VATICANO - Mensaje del Papa por la 84a Jornada Misionera: el mandato misionero recibido por todos los bautizados y por la Iglesia toda: “no puede realizarse de manera creíble sin una profunda conversión personal, comunitaria y pastoral”

viernes, 26 marzo 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Sólo a partir de este encuentro con el Amor de dios, que cambia la existencia, podemos vivir en comunión con Él y entre nosotros, y ofrecer a los hermanos un testimonio creíble, dando razón de la esperanza que está en nosotros”: es lo que afirma el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje por la 84ª Jornada Misionera Mundial, que se celebra el Domingo 24 de octubre sobre el tema: “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”.
Cada año la Jornada Misionera Mundial ofrece a todos “la ocasión de renovar el compromiso de anunciar el Evangelio y de dar a las actividades pastorales un aliento misionero más amplio”, asimismo en el mes de octubre “la Iglesia nos invita a aprender de María, mediante la oración del Santo Rosario, a contemplar el proyecto de amor del Padre sobre la humanidad, para amarla como Él la ama”. El Papa reafirma luego que el compromiso y la tarea del anuncio evangélico le corresponde a toda la Iglesia “misionera por naturaleza”, y prosigue: “En una sociedad multiétnica que cada vez experimenta más formas de soledad y de indiferencia alarmantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de esperanza y a convertirse en hermanos universales, cultivando los grandes ideales que transforman la historia y, sin falsas ilusiones o inútiles miedos, comprometerse a hacer que el planeta sea la casa de todos los pueblos”.
Después de haber evidenciado que “también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes no sólo que ‘hablen’ de Jesús, sino que ‘hagan ver’ a Jesús, hagan resplandecer el Rostro del Redentor en cada ángulo de la tierra ante las generaciones del nuevo milenio, y especialmente ante los jóvenes de cada continente”, el mensaje del Papa prosigue: “Estas consideraciones remiten al mandato misionero que han recibido todos los bautizados y la Iglesia entera, pero que no puede realizarse de manera creíble sin una profunda conversión personal, comunitaria y pastoral. De hecho, la conciencia de la llamada a anunciar el Evangelio apremia no sólo a cada fiel, sino a todas las Comunidades diocesanas y parroquiales a una renovación integral, y a abrirse cada vez más a la cooperación misionera entre las Iglesias, para promover el anuncio del Evangelio en el corazón de cada persona, de cada pueblo, cultura, raza, nacionalidad, y en todas las latitudes”.
Benedicto XVI recuerda asimismo el compromiso constante de los agentes pastorales en la promoción de la comunión eclesial, “de manera que también el fenómeno de la “interculturalidad” pueda integrarse en un modelo de unidad, en el que el Evangelio sea fermento de libertad y de progreso, fuente de fraternidad, de humildad y de paz”. Luego subraya que “la comunión eclesial nace del encuentro con el Hijo de Dios, Jesucristo, que, en el anuncio de la Iglesia, alcanza a los hombres y crea comunión con Él mismo y, consiguientemente, con el Padre y el Espíritu Santo” y que “la Iglesia se convierte en ‘comunión’ a partir de la Eucaristía, en la que Cristo, presente en el pan y en el vino, con su sacrificio de amor edifica a la Iglesia como su cuerpo, uniéndonos al Dios uno y trino y entre nosotros”. Pero el amor que celebramos en el Sacramento no lo podemos guardar sólo para nosotros, “éste exige por su naturaleza que sea comunicado a todos”, y por lo tanto “una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera”.
En la parte conclusiva del Mensaje, el Santo Padre exhorta a sentirnos “todos protagonistas del empeño de la Iglesia por anunciar el Evangelio”, y renueva “la invitación a la oración y, a pesar de las dificultades económicas, al empeño de la ayuda fraterna y concreta para sostener a las jóvenes Iglesias”. Expresando su gratitud por el precioso servicio realizado por las Obras Misionales Pontificias en el apoyo a la formación de sacerdotes, seminaristas y catequistas en las tierras de misión y en el aliento de las jóvenes comunidades eclesiales, el Papa manifiesta un reconocimiento afectuoso “a los misioneros y a las misioneras, que son testigos en los lugares más lejanos y difíciles, a menudo con la vida, de la venida del Reino de Dios”. (SL) (Agencia Fides 26/03/2010; líneas 46 palabras 700)


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