VATICANO - Frente a la actual emergencia de las separaciones divorcios, “me gusta pensar en vosotros como a custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido”: el Santo Padre en el Mitin Internacional del Movimiento "Retrouvaille"

lunes, 29 septiembre 2008

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - El 26 de septiembre, el Santo Padre Benedicto XVI recibió en audiencia en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, a los participantes en el Mitin Internacional del Movimiento "Retrouvaille", que trabaja desde hace más de 30 años al servicio de las parejas en dificultad por medio del compromiso de parejas y presbíteros.
“Me ha impresionado, queridos amigos, vuestra experiencia que os pone en contacto con familias marcadas por la crisis del matrimonio- ha afirmado el Papa en su discurso -. Ciertamente en nuestros días la separación y los divorcios se han convertido en una emergencia muy sentida… Vosotros no sois profesionales; sois esposos que a menudo han vivido en primera persona las mismas dificultades, las han superado con la gracia de Dios y el apoyo de Retrouvaille y han experimentado el deseo y la alegría de poner, a su vez, la propia experiencia al servicio de los demás. Entre vosotros hay varios sacerdotes que acompañan a los esposos en su camino, partiendo para ellos la Palabra y el Pan de la vida”.
A continuación el Santo Padre ha subrayado que la crisis conyugal, cuando es seria y grave, presenta dos caras: por una parte, la negativa, aparece como un fracaso, como la prueba de que el sueño ha terminado o se ha transformado en una pesadilla y, por desgracia, "no hay nada que hacer". "Pero hay otra cara, que nosotros desconocemos con frecuencia, pero que Dios ve.- ha continuado Benedicto XVI -. Toda crisis, en efecto, nos lo enseña la naturaleza, constituye el paso a una nueva fase de la vida. Si bien en el caso de las criaturas inferiores esto sucede de manera automática, en el ser humano implica la libertad, la voluntad y, por tanto, una "esperanza más grande" que la desesperación. En los momentos más oscuros, los cónyuges han perdido la esperanza; entonces se da la necesidad de otras personas que la custodien, de un "nosotros", de una compañía de auténticos amigos que, con el máximo respeto, pero también con sincera voluntad de bien, estén dispuestos a compartir algo de su propia esperanza con quien la ha perdido. Pero no de manera sentimental o superficial, sino organizada y realista. De este modo, en el momento de la ruptura, ofrecéis a la pareja una referencia positiva en la que confiar frente a la desesperación. De hecho, cuando la relación degenera, los cónyuges caen en la soledad, tanto individual como de pareja. Pierden el horizonte de la comunión con Dios, con los demás y con la Iglesia. Entonces, vuestros encuentros ofrecen el "agarradero" para no perderse totalmente, y para volver a subir poco a poco la cuesta. Os veo como a custodios de una esperanza más grande para los esposos que la han perdido”.
Si la crisis entre los pareja puede ser también considerada como un "momento de crecimiento", no hay que olvidar que todo Matrimonio cristiano, “incluso el más frágil y vacilante”, y puede encontrar, por tanto, en la humildad la valentía para pedir ayuda al Señor ha subrayado Benedicto XVI. " Cuando una pareja en dificultad o, incluso ya separada, se encomienda a María y se dirige a Aquél que ha hecho de los dos "una sola carne", puede estar segura de que la crisis se convertirá, con la ayuda del Señor, en un momento de crecimiento, y que el amor quedará purificado, madurado, reforzado. Esto sólo lo puede hacer Dios… Él Reaviva y hace que vuelva a arder la llama; ciertamente no como en el enamoramiento, sino de una manera diferente, más intensa y profunda: ahora bien, es siempre la misma llama”.
Concluyendo su discurso, el Pontífice ha asegurado su oración por los miembros del Movimiento para que su labor “no se convierta en mera actividad, sino que sea siempre, en el fondo, testimonio del amor de Dios”. Y ha continuado: " Vuestro servicio va "contra la corriente". Hoy, de hecho, cuando una pareja entra en crisis, se encuentra con muchas personas dispuestas a aconsejar la separación. Incluso a los esposos casados en el nombre del Señor se les propone con facilidad el divorcio, olvidando que el hombre no puede separar lo que Dios ha unido. Para desempeñar vuestra misión también vosotros tenéis necesidad de alimentar continuamente vuestra vida espiritual, poner amor en lo que hacéis para que, al entrar en contacto con realidades difíciles, vuestra esperanza no se agote y no quede reducida a una fórmula”. (S.L) (Agencia Fides 29/9/2008)


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