Vatican media
Por Fabio Beretta
Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La meta de todo cristiano es el Cielo. Y María «nos precede» en este «camino». Así lo ha expresado el Papa Francisco al contemplar esta mañana la plaza de San Pedro durante el tradicional Ángelus de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
El Evangelio de hoy habla de la joven de Nazaret que, «al recibir el anuncio del Ángel, se pone en camino para visitar a su prima». «Es hermosa esta expresión del Evangelio: 'se puso en camino'. Significa -explica el Pontífice- que María no considera un privilegio la noticia recibida del Ángel, sino que, por el contrario, deja su casa y se pone en camino, con la prisa de quien desea anunciar a los demás esa alegría y con el afán de ponerse al servicio de su prima».
Este primer viaje, de hecho, subraya Francisco, «es una metáfora de toda su vida, porque a partir de ese momento, María estará siempre en camino: siempre estará en el camino siguiendo a Jesús, como discípula del Reino. Y, al final, su peregrinación terrena termina con su Asunción al Cielo, donde, junto a su Hijo, goza para siempre de la alegría de la vida eterna».
No debemos imaginar a María «como una inmóvil estatua de cera, sino que en Ella -continúa- podemos ver a una hermana... con las sandalias gastadas... y con tanto cansancio por haber caminado tras el Señor y al encuentro de sus hermanos y hermanas, concluyendo su viaje en la gloria del Cielo».
«De este modo, la Santísima Virgen es Aquella que nos precede en el camino, recordándonos a todos que también nuestra vida es un viaje, un viaje continuo hacia el horizonte del encuentro definitivo», concluye el Papa.
Tras la bendición, el pensamiento del Pontífice se dirige, una vez más, a todos los países donde braman las armas: «A María Reina de la Paz, quisiera confiar una vez más las angustias y los dolores de los pueblos que en tantas partes del mundo sufren tensiones sociales y guerras. Pienso en particular en la atormentada Ucrania, en Oriente Medio, en Palestina, en Israel, en Sudán y en Myanmar. Que la Madre celestial obtenga para todos consuelo y un futuro de serenidad y concordia».
A continuación, Francisco se ha mostrado preocupado por «la gravísima situación humanitaria en Gaza y pido una vez más el alto el fuego en todos los frentes, la liberación de los rehenes y la ayuda a la población exhausta. Animo a todos a hacer todo lo posible para que el conflicto no se agrave y a seguir las vías de la negociación para que esta tragedia termine pronto. No lo olvidemos: la guerra es la derrota».
Por último, una oración por Grecia, que en los últimos días está luchando contra un gravísimo incendio declarado en el noreste de Atenas: «Decenas de miles de personas ya han sido evacuadas, muchas familias se han quedado sin hogar, miles de personas afrontan terribles penurias y, además de los inmensos daños materiales, se está creando una catástrofe medioambiental. Rezo por las víctimas y los heridos, aseguro mi cercanía a todos los que son probados por este grave suceso, confiando en que puedan ser sostenidos por la solidaridad común».
Seguidamente, el saludo sin fisuras a los valientes peregrinos que, a pesar del calor abrasador, han abarrotado la plaza de San Pedro, coloreándola con las banderas de los distintos países: «Les agradezco su presencia; les deseo una buena fiesta de Nuestra Señora de la Asunción y, por favor, hermanos y hermanas, no se olviden de rezar por mí».
(Agencia Fides 15/8/2024)