Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Aprendamos a “sentir asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace” porque “ningún niño es un error”. Este ha sido el mensaje central del Papa Francisco durante el Ángelus de esta mañana. Aunque no se ha dirigido a los fieles desde la Plaza de San Pedro, el Pontífice les ha hablado desde la capilla de la Domus Santa Marta debido a “los síntomas de un resfriado y el intenso frío de estos días”.
“Lamento no estar en la Plaza con ustedes, pero me estoy mejorando y se deben tomar precauciones”, ha comenzado diciendo el Pontífice dirigiéndose a los numerosos niños y niñas que han acudido en masa a la basílica vaticana para recibir la bendición del Niño Jesús que colocarán en su pesebre (una tradición iniciada por Pablo VI en 1969).
Y precisamente en torno al Niño Jesús, el Papa Francisco ha tejido su breve catequesis antes de recitar la oración mariana.
Comentando el pasaje evangélico de hoy, que narra el encuentro entre María e Isabel, ambas esperando un hijo, el Papa ha señalado cómo las dos primas “tienen mucho de qué alegrarse, y tal vez podríamos sentirlas lejanas al ser protagonistas de milagros tan grandes, que normalmente no ocurren en nuestra experiencia. El mensaje que el Evangelista quiere darnos, pocos días antes de Navidad, es este, es distinto. En efecto, la contemplación de los signos prodigiosos de la acción salvífica de Dios no debe hacernos sentir nunca lejanos de Él, sino ayudarnos a reconocer su presencia y su amor cerca de nosotros, por ejemplo en el don de cada vida, de cada niño, de su madre”.
“No seamos indiferentes” ante “la presencia” de mujeres en “dulce espera”, “aprendamos a admirarnos de su belleza y, como hicieron Isabel y María, aquella belleza de las mujeres encinta, bendigamos a las madres y alabemos a Dios por el milagro de la vida”.
El Papa Francisco, hablando con candidez, ha recordado también que cuando era obispo de Buenos Aires, “me gustaba ver que cuando una mujer embarazada subía al autobús, enseguida le daban un sitio para sentarse: ¡es un gesto de esperanza y de respeto!”.
En las imágenes de la capilla de Santa Marta, en la mesa frente al Pontífice se ha visto su estatuilla del Niño Jesús: “Dentro de un momento bendeciremos las figuras del «Niño Dios», yo he traído el mío. Me lo regaló el arzobispo de Santa Fe; fue hecho por aborígenes ecuatorianos… estas figuras del «Niño Dios» que ustedes han traído. Podemos preguntarnos, entonces: ¿Doy gracias al Señor porque se hizo hombre como nosotros, para compartir en todo, excepto en el pecado, nuestra existencia? ¿Yo alabo al Señor y lo bendigo por cada niño que nace? ¿Soy gentil cuando encuentro a una madre en dulce espera? ¿Sostengo y defiendo el valor sagrado de la vida de los pequeños desde su concepción en el seno materno?”.
Tras estas consideraciones, y antes de recitar el Ángelus, el Papa ha invocado la ayuda de la Virgen María para que “nos haga capaces de experimentar asombro y gratitud ante el misterio de la vida que nace”.
Como siempre, después de la bendición, el pensamiento del Papa Francisco se han dirigido a los escenarios de guerras y conflictos que desgarran el mundo: “Sigo siempre con atención y preocupación las noticias que llegan de Mozambique, y deseo renovar a ese amado pueblo mi mensaje de esperanza, paz y reconciliación. Rezo para que el diálogo y la búsqueda del bien común, sostenidos por la fe y la buena voluntad, prevalezcan sobre la desconfianza y la discordia”.
A continuación, el Pontífice ha recordado “la atormentada Ucrania sigue siendo golpeada por atentados en las ciudades, que a veces dañan escuelas, hospitales, iglesias. Que callen las armas y resuenen los villancicos. Recemos para que en Navidad cese el fuego en todos los frentes de guerra, en Tierra Santa, en Ucrania, en todo Medio Oriente y en el mundo entero. Y con dolor pienso en Gaza, en tanta crueldad; en los niños ametrallados, en los bombardeos de escuelas y hospitales... ¡Cuánta crueldad!”.
(F.B.) (Agencia Fides 22/12/2024)