VATICANO - En el Ángelus llamamiento del Papa por la paz y la seguridad en Kirguizistán y por la Jornada del Refugiado

lunes, 21 junio 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Deseo dirigir un apremiante llamamiento para que la paz y la seguridad sean restablecidos en el Kirguistán meridional, a raíz de los graves conflictos que han tenido lugar en los días pasados”, dijo el Santo Padre Benedicto XVI en el Ángelus del Domingo 20 de junio, después de haber recitado la oración mariana con los peregrinos reunidos en Plaza San Pedro. “A los parientes de las víctimas y a cuantos sufren por esta tragedia – prosiguió el Pontífice – expreso mi conmovida cercanía y aseguro mi oración. Invito, asimismo, a todas las comunidades étnicas del país a renunciar a cualquier provocación o violencia y pido a la comunidad internacional que actúe para que las ayudas humanitarias puedan alcanzar prontamente a las poblaciones afectadas”.
Luego el Pontífice recordó la Jornada del Refugiado con estas palabras: “Hoy la Organización de las Naciones Unidas celebra la Jornada Mundial del Refugiado, para llamar la atención sobre los problemas de cuantos han dejado forzadamente su propia tierra, llegando a ambientes que a menudo son profundamente diversos. Los refugiados desean encontrar acogida y ser reconocidos en su dignidad y en sus derechos fundamentales; al mismo tiempo, pretenden ofrecer su contribución a la sociedad que les acoge. Oremos para que, en una justa reciprocidad, se responda de modo adecuado a esta expectativa y muestren el respeto que nutren por la identidad de las comunidades que los reciben”.
Antes del rezo de la oración mariana, Benedicto XVI había recordado la ordenación presbiteral conferida poco antes en la Basílica Vaticana a catorce diáconos de la Diócesis de Roma, y citó el Evangelio del Domingo, donde el Señor le pregunta a sus Discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Lc 9,20). “También a nosotros – afirmó el Papa – Jesús nos dirige la propuesta de seguirle cada día, y también a nosotros nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario apropiarnos del poder su Cruz, culmen de nuestros bienes y corona de nuestra esperanza... Tomar la cruz significa comprometerse en derrotar al pecado que obstaculiza el camino hacia Dios, acoger cotidianamente la voluntad del Señor, acrecentar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades, el sufrimiento”. La santa carmelita Edith Stein ha testimoniado esta realidad en un tiempo de persecución, y el Papa puso en evidencia que “también en la época actual muchos son los cristianos en el mundo que, animados por el amor por Dios, asumen cada día la cruz, sea la de las pruebas cotidianas, sea la procurada por la barbarie humana, que a veces requiere el valor del sacrificio extremo”. (SL) (Agencia Fides 21/06/2010)


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