VATICANO - Benedicto XVI en la audiencia general: "Cristo crucificado y resucitado, nuevo Adán, opone al río sucio del mal un río de luz. Y este río está presente en la historia”

jueves, 4 diciembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - La catequesis del San Padre Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 3 de diciembre, se ha centrado en la relación entre Adán, el primer hombre y Cristo en la predicación de San Pablo. "Pablo recorre la historia de la salvación desde Adán a la Ley y de ésta a Cristo - ha explicado el Papa -. En el centro de la escena se encuentran tanto Adán, con las consecuencias del pecado sobre la humanidad, como Jesús y la gracia que, mediante él, ha sido derramada abundantemente sobre la humanidad". El don recibido en Cristo supera con mucho el pecado de Adán y las consecuencias sobre la humanidad, "por tanto, la confrontación que Pablo traza entre Adán y Cristo ilumina la inferioridad del primer hombre respecto a la superioridad del segundo". "Si en la fe de la Iglesia ha madurado la conciencia del dogma del pecado original - ha evidenciado el Pontífice - es porque éste está ligado inseparablemente con otro dogma, el de la salvación y la libertad en Cristo”.
A continuación el Santo Padre ha planteado algunas preguntas: ¿qué es este pecado original? ¿Qué enseña San Pablo, qué enseña la Iglesia? ¿Continua siendo hoy sostenible esta doctrina? Su respuesta ha sido que para muchos, a la luz de la historia de la evolución, hoy “no habría ya lugar para la doctrina de un primer pecado, que después se difundiría en toda la historia de la humanidad. Y, en consecuencia, también la cuestión de la Redención y del Redentor perdería su fundamento". Sobre la existencia del pecado original, el Pontífice ha distinguido dos aspectos: empírico y misterioso. " el hombre sabe que debe hacer el bien e íntimamente también lo quiere realizar. Pero, al mismo tiempo, siente también otro impulso a hacer lo contrario, a seguir el camino del egoísmo, de la violencia, a hacer sólo lo que le apetece aun sabiendo que así actúa contra el bien, contra Dios y contra el prójimo. … Esta contradicción interior de nuestro ser no es una teoría. Cada uno de nosotros la experimenta todos los días. Y sobre todo vemos siempre en torno a nosotros la superioridad de esta segunda voluntad… Como consecuencia de este poder del mal en nuestras almas, se ha desarrollado en la historia un río sucio, que envenena la geografía de la historia humana". Sin embargo esta contradicción del alma humana también provoca un deseo de redención, el deseo de que el mundo cambie, "y precisamente esto es expresión del deseo de que haya una liberación de la contradicción que experimentamos en nosotros mismos”.
Ilustrando el poder del mal en el corazón humano y en la historia humana, el Santo Padre ha afirmado que "en la historia del pensamiento, prescindiendo de la fe cristiana, existe un modelo principal de explicación, con variaciones diversas. Este modelo dice: el ser mismo es contradictorio, lleva en sí tanto el bien como el mal. En la antigüedad esta idea implicaba la opinión de que existían dos principios igualmente originarios: un principio bueno y un principio malo. Este dualismo sería insuperable". En la versión evolucionista atea, del mundo se supone que el ser mismo no es simplemente bueno, " sino abierto al bien y al mal. El mal es tan originario como el bien Lo que los cristianos llaman pecado original sería en realidad sólo el carácter mixto del ser, una mezcla de bien y mal que, según esta teoría, pertenecería a la misma materia del ser. Es una visión en el fondo desesperada: si es así, el mal es invencible”.
Según la fe, testimoniada por san Pablo, se confirma la competición entre las dos naturalezas, pero "la fe nos dice que no hay dos principios, un bueno y un malo, sino que hay un solo principio, el Dios creador, y este principio es bueno, sólo bueno, sin sombra de mal. Y por ello también el ser no es una mezcla de bien y de mal; el ser como tal es bueno. Después sigue un misterio de oscuridad, de noche. El mal no viene de la fuente del mismo ser, no es igualmente originario. El mal viene de una libertad creada, de una libertad abusada… El mal no es lógico. Sólo Dios y el bien son lógicos, son luz. El mal permanece misterioso”.
Refiriéndose al capítulo 3 del libro del Génesis, con la visión de los dos árboles, de la serpiente, del hombre pecador, el Santo Padre ha explicado que esta gran imagen nos hace "adivinar, pero que no puede explicar lo que es en sí mismo ilógico". "El mal viene de una fuente subordinada. Dios con su luz es más fuerte. Y por eso, el mal puede ser superado. Por eso la criatura, el hombre, es curable… Dios ha introducido la curación. Ha entrado personalmente en la historia. A la permanente fuente del mal ha opuesto una fuente de puro bien. Cristo crucificado y resucitado, nuevo Adán, opone al río sucio del mal un río de luz. Y este río está presente en la historia: vemos a los santos, los grandes santos pero también los santos humildes, los simples fieles. Vemos que el río de luz que procede de Cristo está presente, es fuerte”.
El Papa ha concluido la catequesis recordando el dúplice sentido del tiempo de Adviento que la Iglesia está viviendo. Adviento es presencia en cuanto "la luz está presente, Cristo es el nuevo Adán, está con nosotros y entre nosotros. Ya brilla la luz y debemos abrir los ojos del corazón para verla y para introducirnos en el río de la luz. Sobre todo, estar agradecidos al hecho de que Dios mismo ha entrado en la historia como nueva fuente de bien. Pero Adviento quiere decir también espera. La noche oscura del mal es aún fuerte. Y por ello rezamos en Adviento con el antiguo pueblo de Dios: "Rorate caeli desuper". Y oramos con insistencia: ven Jesús; ven, da fuerza a la luz y al bien; ven donde domina la mentira, la ignorancia de Dios, la violencia, la injusticia; ven, Señor Jesús, da fuerza al bien en el mundo y ayúdanos a ser portadores de tu luz, operadores de la paz, testigos de la verdad. ¡Ven Señor Jesús!”. (S.L) (Agencia Fides 4/12/2008)


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