EUROPA/AUSTRIA - Sustituir la droga con otra droga ha agravado el problema de la drogadicción; el esfuerzo concreto de la Iglesia en la prevención de este grave fenómeno

viernes, 20 marzo 2009

Viena (Agencia Fides) – Para combatir la difusión de la droga entre los jóvenes es necesario poner en acción iniciativas y políticas que tengan en cuenta en primer lugar la dignidad y la vida del tóxico dependiente. Por el contrario, cuando se ha tratado de sustituir la droga con otra droga, el problema se ha agravado aún más. Es lo que afirmó Su Excelencia Mons. José Luis Redrado Marchite, Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud y Jefe de la delegación vaticana, interviniendo en Viena en el curso de la 52 sesión de la Comisión ONU contra las drogas que se viene desarrollando desde el 11 de marzo.
“Mi delegación – explicó Mons. Redrado – hace votos para que, como ha sucedido ya en el pasado, se reafirme una política y una estrategia de acción que ponga en el centro de nuestros respectivos programas la salud, la dignidad y la vida del tóxico dependiente, y que utilicen todos los medios y recursos disponibles para contrarrestar con fuerza este grave fenómeno del que, lamentablemente, se habla cada vez menos, pero que continúa provocando devastación, desastres y víctimas, sobre todo entre los jóvenes, en proporciones tremendas e inaceptables.
Lo descrito por el representante de la Santa Sede es un cuadro crítico en el que se pone a la luz, entre otras cosas, la baja atención que la opinión pública da al problema de la droga que, por otra parte, continúa devastando la vida de millones de jóvenes. “Pensar vivir en una sociedad libre de la droga – explicó el Jefe de la delegación vaticana – exige a los estados la fuerte voluntad política de extirpar definitivamente este fenómeno que algunos consideran hoy en día una realidad que ya hace parte de nuestra vida cotidiana y para la cual lo único que se podría hacer se limitar en cierta medida los daños”.
De allí la primera observación crítica: “La actividad capilar de las organizaciones y de las instituciones de la Iglesia católica que trabajan en este sector, nos dice que haber sustituido la droga con la droga en el curso de los años simplemente ha agravado más la situación, haciendo crónica la dependencia, sin responder al interrogativo sobre el sentido de la vida, que a nuestro parecer constituye el verdadero núcleo del problema”.
La Iglesia, se recalcó, sostiene, a través del esfuerzo de numerosas organizaciones, la actividad de recuperación y rehabilitación de los tóxico dependientes, en un recorrido que apunta a la involucrar a las familias. “A inicios del 2006 – recordó Mons. Redrado – la Santa Sede condujo un estudio calificado en 121 naciones pertenecientes a 5 áreas continentales (África, América, Asia, Europa, Oceanía) en base a programas y actividades concretas, en estructuras sanitarias católicas que luchan contra el abuso de las drogas”. De la investigación se concluyó que “el 33.3% de los centros católicos de salud tienen un programa para prevenir el uso de sustancias tóxicas. La finalidad del programa es identificar y asistir a las personas dependientes, educar y prevenir el uso de sustancias estupefacientes, formar y actualizar al personal sanitario con relación a la atención, acogida y acompañamiento de los pacientes y de su familia; sensibilizar a la comunidad sobre el problema del abuso de las drogas y combatir la discriminación”.
Finalmente, se dialogó sobre las acciones que han tenido particular éxito “en España, Francia, Irlanda y Portugal, gracias a una intensa actividad de prevención y de asistencia mediante campañas de sensibilización, seminarios, cursos y congresos específicos sobre el tema, la desintoxicación física y la rehabilitación del joven en el ámbito familiar y social, garantizando tanto la intervención médica como la ayuda psicológica, y la promoción entre los jóvenes adolescentes de un estilo de vida y de un comportamiento que garanticen una vida saludable”. (Mtp) (Agencia Fides 20/3/2009; líneas 45, palabras 648)


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