VATICANO - “El arzobispo Rahho tomó su cruz en pos del Señor Jesús y contribuyó así a llevar el derecho a su martirizado país y al mundo entero, dando testimonio de la verdad”: homilía del Santo Padre durante la Misa de sufragio del Arzobispo de Mosul

lunes, 17 marzo 2008

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “En la Pasión de Cristo vemos el cumplimiento de esta misión, cuando Él, frente a una condena injusta, dio testimonio de la verdad, permaneciendo fiel a la ley del amor. Siguiendo este mismo camino, el arzobispo Rahho tomó su cruz en pos del Señor Jesús y contribuyó así a llevar el derecho a su martirizado país y al mundo entero, dando testimonio de la verdad. Fue un hombre de paz y diálogo”. El Santo Padre Benedicto XVI recordó con estas palabras al Arzobispo de Mosul de los Caldeos, S.E.R. Mons. Paulos Faraj Rahho, esta mañana durante la Santa Misa de sufragio que presidió en la Capilla “Redemptoris Mater”.
“Sé que tenía una particular predilección por los pobres y los discapacitados - continuó Benedicto XVI -, para cuya asistencia física y psíquica dio vida a una asociación especial denominada Alegría y Caridad (‘Farah wa Mahabba’), a la que confió la tarea de valorar a estas personas y sostener a sus familias, muchas de las cuales habían aprendido de él a no ocultar a estos parientes y a ver en ellos a Cristo. Que su ejemplo sostenga a todos los iraquíes de buena voluntad, cristianos y musulmanes, para construir una convivencia pacífica, fundada sobre la fraternidad humana y el respeto recíproco”.
Al inicio de la homilía el Papa recordó que “hemos entrado en la Semana Santa llevando en el corazón el gran dolor de la trágica muerte del querido monseñor Paulos Faraj Rahho” y envió “una especial palabra de saludo y aliento” a los Obispos, sacerdotes, religiosos y fieles de la Iglesia “que en Irak sufre, cree y reza”, “confiando que en la fe sepan encontrar la fuerza para no desanimarse en la difícil situación que están viviendo”.
El contexto litúrgico de estos días nos hace revivir los últimos momentos de la vida terrena de Jesús: “horas dramáticas, cargadas de amor y de temor... Horas en las que se evidenció claramente el contraste entre la verdad y la mentira, la mansedumbre y rectitud de Cristo y la violencia y engaño de sus enemigos. Jesús experimentó la aproximación de la muerte violenta, notó que se estrechaba en torno a sí la trama de sus perseguidores. Experimentó la angustia y el temor, hasta la hora crucial de Getsemaní. Pero Él vivió todo esto inmerso en la comunión con el Padre y confortado por la ‘unción’ del Espíritu Santo”. Refiriéndose a continuación al Evangelio del día, que recuerda la cena de Betania con María que unge los pies de Jesús con el precioso ungüento, el Santo Padre afirmó: “Pienso en el santo crisma que ungió la frente de monseñor Rahho en el momento de su bautismo y de su confirmación; que ungió sus manos el día de la ordenación sacerdotal, y después también la cabeza y las manos cuando fue consagrado obispo. Pero pienso también en las muchas ‘unciones’ de afecto filial, de amistad espiritual, de devoción que sus fieles reservaban a su persona, y que le acompañaron en aquellas terribles horas del secuestro y de la dolorosa prisión - a la que llegó tal vez ya herido -, hasta la agonía y la muerte. Pero esas unciones, sacramentales y espirituales, eran prenda de resurrección, ¡prenda de la vida verdadera y plena que el Señor Jesús vino a darnos!”
Al final de su homilía el Papa expresó su deseo de que así como “el amado arzobispo Paulos se entregó sin reservas al servicio de su pueblo, que sus cristianos sepan perseverar en el compromiso de la construcción de una sociedad pacífica y solidaria en el camino del progreso y de la paz”. (S.L.) (Agencia Fides 17/3/2008; líneas 43, palabras 648)


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