VATICANO - Benedicto XVI a los Obispos de Kenia en visita Ad Limina: “mientras conducís vuestro pueblo a aquella unidad por la que rezó Cristo, hacedlo con ardiente amor y firme autoridad, incansables en la longanimidad y en la doctrina”

martes, 20 noviembre 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “Todo Obispo tiene la responsabilidad particular de crear la unidad de su grey, recordando la oración del Señor”, recordó el Santo Padre Benedicto XVI a los Obispos de Kenia, recibidos en audiencia el 19 de noviembre, con ocasión de la visita Ad Limina Apostolorum. El Papa evidenció que “la Iglesia es una en todo el mundo y, al mismo tiempo, se caracteriza por una rica diversidad de tradiciones y expresiones culturales”, sin embargo “Cristo mismo es la fuente y la garantía de nuestra unidad”. El Santo Padre agradeció a los Obispos porque predican el amor de Cristo y exhortan al pueblo a la tolerancia, al respeto y al amor de los hermanos, de las hermanas y de todas las personas. “Son los Obispos quienes, en cuanto ministros y signos de comunión en Cristo, están llamados en primer lugar a hacer manifiesta la unidad de su Iglesia... Los exhorto a continuar con vuestra cooperación fraterna en el espíritu de la comunidad de los discípulos de Cristo, unidos en vuestro amor y en el Evangelio que proclamáis. Si bien cada uno de vosotros debe dar un aporte individual a la voz colegial común de la Iglesia en vuestro País, es importante asegurar que esta variedad de perspectivas sirva siempre para enriquecer la unidad del Cuerpo de Cristo”.
Refiriéndose a la relación con los sacerdotes, el Santo Padre exhortó a los Obispos a trabajar con constancia “para crear un sentido de comunidad en nuestros sacerdotes, unidos en el amor de Cristo y en su ministerio sacramental”. Las dificultades que los pueden llevar a “sentirse aislados o solos y sobrepasados por las propias responsabilidades pastorales” deben ser superadas con la cercanía y el aliento del Obispo, firmemente radicadas en la oración, “porque solamente quien está nutrido está en capacidad de nutrir a otros a su vez”. El Papa alentó a los sacerdotes a alimentarse en abundancia “de las fuentes de la Sagrada Escritura y de la celebración cotidiana y respetuosa de la santísima Eucaristía”, además que dedicarse a la oración de la Liturgia de las Horas. “En tal modo, la fuerza de la oración, la presencia de Jesucristo, renueva su sacerdocio y se expande por el mundo. ¡Ayudad a vuestros sacerdotes a ser más solidarios entre ellos, con el propio pueblo y con vosotros, en cuanto vuestros colaboradores consagrados!”, exhortó el Papa.
En su discurso Benedicto XVI también se detuvo en la institución del matrimonio y en la vida familiar, “que las personas de África aprecian en modo particular”, incluso si sobre este circulan con frecuencia nociones confusas, legadas a tantos males que afligen la sociedad africana. Por esto exhortó a los Obispos a “asistir a los padres en el enseñar a los niños como vivir cristianamente el matrimonio, concebido como unión indisoluble entre un hombre y una mujer, esencialmente iguales en su humanidad y abiertos a la generación de nueva vida”. El Papa denunció el hecho que la cultura secular globalizada esté ejercitando “una cada vez mayor influencia en las comunidades locales como consecuencia de campañas lanzadas por agencias que promueven la interrupción de la gestación” y reafirmó que “esta destrucción directa de vida humana inocente no puede ser justificada en ningún caso, por muy difícil que sean las circunstancias que conducen a dar un paso tan grave”. Invitando a los Obispos a recordar en su predicación “que el derecho a la vida de todo ser humano inocente, nacido o nacederos, es absoluto y válido para todas las personas sin excepción alguna”, Benedicto XVI también recordó que “la comunidad católica debe ofrecer sostenimiento a aquellas mujeres que tienen dificultades en aceptar a un hijo, sobre todo cuando son aisladas por la propia familia y por sus amigos. Al mismo tiempo, la comunidad debería estar abierta a la acogida de cuantos se arrepienten de haber participado en el grave pecado del aborto y debería guiarlos con caridad pastoral y aceptar la gracia del perdón, la necesidad de la penitencia y la alegría de poder entrar nuevamente en la nueva vida de Cristo”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Papa citó “el precioso aporte” ofrecido por la Iglesia en Kenia, a través de sus instituciones pedagógicas, en la transmisión a los jóvenes “de sanos principios éticos y en el hacerlos disponibles para el compromiso para un dialogo pacífico y respetuoso con los miembros de otros grupos sociales o religiosos”. Exhortó a los Obispos a promover la calidad y la identidad católica de los colegios y las universidades y de los seminarios: “La sociedad se beneficia grandemente de católicos instruidos que conocen y ponen en práctica la doctrina social de la Iglesia”. En particular Benedicto XVI se detuvo en la necesidad de tener hoy “profesionales bien formados y personas íntegras en el campo de la medicina, cuyos progresos tecnológicos continúan levantando una serie de cuestiones morales. Al mismo tiempo, el diálogo ecuménico e interreligioso presenta importantes desafíos que se pueden afrontar en manera adecuada solamente gracias a una sana catequesis basadas en los principios de la doctrina católica”. Al final, el Santo Padre deseó que “la luz de la verdad de Cristo pueda resplandecer cada vez más luminosa sobre la tierra y sobre el pueblo de Kenia” y exhortó a los Obispos con estas palabras: “Mis queridos Hermanos Obispos, mientras conducís vuestro pueblo a aquella unidad por la cual Cristo rezó, hacedlo con ardiente amor y firme autoridad, incansables en la longanimidad y en la doctrina”. (S.L.) (Agencia Fides 20/11/2007; líneas 58, palabras 845)


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