ÁFRICA/REP. CENTROAFRICANA - Tras las huellas del obispo misionero de Brésillac

martes, 15 julio 2025

SMA

Monasao (Agencia Fides) – «Cuando me preparaba para venir a África, algunos me advirtieron de las dificultades que encontraría… No solo por los problemas de adaptación, como el clima o la comida, sino también por el choque cultural, que puede provocar malentendidos, decepciones y sufrimientos». Así lo relata el padre Davide Camorani, sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), ordenado en julio de 2021 y enviado a la República Centroafricana el 21 de septiembre del mismo año, a la misión de Monasao, diócesis de Berberati (véase Fides 17/10/2021).

Desde entonces, el padre Davide, quien junto a su hermano, el padre Michele Farina, ha sido pionero de la primera misión de la SMA en el país (véase Fides 3/8/2021), vive en el corazón de África entre los pigmeos bayaka, compartiendo sus alegrías y dificultades, y descubriendo cada día que la misión es, ante todo, obra de Dios.

«Mons. de Brésillac, nuestro fundador, decía que si alguien busca honores o gratificaciones, es mejor que se quede en casa, porque quien busca estas cosas no está hecho para la misión», continúa el padre Davide. «Sin embargo, la vida a veces nos pone ante situaciones que parecen demasiado grandes para nosotros, que superan nuestras capacidades. En esos momentos, uno puede sentir la tentación de rendirse y pensar: “No vale la pena”. Yo también he tenido estos pensamientos...».

«Entonces, ¿dónde está la esperanza? ¿En qué esperamos? La esperanza es Dios y sus promesas, desde Adán hasta hoy. Dios siempre está ahí, nunca nos abandona: solo debemos buscarlo», afirma el misionero.

El padre Davide subraya que «alimentarse de la Palabra de Dios es fundamental: para mí lo ha sido y lo sigue siendo». Leer, estudiar y meditar la Biblia en profundidad permite descubrir que las promesas de Dios permanecen para siempre. «Ahí está la esperanza: saber que Dios actúa, incluso cuando no vemos la luz al final del túnel; saber que esta misión no es mía, sino suya, y que Él está al volante. Por eso no rezo para que me quite la cruz, sino para que el Señor Jesús me dé hombros fuertes para llevarla».
(AP) (Agencia Fides 15/7/2025)


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