Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – Los gestos que la Iglesia define como obras de misericordia corporales y espirituales « el banco más seguro y rentable al que confiar el tesoro de nuestra existencia», porque al practicarlas, como enseña el Evangelio, «con “dos monedas” incluso una pobre viuda puede convertirse en la persona más rica del mundo». Esta es la sugerente y provechosa “inversión existencial” que el Papa León XIV ha propuesto hoy a todos en la breve catequesis que ha precedido al rezo mariano del Ángelus.
Asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico y dirigiéndose a los romanos y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el Obispo de Roma se ha inspirado en el pasaje del Evangelio de Lucas proclamado en la liturgia de este domingo 10 de agosto, en el que Jesús «nos invita a reflexionar sobre cómo invertir el tesoro de nuestra vida».
El Nazareno –ha proseguido el Pontífice- exhorta a «no guardar para nosotros los dones que Dios nos ha dado, sino a emplearlos con generosidad para el bien de los demás, especialmente de quienes están más necesitados de nuestra ayuda». Porque «cada uno de nosotros, en los designios de Dios», es « un bien único, inapreciable, un capital vivo, palpitante, que para crecer requiere ser cultivado y empleado, porque si no se seca y se devalúa. O bien termina perdido, a merced de quienes, como ladrones, se apropian de él para convertirlo simplemente en un objeto de consumo».
Así, las obras de misericordia pueden considerarse como un «banco seguro y rentable» donde depositar el tesoro de la propia vida, recibida como don. «San Agustín», ha recordado el Papa citando el Sermón 390 del obispo de Hipona, «dice: ‘Si dieses una libra de bronce y la recibieses de plata, o la dieses de plata y la recibieras de oro, te considerarías feliz. Lo que das se transforma realmente; se convertirá para ti no en oro ni en plata, sino en vida eterna’. Y explica por qué: ‘se transformará, porque te transformarás tú’». Para comprenderlo –ha añadido el Sucesor de Pedro- «podemos pensar en una mamá que abraza a sus hijos, ¿no es la persona más hermosa y rica del mundo? O también dos novios, cuando están juntos, ¿no se sienten un rey y una reina? Y podríamos poner tantos otros ejemplos».
Por eso, en la familia, en la parroquia, en la escuela y en los lugares de trabajo, «intentemos no perder ninguna ocasión para amar. Esta es la vigilancia que nos pide Jesús, habituarnos a estar atentos, dispuestos, sensibles los unos con los otros, como Él lo está con nosotros en cada instante».
Tras el rezo del Ángelus, León XIV ha pedido seguir rezando «por el fin de las guerras. El 80º aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki ha reavivado en todo el mundo el necesario rechazo a la guerra como medio para resolver conflictos –ha recordado el Pontífice-. Que quienes toman las decisiones tengan siempre presente su responsabilidad frente a las consecuencias de las mismas sobre las poblaciones; que no ignoren las necesidades de los más vulnerables ni el anhelo universal de paz».
A este respecto, el Papa ha felicitado a Armenia y Azerbaiyán, que el viernes 8 de agosto firmaron en Washington, con la mediación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, una declaración conjunta de paz. A continuación, el Pontífice ha llamado la atención sobre la situación «cada vez más desesperada» de la población de Haití, donde «son continuas las noticias de asesinatos, violencia de todo tipo, trata de personas, exilios forzados y secuestros». «Hago un llamamiento apremiante a todos los responsables – ha proseguido el Papa Prevost- para que liberen inmediatamente a los rehenes y solicito el apoyo concreto de la comunidad internacional para crear las condiciones sociales e institucionales que permitan a los haitianos vivir en paz».
(GV) (Agencia Fides 10/8/2025)