VATICANO - Benedicto XVI en Montecassino - “El ser humano no se realiza plenamente a sí mismo, no puede ser feliz sin Dios. Os toca particularmente a vosotros, queridos monjes, ser ejemplo viviente de esta relación interior y profunda con Él”

lunes, 25 mayo 2009

Cassino (Agencia Fides) – Después de la Santa Misa y el Regina Caeli en la Plaza Miranda (Cassino), el Santo Padre Benedicto XVI llegó a la Abadía de Montecassino. En la tarde el Santo Padre encontró a la Comunidad Monástica y saludó a algunos organizadores de la Visita, se dirigió luego a la Basílica para la celebración de las Vísperas a las que participaron los Abades y las Comunidades de Monjes y Monjas Benedictinos.
“No vivir más para uno mismo, sino para Cristo: es esto lo que da sentido pleno a la vida de quien se deja conquistar por Él. Lo manifiesta claramente el recorrido humano y espiritual de San Benito, que, abandonando todo, siguió fielmente a Jesús. Encarnando en su existencia el Evangelio, se hizo iniciador de un vasto movimiento de renacimiento espiritual y cultural en Occidente”, dijo el Papa en su homilía. Recordando el evento extraordinario de la “experiencia mística” de Benito, referida por el biógrafo San Gregorio Magno, y que se realizó la noche del 29 de octubre de 540, el Santo Padre subrayó: “Análogamente a lo que ocurrió con Pablo después de su rapto al cielo, también para San Benito, luego de esa extraordinaria experiencia espiritual, tuvo que iniciar una vida nueva. En efecto si la visión fue pasajera, los efectos permanecieron, su misma fisionomía – dicen los biógrafos – resultó modificada, su aspecto permaneció siempre sereno y su porte angélico y, aun viviendo sobre la tierra, se comprendía que con el corazón estaba ya en el Paraíso”. Este don divino le fue concedido “porque el carisma del que Dios lo había dotado tuviese la capacidad de reproducir en el monasterio la vida misma del cielo y restablecer allí la armonía de la creación mediante la contemplación y el trabajo”.
Siguiendo con la homilía, el Pontífice destacó que “Benedicto fue ejemplo luminoso de santidad e indicó a los monjes como único gran ideal a Cristo; fue maestro de civilización que, proponiendo una equilibrada y adecuada visión de las exigencias divinas y de las finalidades últimas del hombre, tuvo siempre bien presentes las necesidades y las razones del corazón, para enseñar y suscitar una fraternidad auténtica y constante, porque en el conjunto de las relaciones sociales no se perdiese de vista una unidad de espíritu capaz de construir y alimentar siempre la paz”. El Papa recordó que justamente la palabra Pax acoge a los peregrinos y visitantes a la puerta de esta Abadía, que “se eleva como llamado silencioso a dejar toda forma de violencia para construir la paz: en las familias, en las comunidades, entre los pueblos y en la humanidad entera”.
Bajo la guía de Benito los monasterios se han convertido en “fervientes centros de diálogo, de encuentro y de benéfica fusión entre pueblos diversos, unificados por la cultura evangélica de la paz – recordó el Pontífice –. Los monjes han sabido enseñar con la palabra y con el ejemplo el arte de la paz actuando en modo concreta los ‘vínculos’ que Benito indica como necesarios para conservar la unidad del Espíritu entre los hombres: la Cruz, que es la ley misma de Cristo; el libro, es decir, la cultura, y el arado, que indica el trabajo, el señorío sobre la materia y sobre el tiempo”.
El Papa recordó que a través de la actividad de los monasterios, “pueblos enteros del continente europeo han conocido un auténtico rescate y un benéfico desarrollo moral, espiritual y cultural, educándose en el sentido de la continuidad con el pasado, en la acción concreta por el bien común, en la apertura hacia Dios y la dimensión trascendente”. Luego invitó a rezar “para que Europa sepa siempre valorar este patrimonio de principios e ideales cristianos que constituye una inmensa riqueza cultural y espiritual”, y esto será posible “solamente si se acoge la constante enseñanza de San Benito, es decir el ‘quaerere Deum’, buscar a Dios, como compromiso fundamental del hombre. El ser humano no se realiza plenamente a sí mismo, no puede ser feliz sin Dios. Os toca particularmente a vosotros, queridos monjes, ser ejemplo viviente de esta relación interior y profunda con Él, obrando sin componendas el programa que vuestro Fundador sintetizó en el ‘nihil amori Christi praeponere’, ‘no anteponer nada al amor de Cristo’. En esto consiste la santidad, propuesta válida para todo cristiano, sobre todo en nuestra época, en que se advierte la necesidad de anclar la vida y la historia a sólidos puntos de referencia espirituales. Por esto, queridos hermanos y hermanas, es más actual que nunca vuestra vocación y es indispensable vuestra misión de monjes”.
Al término de la celebración de las Vísperas, el Papa veneró las reliquias de San Benito y Santa Escolástica, sepultados detrás del altar mayor de la Basílica, luego se dirigió en automóvil al cercano Cementerio Militar Polaco, en el que encendió una lámpara votiva y recitó la oración por los caídos de todas las guerras y de todas las naciones. Luego partió en helicóptero rumbo al Vaticano. (S.L.) (Agencia Fides 25/5/2009; líneas 54, palabras 824)


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