VATICANO - Papa Benedicto XVI a los participantes al Congreso sobre el magisterio de Pío XII: “Su magisterio se cualifica por su amplitud vasta y benéfica, así como por su cualidad excepcional, de modo que puede bien decirse que constituye un precioso legado que la Iglesia ha atesorado y sigue atesorando”

lunes, 10 noviembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “En los últimos años, cuando se ha hablado de Pío XII, la atención se ha concentrado en modo excesivo en una sola problemática, tratada además en modo más bien unilateral. Aparte de toda otra consideración, esto ha impedido una aproximación adecuada a una figura de gran espesor histórico-teológico como es la del Papa Pío XII”. Son las palabras con las que el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a los participantes al Congreso sobre “El legado del magisterio de Pío XII y el Concilio Vaticano II”, promovido por las Pontificias Universidades Gregoriana y Lateranense en el 50º aniversario de la muerte del Siervo de Dios el Papa Pío XII, recibidos en audiencia el 8 de noviembre. “Su magisterio – continuó Benedicto XVI – se cualifica por su amplitud vasta y benéfica, así como por su cualidad excepcional, de modo que puede bien decirse que constituye un precioso legado que la Iglesia ha atesorado y sigue atesorando”.
Recordando las más de cuarenta encíclicas de Pío XII, el Pontífice citó en particular la “Mystici Corporis”, “en la que el Papa afronta el tema de la verdadera e íntima naturaleza de la Iglesia”, e, en íntima conexión con ella, las otras dos Encíclicas “Divino afflante Spiritu” sobre la Sagrada Escritura y “Mediator Dei” sobre la sagrada Liturgia, “en las cuales son presentadas las dos fuentes de las que deben siempre beber quienes pertenecen a Cristo, Cabeza de este Cuerpo que es la Iglesia”. “En este contexto de amplio respiro Pío XII trató las varias categorías de personas que, por deseo del Señor, forman parte de la Iglesia, incluso con vocaciones y tareas diferenciadas: los sacerdotes, los religiosos y los laicos”, subrayó asimismo el Santo Padre, recordando que en la Encíclica “Miranda prorsus”, el Papa se detuvo “en la grande importancia de los modernos medios de comunicación, que en modo cada vez más incisivo iban influenciando la opinión pública”.
El Papa Pío XII dirigió su atención también a los progresos de las ciencias, no dejando “de poner en guardia contra los riesgos que una investigación no atenta a los valores morales puede comportar”, se expresó varias veces sobre el reordenamiento de la sociedad civil, nacional e internacional, basado sobre la justicia. Por otro lado “amerita una mención especial la enseñanza mariológica de Pío XII, que tuvo su cumbre en la proclamación del dogma de la Asunción de María Santísima”.
Refiriéndose luego a la cualidad de la enseñanza de Pío XII, el Pontífice recordó que “Él era contrario a las improvisaciones: escribía con el máximo cuidado cada discurso, sopesando cada frase y cada palabra antes de pronunciarla en público. Estudiaba atentamente las varias cuestiones y tenía la costumbre de pedir consejo a eminentes especialistas, cuando se trataba de temas que requerían de una competencia particular. Por natura e índole Pío XII era un hombre medido y realista, ajeno a los optimismos fáciles, pero era al mismo tiempo inmune al peligro de aquel pesimismo que no es del creyente. Aborrecía las polémicas estériles y desconfiaba profundamente del fanatismo y del sentimentalismo”.
Guardando la amplitud y la alta cualidad de su magisterio, “uno se pregunta como logró hacer tanto, debiendo dedicarse numerosas tareas más vinculadas a su oficio de Sumo Pontífice”, se preguntó el Papa, quien prosiguió: “Todos reconocen en Pío XII una inteligencia fuera de lo común, una memoria de acero, una familiaridad singular con las lenguas extranjeras y una sensibilidad notable. Se ha dicho que él era diplomático completo, un eminente jurista, un excelente teólogo. Todo esto es verdad, pero no explica todo… todo nacía del amor por su Señor Jesucristo y del amor por la Iglesia y la humanidad. Él era ante todo, en efecto, el sacerdote en constante e íntima unión con Dios, el sacerdote que encontraba la fuerza para su impresionante trabajo en largos momentos de oración ante el Santísimo Sacramento, en coloquio silencioso con su Creador y Redentor”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Santo Padre Benedicto XVI subrayó que a cincuenta años de su muerte, “su magisterio multifacético y fecundo sigue siendo para los cristianos de hoy de un valor inestimable. Ciertamente la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, es un organismo vivo y vital, no arrocado inmóvilmente en aquello que era hace cincuenta años. Pero el desarrollo se realiza en la coherencia. Por esto el legado del magisterio de Pío XII ha sido recogido por el Concilio Vaticano II y propuesto de nuevo a las generaciones cristianas sucesivas… Podemos decir por lo tanto que, en la persona del Sumo Pontífice Pío XII, el Señor ha hecho a la Iglesia un don excepcional, por el que todos debemos estar agradecidos”. Al final el Papa manifestó su esperanza de “que se siga reflexionando sobre el legado precioso dejado a la Iglesia del inmortal Pontífice, para sacar aplicaciones proficuas para las problemáticas hoy emergentes”. (S.L.) (Agencia Fides 10/11/2008)


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