VATICANO - “La migración, es también una invitación a imaginar un futuro diferente, que persiga el desarrollo del género humano en su totalidad”

jueves, 18 febrero 2010

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “La migración es un signo de los tiempos, que afecta profundamente a nuestras sociedades. Su extensión y sus dimensiones han aumentado dramáticamente y seguirá haciéndolo en el futuro próximo. La migración, por lo tanto, es también una invitación a imaginar un futuro diferente, que persiga el desarrollo del género humano en su totalidad, incluyendo a cada ser humano con su potencial espiritual y cultural y su contribución a un mundo más equitativo, marcado por la solidaridad mundial y el pleno respeto de la dignidad humana y de la vida”. Son algunas de las conclusiones del VI Congreso Mundial de la Pastoral para los emigrantes y los Refugiados, tuvo lugar del 9 al 12 de noviembre de 2009 en Vaticano con la participación de 320 delegados de todos los continentes, cuyo Documento final ha sido difundido en estos días.
De la amplia reflexión abierta durante la conferencia, con el testimonio y la intervención de los representantes de las diferentes naciones, emerge que “la migración es un fenómeno de todos los tiempos.”, “favorecida por desequilibrios demográficos y económicos, los malos gobiernos, los conflictos, la falta de libertad, la pobreza y los desastres ambientales, así como de la verdadera esperanza y de la creciente conciencia de la presencia de nuevas y mejores perspectivas de vida.” Además constituye un desafío multidimensional, “muestra cómo las cuestiones de seguridad y el miedo social pueden fácilmente conducir a un incremento de la discriminación, de la xenofobia y del racismo e incluso a la criminalización del migrante”. Ni se pueden olvidar los fenómenos unidos al tráfico de personas, el contrabando, los secuestros, el trabajo forzoso, las nuevas formas de esclavitud humana, que empujan especialmente a mujeres y niños a la prostitución y al trabajo ilegal.
“Al tiempo que los medios de comunicación informan de una cierta mejoría en nuestras economías, los emigrantes siguen teniéndose que enfrentar a la magnitud de los daños causados por la crisis actual” que ha puesto de manifiesto en qué medida los migrantes se ven afectados por los despidos y como esto se traduce en una reducción de los flujos de remesas “Para la Iglesia, el macrofenómeno de la migración es un asunto pastoral prioritario.” Subraya el documento, recordando que “la solidaridad es el primer paso hacia un compartir los valores religiosos entre las comunidades locales y migrantes. Esto podría llevar a la evangelización o al renacer de la fe de aquellos que se han secularizado”, además la migración constituye “una oportunidad ecuménica importante”.

Del Convenio han nacido signos positivos de corresponsabilidad y comunión entre las Iglesias de origen y las Iglesias de acogida, además se ha señalado que “en numerosas ocasiones la Iglesia ha asumido un papel de promoción de la defensa de los derechos humanos y de la dignidad, y ha desarrollado acciones operativas concretas para responder a las numerosas necesidades, heridas y vulnerabilidades de aquellos que han dejado atrás su familia y/o han llegado en situaciones precarias”.
Entre las numerosas “recomendaciones” que contiene el documento, con el fin de promover la pastoral de migrantes y refugiados en la Iglesia Católica se propone reforzar las estructuras eclesiales mediante una mayor colaboración e interconexión entre los obispos de los países de acogida, de tránsito y de origen; mejorar la formación específica sobre el tema de los agentes pastorales (sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos); de desarrollar estrategias a largo plazo, que vayan más allá de las respuestas inmediatas de acogida y solidaridad.
“La Iglesia debe abrir sus brazos a todos los migrantes, cualquiera que sea su edad, credo o convicción. Convirtiendo la Iglesia en un punto de encuentro, especialmente para los jóvenes inmigrantes, se puede contrarrestar el efecto negativo de la secularización, contribuyendo así a transformar la migración en una oportunidad para la evangelización, en el pleno respeto de las opciones personales”. Si espera además que la Iglesia aumente “su cooperación con los gobiernos, la sociedad civil y las autoridades locales para satisfacer las necesidades de los migrantes y defender su dignidad y sus derechos”, pero la Iglesia “necesita mantener su autonomía en su labor pastoral y ningún acuerdo con las instituciones civiles debe menoscabar las obligaciones que emergen de su misma naturaleza”. (SL) (Agencia Fides 18/02/2010)


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