EUROPA/GEORGIA - El testimonio de los voluntarios de la Operación Paloma, el Cuerpo No-violento de la Paz de la Comunidad Papa Juan XXIII: “nuestra presencia en estos lugares quiere ser un pequeño signo de compartir directo, un pequeño signo de paz”

miércoles, 8 octubre 2008

Tbilisi (Agencia Fides) – Publicamos el testimonio enviado a la Agencia Fides de los voluntarios de la Operación Paloma, el Cuerpo No-violento de Paz de la Comunidad Papa Juan XXIII fundada por don Oreste Benzi. La Comunidad está presente en Georgia desde julio del 2007.
4 de octubre de 2008. Estamos de viaje. Viajamos en un viejo autobús que parece tener el motor de uno todavía más viejo… una vez lanzado, con su cargo de unas cincuenta personas, a una velocidad de más o menos, al menos así parecería, 60 km por hora, da la impresión de moverse por inercia desafiando todas las leyes de la física… Este autobús acompaña a los georgianos desde Tbilisi hasta Gori… y dos extranjeros, dos italianos.
Dos italianos que, desafiando la propaganda y la información, han decidido entrar nuevamente por algunos días en la zona controlada por las tropas Rusas llamada “Buffer Zone”, a pocos minutos a pie de la autoproclamada capital de Osetia del sur Tskhinvali, precisamente en Nikosi.
Nikosi, uno los de tantos pueblos georgianos que durante la guerra de agosto vio escapar alrededor de tres mil habitantes, buscando huir de los fuertes bombardeos oseto-ruso-georgianos. Hoy Nikosi parece un pueblo fantasma, se han quedado solamente los habitantes ancianos, alrededor de 250, con una edad media de 70 años. Viven en una situación de pobreza dramática, de aislamiento, ente dos puntos de control rusos… pero según ellos no son éstos los que los preocupan realmente. Son los osetos, o mejor, algunas bandas de paramilitares autorizados por el gobierno local sud-oseto, que de día y de noche los amenazan, atemorizan y despojan de lo poco que les ha quedado en sus casas. Fundamentalmente tratan de obligarlos a dejar completamente el pueblo: “¡regresad a vuestra Georgia!”
Pero demos un paso atrás. Mientras estamos de viaje hacia Gori, desde la ventana opaca del autobús vemos una gran obra en construcción, quizás 100 casas, quizás más, una nueva ciudad está naciendo. El gobierno ha decidido que con las ayudas internacionales construirá casas para aquellos que no podrán regresar a sus pueblos.
Mi cabeza y la de Fabrizio, mi compañero de viaje de la Operación Paloma (Cuerpo No-violento de Paz de la Comunidad Papa Juan XXIII) recorre tantas situaciones ya vistas y vividas en otras partes del mundo; la última ayer por la tarde, en un grande campo de refugiados en Tbilisi: para esta gente ya decidieron otros su futuro, ellos no podrán regresar a sus pueblos, y así no perderán solamente la casa sino también su historia e identidad… estas son personas que parece están perdiendo su ciudadanía.
Los mismos prófugos en Tbilisi nos decían que no querían otra casa sino que querían simplemente de nuevo “su” casa… esta es la oración que dirigen cada día a Dios; y cuando les preguntamos si la habrían pedido a sus gobernantes, bajando la cabeza nos respondieron nuevamente: “seguiremos pidiéndolo a Dios”. Parece que ya entendieron que es una historia sin regreso, que ya alguien más decidió por ellos.
Se quedaron impresionados cuando les dijimos que vamos otra vez a Osetia. Les contamos que en Nikosi hemos estado con la gente que se ha quedado y que muchos jóvenes durante el día atraviesan los puestos de control militar y en la tarde regresan a Georgia (por miedo a los osetos que en la noche comienzan a disparar ráfagas de metralleta al aire): impresionados porque la TV y los periódicos aquí dicen que no se puede entrar en esas zonas. La provocación que inmediatamente nos hicieron fue: ¡entonces acompáñennos, apenas sea posible, regresen con nosotros!
Pero los prófugos no son los únicos que se asombran de nuestro ingreso a Osetia, las mismas organizaciones grandes y pequeñas llegadas en gran número a Tbilisi, así como la misma funcionaria de nuestra embajada italiana nos pregunta: “¿Pero cómo lo han logrado? ¡Nadie entra!”.
He aquí la paradoja, el punto poco claro de la información distorsionada que ha acompañado todo este conflicto. Nosotros regresamos a Osetia del sur porque en Nikosi, con un simple minibús desde Gori, cientos, alrededor de 800 personas, llegan periódicamente para ver como están sus ancianos y para recoger un poco de fruta que vender en Gori, mientras la TV local no dice nada de todo eso. Al contrario.
¿Por qué nosotros dos italianos regresamos a Nikosi? La gente más joven de Nikosi en la tarde no se queda a dormir (sólo algunos pocos valientes), tienen miedo. Los ancianos nos dijeron que si fuésemos a vivir con ellos se sentirían más seguros, y los mismos jóvenes quizás encontrarían el coraje para quedarse también de noche, este es para nosotros uno de los motivos basilares.
Apenas llegados al pueblo, en poco tiempo, con la colaboración del Obispo ortodoxo, que se quedó con sus hermanos al lado de su gente, los ancianos se movilizaron inmediatamente para encontrarnos un techo para la noche. Estaban contentos de vernos de nuevo. No obstante el 70 por ciento de las casas esté abandonada y alrededor del 20 por ciento destruida, una familia nos ofreció el piso superior de su casa. Hasta ayer ese piso tenía signos evidentes del saqueo, los vidrios de las habitaciones todavía destruidas después de las explosiones. Los dueños de casa, en poco tiempo trataron de poner orden para hacernos pasar la noche. La poca gente que quedaba en el pueblo desde agosto ya no vive en el piso superior de sus casas, sino al piano inferior porque, nos dice, es más seguro. Además, muchos ancianos en la noche se reúnen en algunas casas centrales del pueblo para pasar juntos la noche y vencer el miedo de encontrarse ante personas armadas que los amenazan.
Después de haber estado a cena con una pareja de ancianos, faltando la corriente eléctrica, Fabrizio y yo fuimos a dormir, pero nuestro sueño se vio interrumpido hasta las tres de la mañana por las ráfagas de metralleta, que dejaban signos en el cielo, pasando por encima de nuestro techo. En algunos casos se disparaba a cerca de 100 metros de nuestra habitación, distante menos de un kilómetro de la ciudad de Tskhinvali.
Esta noche, en cierta forma, hemos probado lo que esta gente siente cada noche: el miedo. Pero más fuerte aun sentí dentro de mi la sensación terrible que de esa situación no podía huir, no habían medios, y aunque los hubiese tenido no hubiese podido usarlos. Sensación que me hizo entender aquello que esta gente siente cada día: situaciones que no escogen vivir pero que se ven obligados a sufrir. La enésima guerra que una vez más la gente no ha escogido, pero que por voluntad de gobernantes inconscientes y sin escrúpulos, vinculados a intereses que tantas veces se juegan muy lejos de los límites del campo de guerra, están obligados a pagar con los más terribles sufrimientos.
Nuestra presencia, en estos lugares quiere ser un pequeño signo de compartir directo. Un pequeño signo de paz, esta vez no a través de las ayudas materiales, aunque necesarias, factor que muchas veces hace pensar a los extranjeros en zonas de conflicto. Signo de compartir, que es nuestro objetivo poder llevarlo cuanto antes a la otra parte del puesto de control a menos de 5 minutos de nosotros. Porque también los osetos de Tskhinvali, las mujeres, los ancianos y los niños esta noche han escuchado y seguramente sentido lo mismo que nosotros.
7 de octubre de 2008. La Asociación Comunidad Papa Juan XXIII está presente en Abkazia con dos voluntarios de la Operación Paloma (Cuerpo No-violento de Paz). Han entrado hace dos días a la región separatista para hacer una acción de monitoreo después del conflicto de agosto pasado. Hoy los dos voluntarios han sido detenidos en la frontera con Georgia por lo militares rusos que controlan la frontera.
A pesar de que la policía de Abkazia les haya concedido el pase, sin alguna explicación los militares rusos han negado el cruce del puesto de control. Después de exigir explicaciones repetidamente tanto al personal de las Naciones Unidas presente en el lugar, cuanto al comando militar ruso, les ha sido comunicado que el paso estaba bloqueado (probablemente por 3 días) por causa del retiro de las tropas rusas de la zona de seguridad. De hecho los rusos han aislado así Abkazia, prohibiendo cualquier traslado, tanto de entrada cuanto de salida. Nuestros voluntarios la semana pasada entraron también en la zona de seguridad de Osetia del Sur, cerca de la ciudad de Tskhinvali siempre para un viaje de monitoreo. (G.C.) (Agencia Fides 8/10/2008; líneas 97 palabras 1409)


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