ASIA/MYANMAR - La plaga del trabajo infantil en una nación desgarrada por la guerra

lunes, 22 julio 2024 trabajo infantil   derechos humanos  

Yangon (Agencia Fides) - En la atormentada nación de Myanmar, desgarrada por un conflicto civil desde hace más de tres años, se está produciendo una explosión del fenómeno del trabajo infantil, como han constatado observadores de la comunidad internacional, informes de las Naciones Unidas, y como confirman fuentes de la Agencia Fides en la nación.

La guerra civil, de hecho, ha generado escasez de trabajadores, y además, en los últimos meses, el fenómeno de la emigración de los jóvenes - que huyen del país para evitar la ley de reclutamiento obligatorio, aprobada el pasado mes de febrero - está agravando aún más el fenómeno, que se está paliando con el empleo de menores en las tareas más dispares. Se trata de una flagrante violación de los derechos de los niños y de los más vulnerables, según los expertos de la ONU.

Según los observadores, el aumento del trabajo infantil es también uno de los efectos secundarios de la controvertida ley sobre el servicio militar obligatorio con la que la junta militar en el poder ha intentado reponer las filas de sus fuerzas armadas, tras las grandes pérdidas sufridas por los ataques coordinados de las Fuerzas de Defensa Popular y los ejércitos vinculados a las minorías étnicas. Para evitar combatir en las filas del ejército birmano, miles de jóvenes han huido a territorios controlados por los rebeldes o al extranjero.

Un reciente informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala el aumento de los niveles de trabajo infantil y, aunque la OIT no ha podido facilitar cifras exactas, el texto recuerda que «las tasas de trabajo infantil en los países afectados por conflictos son un 77% superiores a las medias mundiales». La OIT pide a Myanmar que tome medidas decisivas para acabar con el trabajo infantil, mientras empeora la situación de seguridad en el país, con más de tres millones de desplazados internos, un tercio de los cuales son niños.

«Estamos profundamente preocupados por el deterioro de la situación y la escalada del conflicto en Myanmar», ha declarado Yutong Liu, representante de la OIT para Myanmar. «Cada vez más niños viven en la pobreza, sufren restricciones de movimiento o se ven obligados a desplazarse, lo que les hace cada vez más vulnerables al trabajo infantil. Los niños deben ser protegidos y ser un faro de esperanza para el futuro del país», recuerda.

El trabajo infantil, señalan fuentes de la Agencia Fides presentes en el país, está muy extendido en diversos sectores, como la confección de prendas de vestir, la agricultura, la restauración, el trabajo doméstico, la construcción y la venta ambulante. La Federación de Trabajadores de Myanmar señala que en un país donde los trabajadores ya tienen una protección limitada de sus derechos, los niños son especialmente vulnerables a la explotación. Sin embargo, a pesar de las violaciones generalizadas, hay muy pocas denuncias de abusos y las violaciones flagrantes de los derechos de los menores suelen ser ignoradas en las fábricas o por las empresas, donde los niños suelen buscar empleo utilizando documentos de identidad de parientes o amigos de más edad.

Cabe señalar que, en 2020, Myanmar ratificó la disposición de la Organización Internacional del Trabajo sobre la edad mínima para trabajar, pero el golpe de Estado y luego el estallido del conflicto civil, creó una verdadera conmoción en el tejido social de la nación.

«Las familias, reducidas a la pobreza por el conflicto, a menudo no tienen más remedio que enviar a sus hijos a trabajar», señala una fuente de la Agencia Fides, mientras que un informe publicado el pasado mes de junio por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo concluía que el 75% de la población de Myanmar, es decir, 42 millones de personas, vive en la pobreza.

Un sacerdote de Yangon informa: «En las parroquias católicas, donde todavía es posible, en las zonas menos afectadas por el conflicto, intentan tener una atención especial para los niños, por ejemplo celebrando una misa especial para ellos, acercándoles a Jesús en esta condición de sufrimiento para ellos y sus familias, intentando satisfacer sus necesidades materiales, relacionales y espirituales. Los niños participan en el canto y la oración. La parroquia es un oasis para sus almas y sus vidas. Sacerdotes consagrados, laicos y catequistas se ocupan de ellos».
(PA) (Agencia Fides 22/7/2024)


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