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Gozo (Agencia Fides) – “La alegría de la Iglesia es evangelizar”. Así la fe en Cristo y la misma misión apostólica encomendada a la Iglesia sólo pueden renovarse y perseverar en el tiempo si la experiencia del primer encuentro con Jesús se repite en la vida de los bautizados y de las comunidades eclesiales. Una renovación gratuita que se configura siempre como “nuevo inicio” y “volver a los orígenes”, y que tiene como paradigmas perennes los encuentros y acontecimientos de la “Iglesia naciente” relatados en el Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles. Estas son las fórmulas sugestivas con las que el Papa Francisco ha vuelto a proponer a toda la Iglesia las fuentes exclusivas que pueden alimentar todo auténtico dinamismo misionero, en la tarde del sábado 2 de abril, en el marco del encuentro de oración en la isla de Gozo, en el Santuario Nacional de Ta' Pinu, durante el primer día de su breve pero intensa visita apostólica a Malta.
En su reflexión frente al pequeño santuario maltés, ante más de tres mil personas, el Obispo de Roma se ha inspirado en la historia de la pasión de Cristo, deteniéndose en el pasaje narrado en el Evangelio de Juan que describe a la Virgen María y al Apóstol Amado a los pies de la cruz. La hora de la muerte de Jesús en la cruz – ha remarcado el Papa introduciendo su reflexión – “no representa la conclusión de la historia, sino que señala el comienzo de una vida nueva”. Junto a la cruz, cuando Jesús encomienda su Madre al apóstol Juan, inicia “el tiempo de la Iglesia que nace. De esa célula originaria el Señor reunirá un pueblo, que seguirá recorriendo los arduos caminos de la historia, llevando en el corazón el consuelo del Espíritu, para enjugar las lágrimas de la humanidad”. Y “para renovar nuestra fe y la misión de la comunidad” ha subrayado el Papa “estamos llamados a volver a ese inicio, a la Iglesia naciente que vemos en María y Juan al pie de la cruz”.
Volver a la Iglesia de los orígenes – ha aclarado el Papa – quiere decir “redescubrir lo esencial de la fe”, y no tiene nada que ver con ser demasiado idealistas o copiar “el modelo eclesial de la primera comunidad cristiana. No podemos “omitir la historia”, como si el Señor no hubiera hablado y obrado grandes cosas también en la vida de la Iglesia de los siglos sucesivos”. “Volver a los orígenes significa más bien recuperar el espíritu de la primera comunidad cristiana, es decir, volver al corazón y redescubrir el centro de la fe: la relación con Jesús y el anuncio de su Evangelio al mundo entero”. Sólo la renovación del encuentro real con Jesús resucitado puede reavivar la misma atracción de la gracia que animó a los primeros discípulos, “como María Magdalena y Juan, los cuales - ha recordado el Sucesor de Pedro– después de la hora de la muerte de Jesús, viendo la tumba vacía corrieron con el corazón estremecido, sin perder tiempo, para ir a anunciar la buena noticia de la Resurrección”.
“La alegría de la Iglesia es evangelizar”, ha repetido el Papa varias veces, utilizando esta fórmula para marcar los distintos pasajes de la homilía. Sólo esa atracción de la alegría puede liberar a la dinámica eclesial de la tentación de la autorreferencialidad, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, cuya única preocupación no era aumentar “el prestigio de la comunidad y de sus ministros, no era la influencia social, no era el refinamiento del culto. No. La inquietud que los movía era el anuncio y el testimonio del Evangelio de Cristo”. La vida de la Iglesia — ha proseguido el Papa Francisco - no es solamente “una historia pasada que hay que recordar” Y no está llamada a censurar ningún dato de la realidad. Tampoco “la crisis de la fe, la apatía de la práctica creyente sobre todo en la pospandemia y la indiferencia de tantos jóvenes respecto a la presencia de Dios no son cuestiones que debemos ‘endulzar’” ha continuado el Santo Padre. Ante la pérdida de la memoria cristiana, no se puede confiar en los proyectos de reevangelización ni en los cursos de formación. El tiempo actual – ha insistido el Obispo de Roma – “es también el tiempo en el que es más apropiado “volver a ese comienzo, al pie de la cruz, mirando a la primera comunidad cristiana. Para ser una Iglesia a la que le importa la amistad con Jesús y el anuncio de su Evangelio, no la búsqueda de espacios y atenciones”. Y en este camino – ha sugerido el Papa existe una “prueba de fuego para verificar cuán efectivamente la Iglesia está impregnada del espíritu del Evangelio”: se trata de la atención a la acogida recíproca, “no por mera formalidad sino en el nombre de Cristo” modelada en la imagen de María y el apóstol Juan encomendándose el uno al otro al pie de la cruz, aceptando las últimas palabras que les dirigió el propio Cristo.
“María y Juan” ha señalado el Papa, mirando las tragedias humanas colectivas del momento actual a la luz del Evangelio “se acogen no en el cálido refugio del cenáculo, sino al pie a la cruz, en aquel lugar oscuro donde eran condenados y crucificados como malhechores. Y también nosotros, no podemos acogernos sólo entre nosotros, a la sombra de nuestras hermosas iglesias, mientras fuera tantos hermanos y hermanas sufren y son crucificados por el dolor, la miseria, la pobreza, la violencia”.
(GV) (Agencia Fides 4/4/2022)