VATICANO - La meditación del Papa Benedicto XVI en la apertura de los trabajos del Sínodo de los Obispos: "la evangelización, el anuncio del Evangelio, la misión, no son una especie de colonialismo eclesial, con que queremos meter a otros en nuestro grupo. Es salir de los límites de las culturas individuales a la universalidad que nos comunica a todos, nos une a todos, nos hace a todos hermanos"

martes, 7 octubre 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – En la apertura de los trabajos de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el lunes 6 de octubre, el Santo Padre Benedicto XVI ha presidido la celebración de la hora Tercia, durante la cual ha tenido una meditación sobre algunos versículos del Salmo 118, propuesto en la Liturgia de las Horas, que está dedicado a la Palabra de Dios: " un elogio de esta Palabra suya, expresión de la alegría de Israel por poderla conocer y, en ella, poder conocer su voluntad y su rostro”.
Ante todo el Salmo habla de la solidez de la Palabra: "Ella es sólida, es la verdadera realidad sobre la que basar la propia vida- ha explicado el Papa - ... La Palabra de Dios es el fundamento de todo, es la verdadera realidad… Al final del Sermón de la Montaña el Señor nos habla de las dos posibilidades de construir la casa de nuestra propia vida: sobre la arena y sobre la roca. Sobre la arena construye quien construye solo sobre las cosas visibles y tangibles, sobre el éxito, sobre la carrera, sobre el dinero. Aparentemente estas son las verdaderas realidades. Pero todo esto un día pasará. Lo vemos ahora en la caída de los grandes bancos: este dinero desaparece, no es nada. Y así todas estas cosas, que parecen la verdadera re alidad con la que contar, y que son realidades de segundo orden… Solo la Palabra de Dios es el fundamento de toda la realidad, es estable como el cielo y más que el cielo, es la realidad. Por tanto debemos cambiar nuestro concepto de realismo. Realista es quien reconoce en la Palabra de Dios, en esta realidad aparentemente tan débil, el fundamento de todo”.
Citando el versículo siguiente del Salmo - "Omnia serviunt tibi" - ha comentado el Papa con estas palabras: "Todas las cosas vienen de la Palabra, son un producto de la Palabra… Todo es creado por la Palabra y todo está llamado a servir a la Palabra. Esto quiere decir que toda la creación, al final, está pensada para crear el lugar del encuentro entre Dios y su criatura, un lugar donde el amor de la criatura responda al amor divino, un lugar donde se desarrolle la historia del amor entre Dios y su criatura… La historia de la salvación no es un pequeño acontecimiento, en un pobre planeta, en la inmensidad del universo. No es una cosa mínima, que sucede por casualidad en un planeta perdido. Es el móvil de todo, el motivo de la creación. Todo es creado para que exista esta historia, el encuentro entre Dios y su criatura. En este sentido, la historia de la salvación, la alianza, precede a la creación… Sirviendo al Señor realizamos la finalidad del ser, el fin de nuestra propia existencia”.
Continuando en su meditación, Benedicto XVI ha puesto en evidencia que "si nos detenemos en la letra, no necesariamente habremos comprendido realmente la Palabra de Dios. Existe e peligro de que veamos solo las palabras humanas y de que no encontremos dentro al verdadero actor, el Espíritu Santo. No encontramos la Palabra en las palabras… Así entramos en el movimiento interior de la Palabra, que en palabras humanas esconde y abre las palabras divinas. Por tanto la exégesis, la verdadera lectura de la Sagrada Escritura, no es solamente un fenómeno literario, no es solo la lectura de un texto. Es el movimiento de mi existencia. Es moverse hacia la Palabra de Dios en las palabras humanas”.
Por último, el Papa ha puesto en evidencia que todas las cosas humanas son finitas porque "sólo Dios es infinito. Y por eso también su Palabra es universal y no conoce confines. Entramos por tanto en la Palabra de Dios, entramos realmente en el universo divino. Salimos de la limitación de nuestras experiencias y entramos en la realidad, que es verdaderamente universal. Entrando en la comunión con la Palabra de Dios, entramos en la comunión de la Iglesia que vive la Palabra de Dios. No entramos en un pequeño grupo, en la regla de un pequeño grupo, sino que salimos de nuestros límites. Salimos mar adentro, en la verdadera grandeza de la verdad única, la gran verdad de Dios: Estamos realmente en lo universal. Y así salimos a la comunión de todos los hermanos y hermanas, de toda la humanidad, porque en nuestro corazón se esconde el deseo de la Palabra de Dios que es una. Por eso también la evangelización, el anuncio del Evangelio, la misión, no son una especie de colonialismo eclesial, con que queremos meter a otros en nuestro grupo. Es salir de los límites de las culturas individuales a la universalidad que nos comunica a todos, nos une a todos, nos hace a todos hermanos". El Santo Padre ha concluido su meditación sobre el Salmo, recordando que "la palabra de Dios es como una escalera por la que podemos subir y, con Cristo, bajar a la profundidad de su amor. Es una escalera para llegar a la Palabra en las palabras… La palabra tiene un rostro, es persona, Cristo". (S.L) (Agencia Fides 7/10/2008)


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