VATICANO - “La donación de órganos es una forma peculiar de testimonio de la caridad” afirma el Papa, poniendo en guardia para que “la multiplicación de las peticiones de trasplantes no trastoque los principios éticos que constituyen su fundamento. … el cuerpo nunca podrá ser considerado como un mero objeto”

lunes, 10 noviembre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - " La donación de órganos es una forma peculiar de testimonio de la caridad” ha afirmado el Santo Padre Benedicto XVI dirigiéndose a los participantes en el Congreso Internacional promovido por la Pontificia Academia para la Vida, en colaboración con la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas y el Centro Nacional de Trasplantes, sobre el tema: "Un don para la vida. Consideraciones sobre la donación de órganos", recibidos en audiencia el 7 de noviembre por la mañana.
"Los trasplantes de tejidos de órganos representan una gran conquista de la ciencia médica y son ciertamente un signo de esperanza para muchas personas que atraviesan graves y a veces extremas situaciones clínicas" ha subrayado el Papa en su discurso, destacando también "la larga lista de espera de muchos enfermos cuyas únicas posibilidades de supervivencia están ligadas a las pocas donaciones que no corresponden a las necesidades objetivas". A continuación ha subrayado: "que la multiplicación de las peticiones de trasplantes no trastoque los principios éticos que constituyen su fundamento. Como dije en mi primera encíclica, el cuerpo nunca podrá ser considerado como un mero objeto; de lo contrario se impondría la lógica del mercado. El cuerpo de toda persona, junto al espíritu que es dado a cada quien individualmente, constituye una unidad inseparable en la que está impresa la imagen del mismo Dios. Prescindir de esta dimensión lleva a caer perspectivas incapaces de comprender la totalidad del misterio presente en cada hombre”.
Por tanto, Benedicto XVI ha indicado que se debe poner en el primer lugar "el respeto por la dignidad de la persona y la tutela de su identidad personal. Por lo que se refiere a la técnica del trasplante de órganos, esto significa que sólo se puede hacer una donación si no se pone en serio peligro la propia salud y la propia identidad y siempre por un motivo moralmente válido y proporcionado. Eventuales motivos de compraventa de órganos, así como la adopción de criterios discriminadores o utilitaristas, desentonarían hasta tal punto con el mismo significado de la donación de que por sí mismos se pondrían fuera de juego, calificándose como actos moralmente ilícitos. Los abusos en los trasplantes y su tráfico, que con frecuencia afectan a personas inocentes, como los niños, tienen que encontrar el rechazo unido de la comunidad científica y médica por ser prácticas inaceptables. Por tanto, deben ser condenadas con decisión como abominables. El mismo principio ético debe ser subrayado cuando se quiere llegar a la creación y destrucción de embriones humanos destinados a objetivos terapéuticos”.
Desde el momento en que a menudo el trasplante de órganos ocurre como un gesto de total gratuidad por parte de los familiares de una persona a quien se ha certificado la muerte, el Santo Padre ha recordado que "en estos casos, el consentimiento informado es una condición de la libertad para que el trasplante se caracterice por ser un don y no se interprete como un acto coercitivo o de abuso. De todos modos, es útil recordar que los diferentes órganos vitales sólo pueden extraerse ex cadavere [del cadáver, ndt.], que posee una dignidad propia que debe ser respetada. La ciencia, en estos años, ha hecho progresos ulteriores para constatar la muerte del paciente. Es bueno, por tanto, que los resultados alcanzados reciban el consenso de toda la comunidad científica para favorecer la búsqueda de soluciones que den certeza a todos. En un ámbito como éste no se puede dar la mínima sospecha de arbitrio y, cuando no se haya alcanzado todavía la certeza, debe prevalecer el principio de precaución”.
Después de haber deseado el incremento de la búsqueda y la reflexión interdisciplinaria "de manera que se presente a la opinión pública la verdad más transparente sobre las implicaciones antropológicas, sociales, éticas y jurídicas de la práctica del trasplante", el Santo Padre ha recordado que en estos casos "debe prevalecer siempre como criterio principal el respeto por la vida del donante de manera que la extracción de órganos sólo tenga lugar tras haber constatado su muerte real. El acto de amor, que se expresa con el don de los propios órganos vitales, es un testimonio genuino de caridad que sabe ver más allá de la muerte para que siempre venza la vida. La senda que hay que seguir, hasta que la ciencia descubra nuevas formas posibles y más avanzadas de terapia, tendrá que ser la de la formación y difusión de una cultura de la solidaridad que se abra a todos sin excluir a nadie. Una medicina de los trasplantes coherente con una ética de la donación exige el compromiso de todos por invertir todo esfuerzo posible en la formación y en la información para sensibilizar cada vez más a las conciencias en un problema que afecta diariamente a la vida de muchas personas”. (S.L) (Agencia Fides 10/11/2008)


Compartir: