VATICANO - El Papa recuerda en el Regina Cæli que el Espíritu Santo “descendió sobre la Iglesia naciente y la hizo misionera, enviándola a anunciar a todos los pueblos la victoria del amor divino sobre el pecado y sobre la muerte" y recuerda en particular "a las comunidades eclesiales que sufren persecución en el nombre de Cristo"

lunes, 1 junio 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "La Iglesia esparcida por todo el mundo revive hoy, solemnidad de Pentecostés, el misterio de su propio nacimiento, del propio "bautismo" en el Espíritu Santo, acaecido en Jerusalén, cincuenta días después de la Pascua, precisamente en la fiesta judía de Pentecostés" ha recordado Benedicto XVI antes de recitar el Regina Cæli con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro el domingo 31 de mayo. "El Espíritu Santo, que con el Padre y el Hijo creó el universo - ha continuado el Papa -, que guió la historia del pueblo de Israel y habló por medio de los profetas, que en la plenitud de los tiempos cooperó en nuestra redención, en Pentecostés descendió sobre la Iglesia naciente y la hizo misionera, enviándola a anunciar a todos los pueblos la victoria del amor divino sobre el pecado y sobre la muerte”.
El Santo Padre ha subrayado que "el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia", ella que "sería ciertamente un gran movimiento histórico, una compleja y sólida institución social, quizá una especie de agencia humanitaria… Sin embargo, en su verdadera naturaleza y también en su más auténtica presencia histórica, la Iglesia es incesantemente modelada y guiada por el Espíritu de su Señor. Es un cuerpo vivo, cuya vitalidad es precisamente fruto del invisible Espíritu divino”.
Este año la solemnidad de Pentecostés cae en el último día del mes de mayo, en que se celebra habitualmente la fiesta mariana de la Visitación del Virgen Maria a Santa Isabel, ha recordado el Papa, y ha continuado: "La joven María, que lleva en su seno a Jesús y sin pensar en sí misma sale en ayuda del prójimo, es una imagen estupenda de la Iglesia en la perenne juventud del Espíritu, de la Iglesia misionera del Verbo encarnado, llamada a llevarlo al mundo y a testimoniarlo especialmente en el servicio de la caridad”.
Benedicto XVI ha invocado por último, la intercesión de Maria Santísima, "para que alcance para la Iglesia de nuestro tiempo la gracia de ser reforzada por el Espíritu Santo", y " de manera particular sientan la presencia confortante del Paráclito las comunidades eclesiales que sufren persecución en el nombre de Cristo, para que participando en sus sufrimientos, reciban en abundancia el Espíritu de la gloria". (S.L) (Agencia Fides 1/6/2009)


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