VATICANO - Benedicto XVI: “He venido a Fátima para rezar, con María y con tantos peregrinos, por nuestra humanidad afligida por miserias y sufrimientos... para confiar a la protección maternal de María a los sacerdotes, los consagrados y las consagradas, los misioneros y a todos los agentes de bien”

viernes, 14 mayo 2010

Fátima (Agencia Fides) – “He venido a Fátima, porque hacia este lugar converge hoy la Iglesia peregrina, querida por su Hijo como instrumento suyo de evangelización y sacramento de salvación. He venido a Fátima para rezar, con María y con tantos peregrinos, por nuestra humanidad afligida por miserias y sufrimientos... para confiar a la protección maternal de María a los sacerdotes, los consagrados y las consagradas, los misioneros y a todos los agentes de bien que hacen acogedora y benéfica la Casa de Dios”. Son las palabras pronunciadas por el Santo Padre Benedicto XVI durante la Santa Misa que presidió el jueves 13 de mayo, Solemnidad de la Bienaventurada Virgen de Fátima, en la explanada del Santuario portugués, en el 10º aniversario de la Beatificación de Jacinta y Francisco.
En su homilía el Papa confió “al Cielo a todos los pueblos y naciones de la tierra” y prosiguió: “en Dios, estrecho en mi corazón a todos aquellos hijos e hijas suyos, particularmente a cuantos viven en la tribulación o abandonados, con el deseo de transmitirles esa esperanza grande que arde en mi corazón y que aquí, en Fátima, se hace encontrar de manera más palpable”. La grande esperanza de los cristianos es el Señor, que “en su amor misericordioso, ofrece un futuro a su pueblo: un futuro de comunión con él” explicó el Pontífice, subrayando que “nuestra esperanza tiene fundamento real, se basa en un acontecimiento que se coloca en la historia y que al mismo tiempo la supera: ¡Es Jesús de Nazaret!”.
Refiriéndose luego a la “misión profética de Fátima”, Benedicto XVI puso en evidencia que ella no ha terminado, y después de recordar la página bíblica del asesinato de Abel, prosiguió: “El hombre pudo desencadenar un ciclo de muerte y de terror, pero no consigue interrumpirlo... Con la familia humana dispuesta a sacrificar sus vínculos más santos en el altar de estrechos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo, vino del Cielo nuestra Madre bendita ofreciéndose para trasplantar en el corazón de cuantos se confían a ella el Amor de Dios que arde en el suyo”.
La tarde del miércoles 12 de mayo el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a la Capillita de las Apariciones en la explanada del Santuario, donde bendijo las velas de la Procesión y presidió el rezo del Santo Rosario. En su discurso el Papa se dirigió a los fieles con estas palabras: “con la candela encendida en la mano, parecéis un mar de luz alrededor de esta sencilla capilla, erigida con cariño en honor de la Madre de Dios y Madre nuestra... Pero tanto María como nosotros mismos no gozamos de una luz propia: la recibimos de Jesús”. Luego, después de haber invitado a todos a imitar a María en su espíritu de obediencia a la voluntad de Dios, Benedicto XVI dijo: “En nuestro tiempo, en el que la fe en amplias regiones de la tierra corre el riesgo de apagarse como una llama que deja de ser alimentada, la prioridad por encima de todas consiste en hacer a Dios presente en este mundo y abrir a los hombres la entrada a Dios”. Luego exhortó: “No tengáis miedo de hablar de Dios y de manifestar sin vergüenza los signos de la fe, haciendo resplandecer a los ojos de vuestros contemporáneos la luz de Cristo”.
El Santo Padre concluyó su discurso con estas palabras: “Llevo conmigo las preocupaciones y las expectativas de nuestro tiempo y con los sufrimientos de la humanidad herida, con los problemas del mundo, y vengo a ponerlos a los pies de la Virgen de Fátima: Virgen Madre de Dios y amada Madre nuestra, intercede por nosotros ante tu Hijo para que todas las familias de los pueblos, tanto las que se distinguen con el nombre cristiano, cuanto las que lo ignoran todavía su Salvador, vivan en paz y concordia hasta reencontrarse en un único pueblo de Dios para gloria de la santísima e indivisible Trinidad”. (SL) (Agencia Fides 14/05/2010; líneas 42 palabras 656)


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