VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Estados Unidos - "La proclamación de la vida, de la vida abundante, debe ser el centro de la nueva evangelización”

lunes, 21 abril 2008

Nueva York (Agencia Fides) - "La proclamación de la vida, de la vida abundante, debe ser el centro de la nueva evangelización. Pues la verdadera vida - nuestra salvación - se encuentra sólo en la reconciliación, en la libertad y en el amor que son dones gratuitos de Dios. Éste es el mensaje de esperanza que estamos llamados a anunciar y encarnar en un mundo en el que egocentrismo, avidez, violencia y cinismo parecen sofocar muy a menudo el crecimiento frágil de la gracia en el corazón de la gente”. Es el llamamiento que el San Padre Benedicto XVI ha lanzado durante la homilía de la Santa Misa votiva por la Iglesia universal, celebrada en la Catedral de Saint Patrick en Nueva York, el sábado 19 de abril.
Inspirándose en la estructura de la Catedral, el Papa ha propuesto algunas reflexiones sobre las vocaciones particulares dentro de la unidad del Cuerpo Místico. "El primer aspecto se refiere a los ventanales con vidrieras historiadas que inundan el ambiente interior con una luz mística - ha afirmado el Pontífice -. Vistos desde fuera, estos ventanales parecen oscuros, recargados y hasta lúgubres. Pero cuando se entra en el templo, de improviso toman vida; al reflejar la luz que las atraviesa revelan todo su esplendor. Muchos escritores -aquí en América podemos recordar a Nathaniel Hawthorne- han usado la imagen de estas vidrieras historiada para ilustrar el misterio de la Iglesia misma. Solamente desde dentro, desde la experiencia de fe y de vida eclesial, es como vemos a la Iglesia tal como es verdaderamente: llena de gracia, esplendorosa por su belleza, adornada por múltiples dones del Espíritu. Una consecuencia de esto es que nosotros, que vivimos la vida de gracia en la comunión de la Iglesia, estamos llamados a atraer dentro de este misterio de luz a toda la gente”. Muchos miran hoy la Iglesia como las ventanas historiadas, "desde fuera", y también para alguno dese dentro, "la luz de la fe puede amortiguarse por la rutina y el esplendor de la Iglesia puede ofuscarse por los pecados y las debilidades de sus miembros" ha subrayado el Santo Padre, invitando a no ceder "a la frustración, a la desilusión e incluso al pesimismo sobre el futuro”, en cuánta la palabra de Dios “nos recuerda que, en la fe, vemos los cielos abiertos y la gracia del Espíritu Santo que ilumina a la Iglesia y que lleva una esperanza segura a nuestro mundo". Recordando Pentecostés, ha exhortado " a una fe cada vez más profunda en la potencia infinita de Dios, que transforma toda situación humana, crea vida desde la muerte e ilumina también la noche más oscura”.
Benedicto XVI ha continuado haciendo referencia a la arquitectura de la iglesia, que "como todas las catedrales góticas, tiene una estructura muy compleja, cuyas proporciones precisas y armoniosas simbolizan la unidad de la creación de Dios", para proponer una segunda reflexión: sobre “la necesidad de ver todas las cosas con los ojos de la fe para, de este modo, poder comprenderlas en su perspectiva más auténtica, en la unidad del plan eterno de Dios". Eso requiere una continua conversión y el empeño de "renovarnos en el espíritu de nuestra mente", para adquirir una mentalidad nueva y espiritual. También exige el desarrollo de esas virtudes que nos hacen capaces de crecer en santidad y de dar frutos espirituales en el estado de vida propio. La experiencia de división entre diferentes grupos, distintas generaciones y diversos miembros de la misma familia religiosa, que siguió al Concilio Vaticano II, sólo puede ser "si fijamos juntos nuestra mirada en Cristo! Con la luz de la fe descubriremos entonces la sabiduría y la fuerza necesarias para abrirnos hacia puntos de vista que no siempre coinciden del todo con nuestras ideas o nuestras suposiciones… De este modo caminaremos juntos hacia la verdadera renovación espiritual que quería el Concilio, la única renovación que puede reforzar la Iglesia en la santidad y en la unidad indispensable para la proclamación eficaz del Evangelio en el mundo de hoy”.
A este punto el Papa ha vuelto a hablar del abuso sexual con estas palabras: "deseo expresaros sencillamente, queridos sacerdotes y religiosos, mi cercanía espiritual, al mismo tiempo que tratáis de responder con esperanza cristiana a los continuos desafíos surgidos por esta situación. Me siento unido a vosotros rezando para que éste sea un tiempo de purificación para cada uno y para cada Iglesia y comunidad religiosa, y también un tiempo de sanación. Os animo también a colaborar con vuestros Obispos, que siguen trabajando eficazmente para resolver este problema”.
La última observación del Pontífice ha concernido a la unidad de la catedral gótica, que ha "nacida de la tensión dinámica de diferentes fuerzas que empujan la arquitectura hacia arriba, orientándola hacia el cielo. Aquí podemos ver también un símbolo de la unidad de la Iglesia que es -como nos ha dicho san Pablo- unidad de un cuerpo vivo compuesto por muchos elementos diferentes, cada uno con su propia función y su propia determinación… precisamente la variedad y riqueza de las gracias concedidas por el Espíritu nos invitan constantemente a discernir cómo estos dones tienen que ser insertados correctamente en el servicio de la misión de la Iglesia". A continuación el Papa ha exhortado: Si tenemos que ser auténticas fuerzas de unidad, ¡esforcémonos entonces en ser los primeros en buscar una reconciliación interior a través de la penitencia! Perdonemos las ofensas padecidas y dominemos todo sentimiento de rabia y de enfrentamiento! ¡Esforcémonos en ser los primeros en demostrar la humildad y la pureza de corazón necesarias para acercarnos al esplendor de la verdad de Dios!”
Benedicto XVI ha invitado a ser "¡los primeros amigos del pobre, del prófugo, del extranjero, del enfermo y de todos los que sufren!", a actuar "como faros de esperanza, irradiando la luz de Cristo en el mundo y animando a los jóvenes a descubrir la belleza de una vida entregada enteramente al Señor y a su Iglesia”. Dirigiendo de modo especial a los seminaristas y jóvenes religiosas y religiosos presentes, Benedicto XVI ha afirmado: "Cada uno de vosotros tiene un lugar particular en mi corazón. No olvidéis nunca que estáis llamados a llevar adelante, con todo el entusiasmo y la alegría que os da el Espíritu, una obra que otros han empezado, un patrimonio que un día vosotros tendréis que pasar también a una nueva generación". Por último, ha concluido la homilía exhortando a los presentes, a ir, al salir de la Iglesia, "como mensajeros de la esperanza en medio de esta ciudad y en todos aquellos lugares donde nos ha puesto la gracia de Dios. De este modo la Iglesia en América conocerá una nueva primavera en el Espíritu e indicará el camino hacia aquella otra ciudad más grande, la nueva Jerusalén, cuya luz es el Cordero”.
Al término de la Santa Misa el Santo Padre, a improvisado unas palabras, dando las gracias todo por su amor a la Iglesia y a Nuestro Señor, agradeciéndolos porque "también ofrecen su amor al pobre Sucesor de San Pedro": "con toda mi pobreza espiritual, también yo puedo ser ahora, por gracia del Señor, el Sucesor de Pedro. Ciertamente las plegarias y el amor de ustedes son lo que me da la certeza de que el Señor me ayudará en mi ministerio". (S.L) (Agencia Fides 21/4/2008; Líneas: 81 Palabras: 1283)


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