VATICANO - El Papa durante el Ángelus recuerda que también “el Hijo de Dios fue un refugiado” y reza por las poblaciones afectadas por las inundaciones en Australia, Brasil, Filipinas y Sri Lanka

lunes, 17 enero 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, el domingo, 16 de enero, el Santo Padre Benedicto XVI ha invitado a reflexionar, durante su discurso antes del Ángelus, sobre “la experiencia de tantos hombres y mujeres, y de tantas familias, que dejan su propio país en busca de mejores condiciones de vida”. El Papa ha subrayado como “esta migración a veces es voluntaria, otras veces, por desgracia, es forzada por guerras o persecuciones, y con frecuencia tiene lugar, como sabemos, en condiciones dramáticas”. Recordando la experiencia vivida por la Sagrada Familia de Nazaret, Benedicto XVI ha puesto de relieve que “el Hijo de Dios fue un refugiado” y que “la Iglesia, desde siempre, viven en su interior la experiencia de la migración. En ocasiones, por desgracia, los cristianos se ven obligados a dejar en medio del sufrimiento su tierra, empobreciendo así a los países en los que han vivido sus antepasados”.
“Los traslados voluntarios de los cristianos por diferentes motivos de una ciudad a otra, de un país al otro, de un continente al otro – ha proseguido el Pontífice -, son una ocasión para incrementar el dinamismo misionero de la Palabra de Dios y permiten que el testimonio de la fe circule aún más en el Cuerpo místico de Cristo, atravesando los pueblos y las culturas, y alcanzando nuevas fronteras, nuevos ambientes”. Por último, citando el tema del Mensaje enviado para la Jornada del Emigrante, Benedicto XVI ha afirmado que “la meta del gran viaje de la humanidad a través de los siglos” es la de “formar una sola familia, naturalmente con todas las diferencias que la enriquecen, pero sin barreras, reconociéndonos todos como hermanos”. Y ha citado "la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos", que tendrá lugar del 18 al 25 de enero, definiendo como “fundamental” el hecho de que los cristianos, esparcidos por todo el mundo, y por ello, “con diferentes culturas y tradiciones, sean una sola cosa, como quiere el Señor”.
Después de la oración mariana, el Pontífice ha expresado la alegría de la Iglesia por la próxima Beatificación del venerable papa Juan Pablo II, el 1 de mayo próximo - “Quienes le conocieron, quienes le estimaron y amaron, se alegrarán con la Iglesia por este acontecimiento. ¡Estamos felices!” – y ha citado a las victimas de las recientes catástrofes naturales: “Deseo asegurar mi particular recuerdo en la oración a las poblaciones de Australia, Brasil, Filipinas y Sri Lanka, recientemente golpeadas por devastadoras inundaciones. Que el Señor acoja las almas de los difuntos, dé fuerza a los evacuados, y apoye el compromiso de quienes se están entregando para aliviar sufrimientos y dificultades”. (SL) (Agencia Fides 17/1/2011)


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