VATICANO - Benedicto XVI recuerda a los Obispos de la Iglesia caldea, en visita Ad limina, el papel fundamental "en vista de la edificación de una sociedad nueva en cuyo cada uno podrá vivir en la concordia y en el respeto recíproco"

martes, 27 enero 2009

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – El discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los Obispos de la Iglesia caldea recibidos en audiencia el 24 de enero, con ocasión de la visita "Ad limina Apostolorum" ha comenzado evocando con emoción las víctimas de la violencia en Irak en el curso de los últimos años y con un llamamiento por la paz en esta región. "Pienso en monseñor Paul Faraj Rahho, arzobispo de Mosul, en el padre Ragheed Aziz Ganni, y en tantos otros sacerdotes y fieles de vuestra Iglesia patriarcal- el ha dicho Papa -. Su sacrificio es el signo de su amor a la Iglesia y a su país. Rezo a Dios por los hombres y mujeres que buscan la paz en esta región bienamada poniendo en común sus fuerzas para hacer cesar la violencia y para permitir así a todos que vivan en seguridad y mutua concordia”.
Después de haber recordado los orígenes de la Iglesia caldea, que se remontan a los primeros siglos de la era cristiana, su "larga" y venerable tradición”, "su insustituible contribución a la Iglesia universal", el Pontífice ha subrayado que hoy la Iglesia caldea, "que tiene un lugar importante entre los diferentes componentes de vuestros países, debe continuar esta misión al servicio del desarrollo humano y espiritual". Para alcanzar este objetivo "es necesario promover un alto nivel cultural entre los fieles, particularmente los jóvenes". Benedicto XVI ha destacado a continuación el "papel fundamental de moderación" que la Iglesia caldea está llamado a desarrollar, en sus relaciones con las otras comunidades, "de cara a la construcción de una nueva sociedad donde cada cual pueda vivir en concordia y respeto mutuos", y ha recordado: "Los cristianos, que viven en Iraq desde siempre, son ciudadanos de pleno derecho con sus derechos y deberes, sin distinción de religión. Deseo aportar mi apoyo a los esfuerzos de comprensión y de buenas relaciones que vosotros habéis elegido como camino común para vivir en una tierra sagrada para todos”.
Para cumplir a su misión, "la Iglesia necesita afirmar sus lazos de comunión con su Señor que la reúne y la envía entre los hombres" ha recordado el Santo Padre, y "esta comunión se tiene que vivir ante todo en la Iglesia… Por eso, la Palabra de Dios debe estar siempre en el corazón de vuestros proyectos y de vuestra acción pastoral. Es sobre la fidelidad a esta Palabra que se puede construir la unidad entre todos los fieles, en comunión con sus pastores”.
El Santo Padre ha revelado a continuación la "riqueza innegable" que constituye la asamblea sinodal, "que debe ser instrumento privilegiado para contribuir a hacer más sólidos y eficaces los lazos de comunión y vivir la caridad entre los obispos… Por otra parte, especialmente en Iraq, la Iglesia caldea, que es mayoritaria, tienen una particular responsabilidad en promover a comunión y la unidad del Cuerpo místico de Cristo”.
Benedicto XVI ha rendido a continuación homenaje a la valentía y perseverancia de los fieles ante las pruebas y amenazas de las que son objeto, sobre todo en Irak: " El testimonio que están dando del Evangelio es un sino elocuente de la vivacidad de su fe y de la fuerza de su esperanza. Os animo vivamente a apoyar a los fieles para que superen las dificultades actuales y afirmen su presencia, apelando a las autoridades responsables para que reconozcan sus derechos humanos y civiles, incitándoles también a amar la tierra de sus antepasados, a la que permanecen profundamente ligados”.
Por último, el Pontífice ha expresado un particular agradecimiento a cuantos acogen en los diversos países con espíritu fraterno a las personas que han tenido que dejar Irak, expresando el deseo de que los fieles caldeos que viven más allá de los confines nacionales, mantengan los vínculos con el propio Patriarcado: " Es indispensable que los fieles guarden su identidad cultural y religiosa y que los más jóvenes descubran y aprecien la riqueza del patrimonio de su Iglesia patriarcal”.
El Papa ha dirigido un saludo afectuosos a los sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas y a todas las personas que se dedican al anuncio del Evangelio, con la invitación "a unirse cada día más a Cristo y a proseguir valientemente su compromiso al servicio del Evangelio y de su misión". El Santo Padre ha invitado a los Obispos a ser "padres, hermanos y amigos" para sus sacerdotes, preocupándose de modo particular de su formación inicial y permanente, e invitándolos a estar cercanos a las personas en necesidad o en dificultad, a los enfermos y a los que sufren. "El testimonio de caridad desinteresada de la Iglesia - ha puesto en evidencia el Pontífice - hacia todos aquellos que pasan necesidad, sin distinción de origen o de religión, no puede dejar de estimular la expresión de solidaridad de todas las personas de buena voluntad. Así, es importante el desarrollo de obras de caridad, para que el mayor número posible de fieles pueda comprometerse de forma concreta con el servicio a los más pobres”.
Benedicto XVI ha concluido su discurso deseando a los "queridos Hermanos en el episcopado", que perseveren con valor y esperanza en su misión: "la oración y la ayuda de vuestros hermanos en la fe y de numerosos hombres de buena voluntad en todo el mundo os acompañan, para que el rostro de amor de Dios pueda seguir brillando sobre el pueblo iraquí que tantos sufrimientos soporta. A los ojos del creyente, éstos, unidos a Cristo, se convierten en elementos de unión y esperanza. Igualmente la sangre de los mártires de esta tierra es una intercesión elocuente ante Dios. Llevad a vuestros diocesanos el saludo y el ánimo afectuoso del Sucesor de Pedro”. (S.L) (Agencia Fides 27/1/2009; Líneas: 66 Palabras: 987)


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