VATICANO - Benedicto XVI a la Conferencia Episcopal Italiana: la tarea urgente de la educación “exige el enraizamiento en la Palabra de Dios y el discernimiento espiritual, la proyección cultural y social, el testimonio de la unidad y de la gratuidad”

viernes, 29 mayo 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En un tiempo en el que es fuerte la fascinación por concepciones relativistas y nihilistas de la vida, y la legitimidad misma de la educación es puesta en discusión, el primer aporte que podemos ofrecer es el de testimoniar nuestra confianza en la vida y en el hombre, en su razón y en su capacidad de amar. Ella no es fruto de un ingenuo optimismo, sino que proviene de esa ‘esperanza confiable’ (Spe salvi, 1) que nos es dada por la fe en la redención obrada por Jesucristo”. Es lo que ha subrayado el Santo Padre Benedicto XVI que el 28 de mayo encontró en el Aula del Sínodo, en Vaticano, a los Miembros de la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana (Cei).
“Vuestra asamblea – dijo el Papa al inicio de su discurso – expresa visiblemente y promueve esa comunión de la que vive la Iglesia, y que se realiza también en la concordia de las iniciativas y de la acción pastoral. Con mi presencia vengo a confirmar esa comunión eclesial que he visto constantemente crecer y fortalecerse”. Benedicto XVI agradeció a los Obispos italianos sus testimonios, recibidos en estos meses, de “adhesión fraterna” y “comunión cordial con el magisterio y el servicio pastoral del Sucesor de Pedro, reafirmando así la singular unidad que vincula a la Iglesia en Italia con la Sede Apostólica”.
Tema central de la Asamblea General de la Cei ha sido la tarea fundamental de la educación. “Como he tenido modo de reafirmar otras veces – dijo el Papa –, se trata de una exigencia constitutiva y permanente de la vida de la Iglesia, que hoy tiende a asumir rasgos de urgencia e, incluso, de emergencia”. En la escuela del Maestro Divino es necesario “redescubrir la tarea educativa como una altísima vocación a la que todo fiel, con diversas modalidades, está llamado”.
Después de haber recordado la próxima conclusión del trienio del Ágora de los jóvenes italianos, dedicada a la animación pastoral de los jóvenes en sentido misionero, el Santo Padre invitó “a verificar el camino educativo en acto y a emprender nuevos proyectos para una franja de destinatarios, la de las nuevas generaciones, extremamente amplia y significativa para las responsabilidades educativas de nuestras comunidades eclesiales y de la sociedad toda”. La obra formativa sin embargo incluye también la edad adulta, “que no está excluida de una verdadera y propia responsabilidad de educación permanente”.
No basta, sin embargo un “adecuado proyecto que indique la finalidad de la educación a la luz del modelo a seguir, se necesita de la presencia de educadores autorizados a los que las nuevas generaciones puedan mirar con confianza”, subrayó el Santo Padre. Citando, en este Año paulino, la invitación del Apóstol Pablo: “Sed mis imitadores” (1Cor 11,1), Benedicto XVI ha afirmado que “un verdadero educador pone en juego en primer lugar su persona y sabe unir autoridad y ejemplaridad en la tarea de educar a aquellos que le son confiados… Resulta por lo tanto particularmente feliz la circunstancia que nos dispone a celebrar, luego del año dedicado al Apóstol de las Gentes, un Año sacerdotal. Estamos llamados, junto con nuestros pastores, a redescubrir la gracia y la tarea del ministerio presbiteral. Este ministerio es un servicio a la Iglesia del pueblo cristiano que exige una profunda espiritualidad. En respuesta a la vocación divina, dicha espiritualidad debe nutrirse de la oración y de una intensa unión personal con el Señor, para poder servirlo en los hermanos a través de la predicación, los sacramentos, una ordenada vida de comunidad y la ayuda a los pobres. En todo el ministerio sacerdotal destaca, en tal sentido, la importancia del compromiso educativo, para que crezcan personas libres, verdaderamente libres, es decir responsables, cristianos maduros y conscientes”.
Benedicto XVI destacó luego el “sentido de solidaridad que está profundamente enraizado en el corazón de los italianos y encuentra el modo de expresarse con particular intensidad en algunas circunstancias dramáticas de la vida del país, la última de las cuales ha sido el devastador terremoto que afectó algunas área de los Abruzos”. Por ello, en la actual crisis financiera y económica, el Papa expresó su aprecio y aliento por la iniciativa del fondo de solidaridad denominado “Préstamos de la esperanza”: “que se agrega a las muchas iniciativas realizadas por numerosas diócesis, evocando el gesto de la colecta promovida por el apóstol Pablo a favor de la Iglesia de Jerusalén, es un elocuente testimonio de la generosidad de los países unos con otros”.
Finalmente el Santo Padre recordó la caridad intelectual en la que las Iglesias en Italia están muy comprometidas: “Es un ejemplo significativo el compromiso por la promoción de una difundida mentalidad a favor de la vida en todos sus aspectos y momentos, con una particular atención a aquella marcada por condiciones de gran fragilidad y precariedad”. Antes de concluir su discurso, el Pontífice volvió sobre la tarea urgente de la educación, recordando que ésta “exige el enraizamiento en la Palabra de Dios y el discernimiento espiritual, la proyección cultural y social, el testimonio de la unidad y de la gratuidad”, y encomendó a la acción del Espíritu Consolador “el camino de la Iglesia en Italia y a cada persona que vive en este amadísimo país”. (S.L.) (Agencia Fides 29/5/2009; líneas 58, palabras 873)


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