jóvenes de reunirse, de compartir su experiencia, de escuchar una palabra de fe, de mirar juntos al futuro, de renovar y confirmar su compromiso” (San Juan Pablo II).

Los encuentros de la JMJ no son acontecimientos autocelebrativos, sino ocasiones que pueden ayudar a vivir un encuentro personal con Cristo en la Eucaristía, que atrae a chicos y chicas de todo el mundo, uniéndolos en una experiencia de fraternidad universal. Los chicos y chicas coreanos que han venido a Roma para la “entrega” de la JMJ, contactados por la Agencia Fides, esperan que la experiencia para la que se preparan pueda satisfacer concretamente su deseo de felicidad, y saben que el contacto real con el Obispo de Roma que vendrá a visitarles y el encuentro con sus coetáneos de todo el mundo tienen una fuerza y una consistencia que ninguna “App” de móvil ni ninguna “exposición virtual” pueden sustituir.

También esperan que a partir de ese acontecimiento “extraordinario” puedan comenzar caminos “ordinarios”, para ver florecer los dones de la gracia en la vida cotidiana y tener “el valor de dar testimonio de la esperanza” para crecer en “la certeza del amor invencible de Dios”, como les ha dicho el Papa Francisco.
(Agencia Fides 25/11/2024)


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