VATICANO - "Pablo sabe que en el doble amor a Dios y al prójimo está presente y cumplida toda la Ley. Así en la comunión con Cristo, la fe en Cristo crea la caridad, se realiza toda la Ley": la catequesis del Papa ha estado dedicada a la predicación de San Pablo sobre la justificación

jueves, 20 noviembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "¿Cómo llega a ser un hombre justo a los ojos de Dios?” Este es el interrogante planteado por el Santo Padre Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles 19 de noviembre, dedicada a la predicación de San Pablo sobre la justificación. "Cuando Pablo encontró al resucitado en el camino de Damasco era un hombre realizado - ha recordado el Santo Padre -: irreprensible en cuanto a la justicia derivada de la Ley (cfr Fil 3,6), superaba a muchos de sus coetáneos en la observancia de las prescripciones mosaicas y era celoso en conservar las tradiciones de sus padres. La iluminación de Damasco le cambió radicalmente la existencia… La Carta a los Filipenses nos ofrece un testimonio conmovedor del paso de Pablo de una justicia fundada en la Ley y conseguida con la observancia de las obras prescritas, a una justicia basada en la fe en Cristo”.
Para Pablo "Cristo no era solamente su vida, sino su vivir" ha continuado el Papa, "No es que despreciase la vida, sino que había comprendido que para él el vivir ya no tenía otro objetivo, y por tanto ya no tenía otro deseo que alcanzar a Cristo, como en una competición atlética, para estar siempre con Él… Sólo la preocupación por el crecimiento en la fe de aquellos a los que había evangelizado y la solicitud por todas las Iglesias que había fundado le inducían a desacelerar la carrera hacia su único Señor, para esperar a los discípulos, para que pudieran correr a la meta con él”.
Pablo coloca en el centro de sus Cartas, la alternativa "entre la justicia por las obras de la Ley y aquella por la fe en Cristo". El Santo Padre se ha centrado a continuación en aclarar "qué es esta 'Ley' de la que somos liberados y qué son esas 'obras de la Ley' que no justifican". Ya en la comunidad de Corinto existía la opinión de que la libertad cristiana consistía en la liberación de la ética, sin embargo "es obvio que esta interpretación es errónea: la libertad cristiana no es libertinaje, la liberación de la que habla san Pablo no es liberarse de hacer el bien.… Para san Pablo, como para todos sus contemporáneos, la palabra Ley significaba la Torá en su totalidad, es decir, los cinco libros de Moisés. La Torá implicaba, en la interpretación farisaica, la que había estudiado y hecho suya Pablo, un conjunto de comportamientos que iban desde el núcleo ético hasta las observancias rituales y cultuales que determinaban sustancialmente la identidad del hombre justo”.
Todas estas observancias fueron particularmente importantes en el tiempo de la cultura helenística, que se había convertido en la cultura universal de entonces y constituía una amenaza para la identidad de Israel, con la pérdida consiguiente "de la preciosa herencia de la fe de los Padres, de la fe en el único Dios y en las promesas de Dios". Era necesario crear un muro de defensa contra esta presión cultural, que consistió precisamente en la observancia y prescripciones judaicas. "Pablo, que había aprendido estas observancias precisamente en su función defensiva del don de Dios, de la heredad de la fe en un único Dios, veía amenazada esta identidad por la libertad de los cristianos: por esto les perseguía. En el momento de su encuentro con el Resucitado entendió que con la resurrección de Cristo la situación había cambiado radicalmente. Con Cristo, el Dios de Israel, el único Dios verdadero, se convertía en el Dios de todos los pueblos.… El muro ya no es necesario, nuestra identidad común en la diversidad de las culturas es Cristo, y es Él quien nos hace justos. Ser justo quiere decir sencillamente estar con Cristo y en Cristo. Y esto basta. Ya no son necesarias otras observancias”.
El Santo Padre ha recordado a continuación que "la expresión 'sola fide' de Lutero es verdadera, si no se opone la fe a la caridad, al amor. La fe es mirar a Cristo, encomendarse a Cristo, unirse a Cristo, conformarse a Cristo, a su vida. Y la forma, la vida de Cristo es el amor; por tanto creer es conformarse con Cristo y entrar en su amor. Por eso san Pablo en la Carta a los Gálatas, en la que sobre todo ha desarrollado su doctrina sobre la justificación, habla de la fe que obra por medio de la caridad”.
El Pontífice ha concluido su catequesis subrayando que "Pablo sabe que en el doble amor a Dios y al prójimo está presente y cumplida toda la Ley" y que nosotros "nos hacemos justos cuando entramos en comunión con Cristo,… la comunión con Cristo, la fe en Cristo crea la caridad. Y la caridad es la realización de la comunión con Cristo. Así, si estamos unidos a Él somos justos, y no hay otra forma. Al final, podemos sólo rezar al Señor para que nos ayude a creer. Creer realmente; creer se convierte así en vida, unidad con Cristo, transformación de nuestra vida. Y así, transformados por su amor, por el amor a Dios y al prójimo, podemos ser realmente justos a los ojos de Dios”. (S.L) (Agencia Fides 20/11/2008,


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