EUROPA/ITALIA - El confín de las naciones está hoy en día a la puerta de nuestra casa. A los pies de una inmensa cruz izada en el camino industrial de la Palermo de hoy: ser misionero. (Correspondencia desde Palermo de Luca De Mata - 5ª parte)

miércoles, 10 septiembre 2008

Palermo (Agencia Fides) - Sicilia. Palermo. Desde hace dos días que estoy aquí. Reuniones formales. Hablar. Escuchar. Entender y volver a escuchar.
¿Las preguntas? Tan inútiles como las respuestas.
Quien quiere, dice. La inmigración es como la mafia. La historia ya está escrita. Frases y juicios que quieras, pero informaciones reales para mi investigación, pocas. ¿Es esta una puerta para la inmigración clandestina hacia Europa o un punto de llegada? Quien es clandestino, más que en otras partes del mundo, no habla si no se le garantiza que permanecerá como una sombra, invisible. Se entiende, a partir de las frases entre cortadas, que mimetizarse es más fácil que en otras partes donde incluso hay más trabajo.
Todo aquello que aprendo en realidad no lo sé, pues todas las palabras “son dichas por nadie”: esta es la regla para tener una cita. Esta es la regla para escuchar historias de hambre y dolor, de violencia que vive de violencia por unos pocos centavos para sobre vivir. Y más aún, la pregunta sobre lo que significa ser misionero hoy en día en un mundo donde todo se mezcla y los confines de las naciones están a la puerta de nuestras casas.
Dicen que en esta isla existe, que incluso las piedras de las calles pagan por ser pisadas. El calor del verano me obliga a detenerme donde otros compran helados de almendras y nueces. No llevo conmigo cámara fotográfica. Soy solamente uno de los tantos italianos. Turista que camina en una ciudad que no conoce.
Entender donde están mis pies, más aún ahora que no soy un joven, da sentido a mi vida y a mi libertad. Hablo con desconocidos. Continuó con la cuestión de la inmigración.
“La Libia. Todo es culpa de la Libia”. Banalidad. Lugares comunes. Acepto banalidades con tal de escuchar opiniones de desconocidos.
Uno no es del coro. “Todo es su criminalidad, y de quien la lleva”. ¿Criminalidad? Unos pocos pasos y entro en el centro que ha creado de la nada un extraño fraile de corazón inmenso para acoger a esta pobre gente sin nombre, aferrada a la ilusión de un futuro que con certeza no se dará nunca. Los saludo, hablo con ellos, y estoy feliz de no tener la cámara fotográfica. Esconderían el rostro. Han aprendido que para llegar hasta aquí deben seguir siendo nada en la nada. Miro en sus ojos. ¿Toda la gente que el fraile recoge, es buena? ¿Quedan afuera quienes se apoderarán de esta pobre gente para trabajos y tráficos?
¿Charlas? ¿Realidad?
Ciertamente no son parte de una caricatura aquellas personas que encuentro.
Quiero entender que tanto la mafia, y en general las organizaciones criminales, entran en los mecanismos de flujos migratorios y controlan la cotidianeidad para sacar provecho.
La paciencia, el tiempo, los tantos lugares donde iré, voces y narraciones refuerzan esta terrible hipótesis del tráfico de seres humanos para ganar dinero, mucho dinero, más de cuanto podemos imaginar. Estoy aquí para esto y nadie me detendrá hasta llegar hasta el fondo.
No soy ni un sociólogo ni un antropólogo, menos aún parte de quienes por delega de las comunidades debe investigar, prevenir y reprimir. ¡No! Me mueve solo la caridad de la verdad, para que entre nosotros haya cada vez más justicia y paz para todos.
Que nunca más la obtusa xenofobia ni el nuevo racismo se apoderen de lo profundo de nuestras conciencias. Italia es mi Nación y hoy me doy cuenta de que los cambios de los últimos años han sido tan veloces que todos los esquemas que nos hemos construido no representan más nada.
Barrios que conocí solo pocos años atrás, son hoy amplias áreas de pueblos africanos y medio orientales. Los flujos migratorios de los últimos años han cambiado todo.
Adoro las aceitunas. Siempre las busco en Palermo. Aquellos mercados no existen más. Los gritos de los vendedores no son más en siciliano, sino sonidos de pueblos de la otra parte del Mediterráneo. Desde diversos negocios idénticos entre ellos como en toda Europa se difunden músicas orientales.
Es una pobreza ordenada, todo demostrado con ostentada fuerza silenciosa, en esta ciudad el orden no pasa por la presencia del estado, sino de reglas más antiguas, sanguinarias y enraizadas, que obstaculizan todo. ¿La solidaridad? Del valor del amor se pasa al valor del crimen organizado. No creo que ser sacerdote, voluntario, persona de buena voluntad, en estas calles, en estos ángulos y en estos nuevos barrios populares sea cosa fácil. No es fácil vivir donde el trabajo es precario. Los confines entre lo que se puede y lo que no se puede hacer son cada vez una línea difícil de ver y vivir con amor hacia nuestro prójimo. Aquí no ves ambulantes abusivos a cada lado de la vereda como en Nápoles. Solo se les ve después de que los negocios han cerrado. Las reglas son precisas y todos las respetan, esto porque los molineros saben como hacer girar la piedra del molino para obtener el máximo provecho.
Biagio Conte, el fraile que encontré, junto a un sacerdote salesiano y a varios voluntarios de gran corazón, son centinelas del amor. A los pies de una inmensa cruz izada en la cima de un camino acoge a quien quiera que toque la puerta. La primera vez que llegué aquí a la “Misión”, que he querido llamar “de la Esperanza y de la Caridad”, era de noche. Camas por doquier. Incluso bajo las puertas, en los corredores, donde sea que haya espacio. Ofrecer una cama a quien vive en un cartón no es un simple gesto, sino una fuerte señal de esperanza en que el mundo no está perdido, que la vida y la persona son valores aún más fuertes que el crimen o que aquellos que quieren huir de un problema que reviste a todas las naciones: los inmigrantes, regulares o no. Cuándo pueblos enteros están en fuga es como querer controlar las olas de los tsunamis con leyes. ¿Es esto posible? ¿Qué significa ser misionero? ¿Hoy? Hablaremos sobre ello con Fratel Biagio Conte. (desde Palermo, Luca De Mata) (5 - continuará) (Agencia Fides 10/9/2008)


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