VATICANO - El Papa al Cuerpo diplomático: “que todos garanticen a las comunidades católicas la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión”

martes, 11 enero 2011

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre… Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal”. Lo ha afirmado el Santo Padre Benedicto XVI en su discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, y recibido en audiencia para las felicitaciones del año nuevo, el 10 de enero.
Partiendo de su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011, dedicado a la libertad religiosa como el “camino fundamental para la construcción de la paz”, el Papa ha tocado en su discurso las numerosas situaciones presentes en el mundo, en las que lamentablemente el derecho a la libertad religiosa ha sido lesionado o negado. “Este derecho del hombre” ha explicado el Pontífice, “es en realidad el primer derecho, porque históricamente ha sido afirmado en primer lugar, y porque, por otra parte, tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, es decir, su relación con el Creador”.
Mirando hacia Oriente, donde numerosos atentados “han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Irak, hasta el punto de inducirlos a dejar la tierra de sus padres en la que han vivido desde siglos”, Benedicto XVI ha renovado un apelo a las autoridades y a los jefes religiosos musulmanes “para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho”. También el terrorismo que ha golpeado a los fieles reunidos en una iglesia en Alejandría, en Egipto, son un signo ulterior “de la urgente necesidad de que los Gobiernos de la Región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas”. El Pontífice ha señalado que “la libertad religiosa no se aplica plenamente allí donde sólo se garantiza la libertad de culto, y además con limitaciones”, animando a que se realicen programas escolares y de enseñanza religiosa que “enseñen a respetar a todos los hermanos en humanidad”. A los Estados de la Península Arábica, “donde viven numerosos trabajadores cristianos inmigrantes”, el Papa les ha deseado “que la Iglesia católica pueda disponer de estructuras pastorales apropiadas”.
El Papa ha reservado una mención especial a la ley contra la blasfemia en Pakistán, animando a las autoridades “a realizar los esfuerzos necesarios para abrogarla, tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas”. Se pueden mencionar “otras situaciones preocupantes, a veces violentas, en el Sur y Sureste del continente asiático” ha recordado el Pontífice, resaltando que “el peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos”. El diálogo inter-religioso está llamado a favorecer “un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades”. Por último el Santo Padre ha citado África, donde “los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo”, son otro “triste testimonio” de la violencia contra los cristianos.
Además hay que señalar que en diversos países “la Constitución reconoce una cierta libertad religiosa, pero la vida de las comunidades religiosas se hace, de hecho, difícil y a veces incluso insegura, ya que el ordenamiento jurídico o social se inspira en sistemas filosóficos y políticos que postulan un estricto control, por no decir un monopolio, del Estado sobre la sociedad” con tal propósito el Santo Padre ha pedido “que cesen tales ambigüedades, de manera que los creyentes no tengan ya que debatirse entre la fidelidad a Dios y la lealtad a su patria”. De modo particular Benedicto XVI ha pedido que “todos garanticen a la comunidad católica la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión, conforme a las normas y estándares internacionales en este ámbito”. El pensamiento del Papa se ha dirigido hacia las comunidades católicas de China continental y a sus Pastores, “que viven un momento de dificultad y de prueba”, y a las autoridades de Cuba, “para que el diálogo que felizmente se ha instaurado con la Iglesia se refuerce y amplíe todavía más”.
Dirigiendo la mirada de Oriente a Occidente, el Santo Padre ha enumerado otros tipos de amenazas contrae l pleno ejercicio de la libertad religiosa: la “marginación creciente” de la religión considerada “como un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador”, llegando así a exigir que “los cristianos ejerzan su profesión sin referencia a sus convicciones religiosas o morales, e incluso en contradicción con ellas”. El desterrar de la vida pública “fiestas y símbolos religiosos, en nombre del respeto a los que pertenecen a otras religiones o no creen”. “Reconocer la libertad religiosa significa, además, garantizar que las comunidades religiosas puedan trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en el ámbito social, caritativo o educativo… Es preocupante que este servicio que las comunidades religiosas ofrecen a toda la sociedad, en particular mediante la educación de las jóvenes generaciones, sea puesto en peligro u obstaculizado por proyectos de ley que amenazan con crear una especie de monopolio estatal en materia escolástica”. otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos, es “la participación a cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Santo Padre ha explicitado algunos principios que inspiran la actividad de la Santa Sede, y de toda la Iglesia católica: “en primer lugar, está la convicción de que no se puede crear una especie de escala en la gravedad de la intolerancia contra las religiones”; “se debe rechazar también el peligroso contraste que algunos quieren establecer entre el derecho a la libertad religiosa y los demás derechos del hombre, olvidando o negando así el papel central que el respeto de la libertad religiosa tiene en la defensa y protección de la alta dignidad del hombre”; por último, “no es suficiente una proclamación abstracta de la libertad religiosa: esta norma fundamental de la vida social debe ser aplicada y respetada en todos los niveles y ámbitos”.
Después de recordar que también “la actividad de los representantes pontificios en los Estados y Organizaciones internacionales está igualmente al servicio de la libertad religiosa”, y de haver constatado con satisfacción que las autoridades vietnamitas han aceptado la designación por parte del Pontífice de un Representante, “que manifestará la solicitud del Sucesor de Pedro visitando las queridas comunidades católicas de ese País”, Benedicto XVI ha concluido: “quisiera reafirmar con fuerza que la religión no constituye un problema para la sociedad, no es un factor de perturbación o de conflicto. Quisiera repetir que la Iglesia no busca privilegios, ni quiere intervenir en cuestiones extrañas a su misión, sino simplemente cumplirla con libertad... Que ninguna sociedad humana se prive voluntariamente de la contribución fundamental que constituyen las personas y las comunidades religiosas” (SL) (Agencia Fides 11/01/2011)


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