VATICANO - Benedicto XVI: El Espíritu Santo, “como Luz intangible da significado a la oración, hace arder los corazones de quién escucha la buena noticia”

lunes, 13 junio 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En la solemnidad de Pentecostes, el domingo 12 de junio, antes de rezar la oración mariana del Regina Caeli, Benedicto XVI ha ilustrado el significado de la solemnidad con estas palabras: “el Misterio pascual encuentra su cumplimiento en la potente efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos junto a María, la Madre del Señor, y los demás discípulos. Fue el “bautismo” de la Iglesia, bautismo en el Espíritu Santo... La voz de Dios diviniza el lenguaje humano de los Apóstoles, que se volvieron capaces de proclamar de modo “polifónico” al único Verbo divino. El soplo del Espíritu Santo colma el universo, genera la fe, arrastra a la verdad, predispone la unidad entre los pueblos”. El Espíritu Santo, ha continuado el Papa, “como luz intangible da significado a la oración, da vigor a la misión evangelizadora, hace arder los corazones de quién escucha la buena noticia, inspira el arte cristiano y la melodía litúrgica.” Por último Benedicto XVI ha encomendado a la Virgen María “a la Iglesia, par que viva siempre de Jesucristo, de su Palabra, de sus mandamientos, y bajo la acción perenne del Espíritu Paráclito anuncie a todos que «¡Jesús es Señor!”.
Después de la oración mariana, Benedicto XVI ha confiado la causa de la paz en el mundo a la intercesión de la lista de los héroes testigos de la fe “que han dado la vida en el nombre de Cristo en los campos de concentración”, recordando la beatificación de Alois Andritzki, sacerdote y mártir, asesinado por los nacionalsocialistas en 1943. El Papa ha dicho: “Que el Espíritu Santo inspire valerosos propósitos de paz y sostenga el empeño de llevarlos adelante, a fin de que el diálogo prevalezca sobre las armas y el respeto de la dignidad del hombre supere los intereses de parte. Que el Espíritu, que es vínculo de comunión, enderece los corazones desviados por el egoísmo y ayude a la familia humana a re-descubrir y custodiar con vigilancia su unidad fundamental ”
Anteriormente el Pontífice había presidido en la Basílica de san Pedro la Santa Misa de la solemnidad de Pentecostés. Comentando las Lecturas de la Misa del día, el Papa ha subrayado en su homilía que “el Espíritu creador de todas las cosas, y el Espíritu Santo que Cristo ha hecho descender del Padre sobre la comunidad de los discípulos, son uno y el mismo: creación y redención se pertenecen recíprocamente y constituyen, en profundidad, un único misterio de amor y salvación”. Por lo tanto, “el Espíritu Santo e Aquél que hace que reconozcamos en Cristo al Señor, y nos hace pronunciar la profesión de fe de la Iglesia... el Espíritu Santo anima a la Iglesia. Ella no deriva de la voluntad humana, de la reflexión, de la habilidad del hombre y de su capacidad organizativa, porque si fuera así se habría extinguido hace tiempo, así como pasan las cosas humanas. La Iglesia, en cambio, es el Cuerpo de Cristo animado por el Espíritu Santo”. El evento de Pentecostés lo representa San Lucas como un nuevo Sinaí, “como el don de un nuevo Pacto en el que la alianza con Israel se extiende a todos los pueblos de la tierra”. “Con esto se nos dice una cosa muy importante: que la Iglesia es católica desde el primer momento, que su universalidad no es el fruto de la inclusión sucesiva de diversas comunidades – ha explicado el Papa -. Desde el primer instante, de hecho, el Espíritu Santo la ha creado como la Iglesia de todos los pueblos; ella abraza el mundo entero, supera todas las fronteras de raza, clase, nación; abate todas las barreras y une a los hombres en la profesión del Dios uno y trino. Desde el inicio la Iglesia es una, católica y apostólica: esta es su verdadera naturaleza y como tal debe ser reconocida. Ella es santa, no gracias a la capacidad de sus miembros, sino porque Dios mismo, con su Espíritu, la crea y la santifica siempre”. (SL) (Agencia Fides 13/06/2011)


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