VATICANO - Benedicto XVI durante le Regina Cæli: “la vocación de la Iglesia es la evangelización”

lunes, 30 mayo 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – La predicación del diácono Felipe en una ciudad de Samaria produjo numerosas curaciones, como narran de los Hechos de los Apóstoles, "y hubo una gran alegría en aquella ciudad” (Hch 8,8). La reflexión del Santo Padre Benedicto XVI antes de rezar el Regina Cæli con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el domingo 29 de mayo, nace de este pasaje de la Escritura. “Es posible que la humanidad conozca la verdadera alegría, porque allá donde llega el Evangelio, florece la vida” ha subrayado el Papa. “Felipe y los demás discípulos, con la fuerza del Espíritu Santo, hicieron en los pueblos de Palestina lo que había hecho Jesús: predicaron la Buena Noticia y realizaron signos prodigiosos. Era el Señor el que actuaba por medio de ellos. Así como Jesús anunciaba la venida del Reino de Dios, los discípulos anunciaron a Jesús resucitado, profesando que Él es Cristo, el Hijo de Dios, bautizando en su nombre y expulsando toda enfermedad del cuerpo y del espíritu”.
Benedicto XVI ha señalado también “la fuerza sanadora del Evangelio, que a lo largo de los siglos ha “lavado”, como río beneficioso, a tantas poblaciones”. Junto con algunos grandes Santos y Santas, tantos misioneros, cuyos nombres Dios conoce, “han dado la vida por llevar el anuncio de Cristo y hacer florecer entre los hombres la alegría profunda” ha continuado el Pontífice. “Mientras los poderosos de este mundo buscaban conquistar nuevos territorios por intereses políticos y económicos, los mensajeros de Cristo iban por todas partes con el objetivo de llevar a Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo, sabiendo que sólo Él puede dar la verdadera libertad y la vida eterna. También hoy la vocación de la Iglesia es la evangelización: tanto de las poblaciones que todavía no han sido “regadas” por el agua viva del Evangelio; como de aquellas que, aun teniendo antiguas raíces cristianas, necesitan linfa nueva para dar nuevos frutos, y redescubrir la belleza y la alegría de la fe”.
Por último el Santo Padre ha recordado al beato Juan Pablo II: “ha sido un gran misionero, como documenta también una muestra preparada estos días en Roma. Él relanzó la misión ad gentes y, al mismo tiempo, promovió la nueva evangelización. Confiamos la una y la otra a la intercesión de María Santísima. Que la Madre de Cristo acompañe siempre y en todas partes el anuncio del Evangelio, para que se multipliquen y se amplíen en el mundo los espacios en los que los hombres reencuentran la alegría de vivir como hijos de Dios”. (SL) (Agencia Fides 30/05/2011)


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