VATICANO - Unir los esfuerzos para garantizar justicia y amor a los afectados por la enfermedad del morbo di Hansen: el 30 de enero se celebra la Jornada mundial de Lucha contra la Lepra

sábado, 29 enero 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Unir nuestros esfuerzos para expresar mejor la justicia y el amor hacia los enfermos de lepra” es el titulo del Mensaje del Arzobispo Zygmunt Zimowski, Presidente para el Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios (de la Pastoral de la Salud), publicado en ocasión de la Jornada Mundial de Lucha contra la Lepra 2011, que se celebrará el domingo 30 de enero, del cual publicaremos una anticipación que ha llegado a la Agencia Fides.
Está jornada que fue lanzada hace 58 años por Raoul Follereau y que hoy es sostenida con determinación por la Fundación que continúa su obra, todavía hoy es muy importante a pesar de los grandes progresos obtenidos gracias a terapias farmacológicas optimas. “En primer lugar es todavía gravemente insuficiente el acceso a diagnósticos precoces” continua el Arzobispo Zimowski en su Mensaje. Por consiguiente el Morbo de Hansen destruye el cuerpo del enfermo, además de los sufrimientos unidos a su enfermedad, queda desfigurado de manera evidente e irreversible; esto comporta la ‘condenada’, a menudo junto a su familia, a la pobreza y a la exclusión social.
Esto es un ejemplo paradigmático de como “en nuestra época se asiste, por una parte a una atención a la salud que puede devenir en un consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, convirtiéndose casi en un culto al cuerpo; y por otra parte a la dificultad de millones de personas para acceder a condiciones mínimas de subsistencia y a fármacos indispensables para curarse” subraya el Presidente del Consejo Pontificio recordando el Mensaje de Su Santidad el Papa Benedicto XVI a los participantes de la XXV Conferencia Internacional del Dicasterio, celebrada en el Vaticano el pasado noviembre y titulada: “Caritas in Veritate. Para un cuidado de la salud equitativa y humana”.
Una desigualdad que se amplifica en la vida cotidiana de la persona señalada físicamente de la lepra. Cuando la persona se cura y ya no es contagiosa, no es automática su reinserción en el tejido social. Con frecuencia no consigue encontrar trabajo, y por tanto no puede garantizarse ni a sí misma ni a su familia una existencia digna.
Por ello, como cristianos o simplemente como hombres de buena voluntad estamos llamados a intervenir. como el Buen Samaritano, ha señalado el Santo Padre en su Mensaje a los participantes de la Conferencia, estamos llamados a inclinarnos “junto al hombre herido, abandonado al borde del camino”, cumpliendo así “esa justicia ‘más grande’ que Jesús pide a sus discípulos, y que da testimonio con su vida, porque el cumplimiento de la Ley es el Amor”. (SL) (Agencia Fides 29/1/2011)


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