VATICANO - Benedicto XVI en la audiencia general: "Oremos a Dios para que nos enseñe a ver en la Iglesia su presencia, su belleza, a ver su presencia en el mundo, y nos ayude a ser también nosotros transparentes a su luz”

jueves, 30 abril 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Ha estado dedicada al Patriarca Germano de Constantinopla, la catequesis del Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 29 de abril. Como el ha recordado Pontífice, San Germano "no pertenece a las figuras más representativas del mundo cristiano oriental de lengua griega y sin embargo su nombre comparece con cierta solemnidad en la lista de los grandes defensores de las imágenes sagradas".
El Papa ha recordado a continuación algunos datos históricos y biográficos de San Germano. "Durante el patriarcado de Germán (715-730) la capital del imperio bizantino, Constantinopla, sufrió un peligrosísimo asedio por parte de los sarracenos. En aquella ocasión (717-718) se organizó una solemne procesión en la ciudad con la ostensión de la imagen de la Madre de Dios, la Theotokos, y de la reliquia de la Santa Cruz, para invocar de lo Alto la defensa de la ciudad. De hecho, Constantinopla fue liberada del asedio… El Patriarca Germán, tras aquel acontecimiento, se convenció de que la intervención de Dios debía considerarse una aprobación evidente de la piedad mostrada por el pueblo hacia los santos iconos. De parecer completamente distinto fue en cambio el emperador León III, que precisamente ese año (717) fue entronizado como emperador indiscutido en la capital, en la que reinó hasta el 741. Tras la liberación de Constantinopla y tras una serie de victorias más, el emperador cristiano empezó a manifestar cada vez más abiertamente la convicción de que la consolidación del Imperio debía comenzar precisamente por una reordenación de las manifestaciones de la fe, con particular referencia al riesgo de idolatría al que, a su parecer, el pueblo estaba expuesto con motivo del culto excesivo a los iconos. De nada valieron las referencias del patriarca Germán a la tradición de la Iglesia y a la efectiva eficacia de algunas imágenes, que eran reconocidas unánimemente como "milagrosas".
El 7 enero del 730 el emperador tomó postura abierta contra el culto a las imágenes, y Germán que no quiso en modo alguno plegarse a la voluntad del emperador fue obligado a dimitir como Patriarca, auto -condenándose al exilio en un monasterio donde murió olvidado por todos. Sólo con ocasión del Segundo Concilio de Nicea (787), los Padres ortodoxos reconocieron los méritos de alemán.
El Patriarca Germano tuvo mucho cuidado de las celebraciones litúrgicas, además "algunas obras suyas tuvieron un cierto eco sobre todo por ciertas intuiciones suyas sobre la mariología. De él se han conservado, en efecto, diversas homilías de argumento mariano, y algunas de ellas han marcado profundamente la piedad de enteras generaciones de fieles, tanto en oriente como en Occidente". Uno de sus textos mariologicos fue citado por el Papa Pío XII en la Constitución apostólico Munificentissimus Deus (1950), con la que declaró dogma de fe la Asunción de Maria. Este texto fue presentado por el Papa como uno de los argumentos a favor de la fe permanente de la Iglesia sobre la asunción corporal de Maria al cielo. El Patriarca Germano ha sido reconocido, según la tradición bizantina como uno de los que han contribuido mucho en mantener viva la convicción de que "la belleza de la palabra, del lenguaje y belleza del edificio y de la música deben coincidir”.
Poniéndose el interrogante sobre la enseñanza que podemos sacar hoy de la vida y de las obras de este Santo, "cronológicamente y también culturalmente bastante lejos de nosotros", el Papa Benedicto XVI ha subrayado tres cosas. " La primera: hay una cierta visibilidad de Dios en el mundo, en la Iglesia, que debemos aprendr a percibir. Dios ha creado al hombre a su imagen, pero esta imagen ha sido cubierta de tanta suciedad por el pecado, que en consecuencia Dios casi no se veía más en ella. Así el Hijo de Dios se hizo verdadero hombre, perfecta imagen de Dios: en Cristo podemos así contemplar también el rostro de Dios y aprender a ser nosotros mismos verdaderos hombres, verdaderas imágenes de Dios. Cristo nos invita a imitarle, a llegar a ser semejantes a Él, para que en cada hombre se transparente de nuevo el rostro de Dios… Lo segundo es la belleza y la dignidad de la liturgia. Celebrar la liturgia en la conciencia de la presencia de Dios, con esa dignidad y belleza que deja ver un poco su esplendor, es la tarea de todo cristiano formado en su fe. Lo tercero es amar a la Iglesia. Precisamente a propósito de la Iglesia, nosotros los hombres estamos inclinados a ver sobre todo sus pecados, lo negativo; pero con ayuda de la fe, que nos hace capaces de ver de forma auténtica, podemos también, hoy y siempre, redescubrir en ella la belleza divina". El Santo Padre ha concluido su catequesis con esta exhortación: "Oremos a Dios para que nos enseñe a ver en la Iglesia su presencia, su belleza, a ver su presencia en el mundo, y nos ayude a ser también nosotros transparentes a su luz". (S.L) (Agencia Fides 30/4/2009)


Compartir: