VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Sydney (3) - “Al promover los valores cristianos, no debemos olvidar de proclamar su fuente, dando testimonio común de Jesucristo, el Señor”

viernes, 18 julio 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – A las 10:30 del 18 de julio, tuvo lugar en la Cripta de St. Mary’s Cathedral de Sydney, el encuentro ecuménico del Santo Padre Benedicto XVI con algunos líderes de otras Iglesias y Confesiones cristianas y miembros del New South Wales Ecumenical Council. “Australia es un País marcado por gran diversidad étnica y religiosa. Los inmigrantes llegan a las costas de esta majestuosa tierra con la esperanza de encontrar en ella felicidad y buenas oportunidades de trabajo. La vuestra es también una Nación que reconoce la importancia de la libertad religiosa. Éste es un derecho fundamental que, si se respeta, permite a los ciudadanos actuar sobre la base de valores arraigados en sus convicciones más profundas, contribuyendo así al bienestar de toda la sociedad. De este modo, los cristianos contribuyen, junto con los miembros de las otras religiones, a la promoción de la dignidad humana y la amistad entre las naciones”.
Después de reconocer los resultados positivos alcanzados por el camino ecuménico en Australia, que demuestran “que es posible no sólo encontrar resoluciones concretas para una colaboración fructuosa en el presente, sino también que necesitamos proseguir pacientes discusiones sobre los puntos teológicos de divergencia”, Benedicto XVI recordó que este año celebramos el bimilenario del nacimiento de San Pablo, “trabajador incansable en favor de la unidad en la Iglesia primitiva”. “El camino del ecumenismo –destacó el Papa– tiende, en definitiva, a una celebración común de la Eucaristía, que Cristo ha confiado a sus Apóstoles como el Sacramento por excelencia de la unidad de la Iglesia. Aunque hay todavía obstáculos que superar, podemos estar seguros de que un día una Eucaristía común subrayará nuestra decisión de amarnos y servirnos unos a otros a imitación de nuestro Señor... Por esta razón un sincero diálogo sobre el lugar que tiene la Eucaristía –estimulado por un renovado y atento estudio de la Escritura, de los escritos patrísticos y de los documentos de los dos milenios de la historia cristiana– favorecerá indudablemente llevar adelante el movimiento ecuménico y unificar nuestro testimonio ante del mundo”.
El Papa continuó diciendo: “Queridos amigos en Cristo, creo que estaréis de acuerdo en considerar que el movimiento ecuménico ha llegado a un punto crítico. Para avanzar hemos de pedir continuamente a Dios que renueve nuestras mentes con la gracia del Espíritu Santo, que nos habla por medio de las Escrituras y nos conduce a la verdad completa. Hemos de estar en guardia contra toda tentación de considerar la doctrina como fuente de división y, por tanto, como impedimento de lo que parece ser la tarea más urgente e inmediata para mejorar el mundo en el que vivimos”. Luego de resaltar “la interconexión entre el don del conocimiento y la virtud de la caridad”, bien expresada por San Agustín, Benedicto XVI subrayó que “el diálogo ecuménico no solamente avanza mediante un cambio de ideas, sino compartiendo dones que nos enriquecen mutuamente. Una ‘idea’ está orientada al logro de la verdad; un ‘don’ expresa el amor. Ambos son esenciales para el diálogo. Abrirnos nosotros mismos a aceptar dones espirituales de otros cristianos estimula nuestra capacidad de percibir la luz de la verdad que viene del Espíritu Santo”.
Recurriendo a las imágenes bíblicas complementarias de “cuerpo” y “tiempo”, usadas para describir a la Iglesia, el Santo Padre puso en evidencia que “cada elemento de la estructura de la Iglesia es importante; pero todos vacilarían y se derrumbarían sin la piedra angular que es Cristo. Como ‘conciudadanos’ de esta ‘casa de Dios’, los cristianos tienen que actuar juntos a fin de que el edificio permanezca firme, de modo que otras personas se sientan atraídas a entrar y a descubrir los abundantes tesoros de gracia que hay en su interior. Al promover los valores cristianos, no debemos olvidar de proclamar su fuente, dando testimonio común de Jesucristo, el Señor. Él es quien ha confiado la misión a los ‘apóstoles’, es Él del que han hablado los ‘profetas’, y es Él al que nosotros ofrecemos al mundo”. (S.L.) (Agencia Fides 18/7/2008; líneas 46 palabras 664)


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