ASIA - Los intentos para preservar los recursos hídricos en Asia Central

viernes, 27 junio 2025 agua   geopolítica   ecología   desarrollo  

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de Cosimo Graziani

Tashkent (Agencia Fides) - A finales de mayo, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán firmaron un acuerdo trilateral para la asignación de agua de la cuenca del Bahri Tochik en Tayikistán durante la temporada de cosecha, de junio a agosto. En el reparto de los recursos del lago, ubicado a lo largo del cauce del Syr Darya, uno de los dos ríos más importantes de la región, Kazajistán recibió 491 millones de metros cúbicos de agua para riego agrícola, según informó el periódico Kazinform. El acuerdo muestra cómo los países de la región —Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán— han comenzado a abordar la gestión de los recursos hídricos, en muchas ocasiones, mediante acuerdos bilaterales. El agua en Asia Central se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso debido al cambio climático y a la gestión imprudente de la era soviética, durante la cual se construyeron canales para regar los campos de algodón desde decenas de kilómetros de distancia de los ríos. Así, los dos principales ríos de la región, el Amu Daria y el Syr Daria, se han secado en sus tramos finales, provocando la desaparición del mar de Aral. Los meses de verano son los más complicados de afrontar porque la sequía azota con mayor fuerza y de forma cada vez más generalizada.

El acuerdo entre los tres países tiene repercusiones positivas no solo para la agricultura, sino también para las políticas energéticas de cada nación y, en general, para la gestión común de los recursos hídricos. Porque en el pasado se han producido episodios de tensión que derivaron en verdaderos conflictos por el control de vías fluviales y lagos. El país de los cinco que se ha visto más veces implicado en este tipo de conflicto es Kirguistán. En 2014, se produjeron enfrentamientos en la frontera con Tayikistán; en 2021, se produjo un breve conflicto armado y la crisis se reprodujo al año siguiente, con un saldo de alrededor de cien muertos. La situación en torno a los recursos hídricos se calmó cuando se alcanzó un acuerdo en diciembre del año pasado sobre la delimitación de fronteras y, por consiguiente, también sobre el acceso a los recursos hídricos. Este acuerdo, seguido de otro que también involucraba a Uzbekistán, también se extendió a cuestiones energéticas relacionadas con el uso del agua.

El Amu Daria también fue el centro de los acuerdos firmados en 2021 y 2022 entre Uzbekistán y Turkmenistán. Según el acuerdo de 2022, cualquier decisión que pueda afectar el curso del río, incluida la infraestructura hidroeléctrica, debe ser evaluada previamente de forma independiente por ambos estados. Uzbekistán, probablemente también debido a cambios políticos, firmó un acuerdo similar con Kazajistán ese mismo año para la gestión del acuífero de Pretashkent, que se extiende entre ambos países.

Si bien estos acuerdos muestran cierta disposición para abordar el problema de los recursos hídricos, existen dos problemas que debilitan estos intentos. El primero es que no existe un consenso en la región que incluya a todos los Estados y los coordine. Anteriormente se intentó con la Interstate Commission for Water Coordination (Icwc), creada en 1992 para la protección y el uso de las aguas del Mar de Aral, y con la Chu Talas Water Management Commission, que involucra a Kazajistán y Kirguistán. Ambas iniciativas aisladas necesitan mayor apoyo para poder abordar adecuadamente la cuestión.

Otro problema se refiere a la disposición de otros países a explotar los recursos hídricos de la región. Si bien alcanzar un acuerdo para el Syr Daria es relativamente sencillo, las aguas del Amu Daria delimitan la frontera entre Tayikistán y Afganistán, y este último también pretende explotarlas. El gobierno talibán planea construir el canal Qosh Tepa, que debería fluir hacia el sur desde el río a lo largo de 285 kilómetros y promover la recuperación de la agricultura en el país. En marzo, las obras de construcción se completaron en un 80% y su finalización preocupa especialmente a Turkmenistán y Uzbekistán, dado que el canal desviaría hasta el 20% del caudal actual del río, con una disminución del 80% y el 15% de sus suministros de agua, respectivamente. Lo preocupante son los efectos sobre la agricultura en ambos países y la estabilidad de la obra, que se teme que pueda construirse con tecnología deficiente y generar nuevos problemas hídricos en la región en el futuro.
(Agencia Fides 27/6/2025)


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