OCEANÍA/PAPÚA NUEVA GUINEA - Entre los misioneros de Vanimo que esperan al Papa: «En la selva la gente nos para y nos pide los Sacramentos».

viernes, 6 septiembre 2024

Por Fabio Beretta

Vanimo (Agencia Fides) - Con el océano azul de un lado y selvas densas del otro, el norte de Papúa Nueva Guinea presenta un paisaje único. Esta será la segunda parada del largo viaje del Papa Francisco por Asia y Oceanía. En esta región, los pueblos dispersos entre la costa y las montañas viven sin acceso a electricidad, acueductos o supermercados.
Durante su visita, el Papa Francisco se reunirá con los misioneros de Vanimo, quienes han llegado desde lejos para continuar la labor de quienes les precedieron en la proclamación del Evangelio en esta remota área del continente, que toma su nombre del Océano Pacífico.

El padre Alejandro Díaz, un misionero argentino del Instituto del Verbo Encarnado, de 51 años, explica a la Agencia Fides las claves de su misión que son el diálogo y el respeto: «Llegué hace un año para establecer la primera experiencia de un monasterio masculino en Papúa Nueva Guinea. La estructura, ubicada en el pueblo de Wutung, cerca de la frontera con Papúa, ya está en funcionamiento».

«Llevamos una vida contemplativa típica de los monjes, dedicados a la oración y viviendo de lo que producimos. Pero también somos misioneros. El trabajo del huerto no se limita al monasterio. Hemos entrado en contacto con varias aldeas de la selva, y les enseñamos a cultivar la tierra y a criar animales como vacas, ocas o gallinas».

Ahora, con la llegada del Papa, hay mucho que hacer, mucho que preparar: «Afortunadamente, son muchos los que han acogido el Evangelio y, cuando se enteraron de que el Pontífice iba a venir, todos se pusieron a nuestra disposición para ayudarnos», revela el padre Díaz.

Existe un vínculo de amistad entre el Obispo de Roma y la comunidad de misioneros que trabajan en el norte de Papúa Nueva Guinea. Un vínculo que comenzó hace años: «Siempre nos ha apoyado. Gracias a las ayudas que nos ha enviado, hemos construido un internado para chicos; hemos conseguido vehículos todoterreno para movernos por la selva y también hemos podido comprar un pequeño autobús que sirve de transporte escolar para las aldeas».

«El Papa -cuenta el misionero- ha insistido mucho en venir a Vanimo, que es una ciudad pequeña (150.000 habitantes, ed), muy pobre. Aquí se reunirá con la comunidad local, y luego llegará a un pueblo cercano, Baro, para una visita privada a nuestra escuela». Un concierto preparado por los alumnos, que llevan semanas ensayando sus instrumentos, le dará la bienvenida. «El Papa Francisco bendecirá 25 imágenes de la patrona de Argentina, Nuestra Señora de Luján (icono que también será honrado por el Papa con la entrega de la rosa de oro, ed.) ya que la llegada del Papa coincide con el 25 aniversario de la llegada de la imagen de Nuestra Señora de Luján a Papúa Nueva Guinea. Las imágenes que bendecirá serán luego donadas a las capillas de las aldeas de la selva».

Llevan días que mucha gente va llegando a Baro y Vanimo, no sólo para escuchar y ver al sucesor de San Pedro, sino sobre todo para ayudar a organizar y acondicionar los espacios para la ceremonia: «Con un hermano el otro día también fuimos a cazar ciervos. La gente también nos pide hospitalidad y vienen sin nada porque no tienen nada. Muchos han venido a pie, algunos sin zapatos. Han caminado durante días y con espíritu alegre nos ayudan a preparar lo necesario».

El padre Díaz nos cuenta que la relación que se ha creado entre los misioneros y la población «es muy buena. Nos han acogido bien. Están abiertos al encuentro con Cristo y a la fe católica, tal y como se les propone». Todo el mundo ha participado estos días en reuniones, celebraciones y adoraciones eucarísticas para preparar la llegada del Papa. «Incluso los no católicos lo han hecho. Aquí se vive con respeto».

A diferencia de otras partes del mundo -reconoce el padre Díaz-, «todo el mundo tiene un cierto sentimiento religioso. Hace unos días hicimos una procesión nocturna con la Biblia. Participó mucha gente, incluso no cristianos. Y rezamos una oración universal, poniendo a Dios en el centro».

Y esta unidad también se aprecia en los preparativos de la visita papal: «Incluso los líderes de otras religiones nos han pedido permiso para participar porque entienden que es un acontecimiento importante».

« La fe es fuerte aquí. He estado en la selva -continúa el padre Díaz- y es hermoso ver que entre esas pequeñas sendas encuentras gente que, con un corazón sencillo, te pide que te detengas para celebrar la misa y dar la comunión. Nos dicen: 'Necesitamos confesarnos'. Respetan mucho al sacerdote y la Eucaristía, sobre todo los niños. Aquí las iglesias están llenas de jóvenes y niños. Y eso es exactamente lo que encontrará el Papa: una Iglesia joven sedienta de la Palabra de Dios».

«Su alegría -señala el misionero- está en la fe. Es su riqueza y su bien precioso, y eso les basta. Nosotros únicamente podemos acompañarles y ayudarles en su camino de fe».

La opción de los misioneros es la de la paciencia que confía en el tiempo, sin entrar en conflicto drástico con las costumbres y tradiciones locales. «No eliminamos ni borramos las culturas locales. Hay mucha magia, superstición, brujería... pero sus costumbres y tradiciones son importantes. Poco a poco vamos aclarando todos los elementos y así entienden y aceptan aún más la fe católica».

Por supuesto, no faltan las dificultades: «Algunos líderes tribales no aceptan estas enseñanzas. Piensan -dice el padre Díaz- que queremos robarles o no quieren renunciar a adorar espíritus o elementos de la naturaleza. Nuestra tarea es explicarles bien que queremos ayudarles, compartir con ellos cosas que son buenas para sus vidas». Y la visita del Papa, «para nosotros, misioneros, es como una caricia. Nos sentimos animados a seguir por este camino». (Agencia Fides 6/9/2024)


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