VATICANO - Para Pauline Jaricot Jesucristo era su mejor amigo

viernes, 20 mayo 2022 evangelización   oración   fe   espiritualidad  

Lyon (Agencia Fides) - Sor Pauline, de la Familia Misionera de Nuestra Señora, forma parte de la comunidad que vive en la casa de Pauline Jaricot, la Maison de Lorette, hoy un lugar donde descubrir la vida de la fundadora de la Obra de Propagación de la Fe, pero también y, sobre todo, es una casa de oración que conserva el carisma de la futura beata.

¿Cuál es la espiritualidad de Pauline Jaricot?
Sobre esto habría muchas cosas que decir. Desde pequeña le encantaba rezar en las iglesias, delante de Jesús Eucaristía. Le gustaba ir y hablarle de una manera muy sencilla, como si fuera su mejor amigo. Tenemos, por ejemplo, la iglesia de Sant-Nizier, donde iba a menudo a rezar. Allí Jesús incluso le habló, oyó su voz. Jesús la ayudó mucho.

¿Qué edad tenía Pauline en ese momento?
Todo esto sucedió después de su conversión. Se convirtió a los 17 años. Iba mucho a rezar a la capilla de Fourvière. La basílica actual aún no existía y solo había una pequeña capilla con una estatua dorada de la Virgen, instalada en 1852. Cuando Pauline tenía 17 años ni siquiera existía esta estatua, pero ella iba a menudo a orar en la capilla donde después se consagró a Jesús. Allí hizo voto de castidad y se consagró también a la Virgen María a los 17 años, después de su conversión.

¿Meditaba mucho?
Sí, contemplaba. Contemplaba a Jesús y a María para que pasase por su vida. Era algo muy importante para ella.

Para Pauline, ¿qué significaba la Eucaristía?
Paulina escribió un librito cuando tenía unos 20 años sobre el “Amor Infinito en la Divina Eucaristía” en el que muestra su amor por la Eucaristía y su amor por la Iglesia y por los sacerdotes, para hacerles comprender la gran misión que tienen ante Jesús. La Eucaristía era para ella cuestión de tener más confianza. No vemos a Jesús, pero está escondido en la hostia consagrada. No vemos a Jesús, pero se comunica con nosotros sin que escuchemos su voz. Puede inspirarnos a hacer buenas obras, a tener buenas iniciativas. Y es importante este diálogo, este encuentro con Jesús, que está presente y que nos puede guiar. Que quiere guiarnos en nuestra vida.

¿Cómo habló Jesús a Pauline a través de la Eucaristía? ¿Cómo sentía esta presencia?
Cuando entramos en una iglesia no es difícil, solo hay que guardar silencio interior y pensar en Jesús que está presente frente a nosotros. Se trata simplemente de decirle lo que tenemos en nuestro corazón, lo que queremos compartir con Él, como un amigo. Y luego... a veces es un poco misterioso. Permanecemos en silencio y entonces a veces Jesús... tenemos la impresión de que no pasa nada y a veces Jesús actúa invisiblemente en nuestra vida. Y eso es lo que Pauline sentía tan intensamente. Por eso le gustaba pasar tiempo en la iglesia.

¿Cuál fue el papel de María en todo esto?
María es la que nos lleva a Jesús, más concretamente, podemos decir, porque es criatura humana, aunque sea la Inmaculada Concepción. Es verdaderamente humana como nosotros. Ella nos guía a Jesús para ayudarnos a conocerlo mejor, a amarlo mejor. Es verdaderamente nuestra madre que nos acompaña paso a paso para acercarnos.

¿Qué era la felicidad para Pauline?
Pienso que la felicidad de Pauline era hacer la voluntad de Dios en todo, como todos los santos. Quería ser guiada por Él. Tenía muchas ideas, era muy emprendedora, pero al mismo tiempo siempre pedía ayuda para poder hacer realmente lo que Dios quería, hacer lo que Él esperaba de ella.

¿Pasó mucho tiempo tratando de unir su personalidad y sus habilidades con la voluntad de Dios?
Exactamente lo que Dios esperaba de ella. Por otro lado, así es como encontramos la paz, porque estamos seguros de que estamos cumpliendo una misión que Dios nos encomienda. En esta tierra solo estamos de paso, estamos hechos para el cielo y la meta es amar como Dios, dejarnos guiar por Él tanto como sea posible porque para eso fuimos creados. Esto le permitió mantener una gran paz en medio de todas las pruebas que vivió, porque Pauline sufrió mucho y encontró muchas contradicciones. El saber que había pedido ayuda, que quería hacer la voluntad de Dios y que había hecho lo mejor que podía, le dio mucha paz y también le permitió perdonar a todos los que la hacían sufrir, porque sabía que Dios lo permitía y que nada sucede sin su permiso.
(CD/EG) (Agencia Fides 20/05/2022)






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