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Por Antonella Prenna
Abbasiya (Agencia Fides) - Jilīb es una de las zonas más antiguas y masificadas de Kuwait, dividida en cinco bloques. De ellos, el bloque 4, es también conocido como ʿAbbāsīya. Aquí se encuentra la parroquia dedicada a San Daniel Comboni, de la que es párroco el padre Johny Lonis, OFM Cap., Vicario Episcopal para los siro-malabares del Vicariato Apostólico de Arabia del Norte.
La Agencia Fides se ha reunido con él al final de una celebración en uno de los tres «basement» (los sótanos donde se celebran los oficios litúrgicos) que forman parte de la parroquia donde se reúnen los aproximadamente 15.000 fieles que componen la comunidad católica, pertenecientes a diferentes ritos y lenguas.
La parroquia, que abarca zonas con una población significativa de malayalíes, procedentes en su mayoría del estado indio de Kerala, también es conocida como la «Pequeña Kerala». Un acrónimo que subraya aún más el papel crucial que desempeña la Iglesia católica a la hora de proporcionar apoyo y orientación espiritual a las personas de la diáspora. En las últimas semanas, el padre Johny ha anunciado que él y la comunidad de Little Kerala, a petición de los propietarios, van a desalojar los pisos y uno de los sótanos. El obispo Aldo Berardi O.S.T., vicario apostólico de Arabia del Norte, está en contacto con las autoridades locales para que se encuentre pronto un nuevo alojamiento donde puedan hospedarse los actuales misioneros y donde puedan seguir celebrando misa.
«San Daniel Comboni, en Abbasiya, reviste una gran importancia para la comunidad cristiana del sur de la India a la que sirve -comienza a relatar el P. Johny-. La parroquia consta de tres sótanos y cuatro pisos. Todos los servicios litúrgicos se celebran en los sótanos, evocando el culto de la Iglesia primitiva en las catacumbas. Los pisos albergan a seis sacerdotes del sur de la India, que representan diferentes ritos y grupos lingüísticos. Junto con los otros cinco sacerdotes presentes, celebramos la liturgia según los ritos latino, siro-malabar y malankaresiano. Los grupos lingüísticos presentes son el malayalam, el konkani de Goa, el konkani de Mangalore y el tamil».
«La comunidad siro-malabar es la mayoritaria en esta parroquia, seguida de la comunidad malayalam latina, y luego konkani, malankara y tamil. Nuestro objetivo es ofrecer un sentimiento de pertenencia y alimento espiritual, en un lugar donde la identidad cultural y la devoción religiosa están entrelazadas. Esta es una parroquia de la gente, para la gente y por la gente -señala el misionero capuchino-. Colaboran con nosotros, gratuitamente, unos 250 voluntarios, profesores de catequesis, sacristanes y secretarios, electricistas, fontaneros, controladores de sonido y voluntarios que se ocupan de la atención ordinaria de las personas».
«Nuestra parroquia también sirve de centro para promover la unidad y la cooperación entre los distintos grupos de la comunidad -continúa el vicario episcopal-. A través del culto compartido, la amistad y las actividades de divulgación, personas de distintos orígenes pueden encontrarse, salvar las diferencias culturales y construir un sentimiento más fuerte de comunidad. Es un verdadero centro espiritual, un símbolo del patrimonio cultural y un faro de inspiración para el servicio y la unidad en la diversidad».
El padre Johny destaca el crecimiento y el desarrollo que la comunidad católica de Kuwait, incluida la de Abbasiya, han experimentado a lo largo de los años, reflejando las tendencias más generalizadas de la migración y la globalización.
«A finales de la década de 1990 y principios del segundo milenio, se produjo una gran afluencia de trabajadores emigrantes y sus familias a Kuwait desde el sur de la India-explica-. Muchos de ellos empezaron a residir en Abbasiya, un barrio de clase media baja de Kuwait, y pronto se dieron cuenta de su mayor problema: en Abbasiya no había un lugar de culto adecuado para los creyentes católicos. Además, la falta de un sistema de transporte público y la estricta expedición de permisos de conducir impedían a un gran número de expatriados que vivían en Abbasiya asistir a los servicios litúrgicos en la Iglesia de la Sagrada Familia de Kuwait City. Otro reto al que se enfrentaban las familias era el alejamiento de los jóvenes, carentes de una formación religiosa adecuada, de sus tradiciones y de un estilo de vida centrado en la Iglesia. Los niños tenían dificultades para asistir a las celebraciones litúrgicas en la India y se habían convertido en meros espectadores. Por ello, muchos optaron por otras religiones y, en algunos casos, abandonaron la fe católica. Todos estos problemas se pusieron varias veces en conocimiento del entonces obispo Camillo Ballin, MCCJ, y finalmente el 29 de enero de 2010 se bendijo y erigió canónicamente esta estación misionera en un pequeño sótano. Fue una bendición absoluta para los miles de católicos que vivían en Abbasiya y que empezaron a afluir en tan gran número que pronto tuvimos que alquilar más sótanos para alojarlos a todos. Ahora la parroquia tiene tres sótanos con capacidad para unos 1.500 fieles cada uno».
«En Abbasiya también ha crecido con el tiempo la comunidad católica siro-malabar, enraizada en la antigua tradición cristiana de Kerala (India). El número exacto de participantes en las liturgias siro-malabares puede variar, pero suele haber una asistencia considerable, lo que refleja la fuerza y vitalidad de la comunidad. La liturgia es el centro del culto, la construcción de la comunidad y la expresión cultural de los católicos siro-malabares de Kuwait. Sin embargo, al igual que muchas comunidades católicas de todo el mundo, proporcionar una atención pastoral y un apoyo espiritual adecuados a una comunidad diversa y en crecimiento puede resultar difícil, especialmente dada la naturaleza transitoria de la vida de los expatriados en Kuwait -subraya el misionero capuchino-. Garantizar que las personas y las familias tengan acceso a los sacramentos, a la educación religiosa y al asesoramiento pastoral requiere una cuidadosa coordinación y recursos. Muchos católicos de Kuwait proceden de culturas diferentes, e integrar estas diferencias culturales en la comunidad parroquial manteniendo la unidad puede ser todo un reto. Equilibrar las tradiciones y prácticas de los diferentes grupos culturales dentro de la comunidad católica requiere sensibilidad y diálogo».
El padre Johny añade que, en general, en Kuwait hay libertad religiosa. «Sin embargo -explica-, actuar como minoría religiosa en un país predominantemente musulmán plantea retos jurídicos y sociales a la comunidad católica. Es crucial establecer relaciones positivas con otras comunidades religiosas para promover la comprensión, la cooperación y el respeto mutuo. Negociar el diálogo y la colaboración interreligiosos manteniendo la fidelidad a las enseñanzas y la identidad católicas. Para muchos católicos que viven en Kuwait, practicar su fe en un país predominantemente musulmán puede evocar toda una serie de emociones y perspectivas. La gente agradece la libertad de practicar su fe. La gente aprecia la oportunidad de asistir a misa, recibir los sacramentos y participar en la vida de la Iglesia sin miedo a la persecución o la discriminación. Los miembros de la comunidad católica de Kuwait sienten un profundo respeto por la fe islámica y sus fieles. Aprecian el rico patrimonio religioso y cultural del país y tratan de vivir en armonía con sus vecinos musulmanes, promoviendo la comprensión y el respeto mutuos. En general -señaló el capuchino-, la práctica del catolicismo en Kuwait es considerada a menudo como una experiencia significativa y enriquecedora para los miembros de la comunidad católica. Aunque puede haber diferencias y desafíos, muchos católicos en Kuwait encuentran puntos en común con sus vecinos musulmanes y abrazan la oportunidad de vivir su fe en una sociedad diversa y multicultural. Vivir nuestra fe es una gran evangelización y proclamación del Evangelio de Jesucristo a través de nuestro testimonio diario en diferentes entornos sociales y culturales».
«Somos una comunidad feliz, una familia afectuosa que se cuida mutuamente», concluye el P. Johny. «Con el corazón dedicado al servicio de Dios y de su pueblo, he tenido el privilegio de ejercer mi ministerio en Kuwait durante nueve años. Como miembro de la Orden Franciscana Capuchina, estoy profundamente comprometido a encarnar el espíritu de San Francisco de Asís, abrazando la sencillez, la humildad y un profundo amor por toda la creación de Dios. En mi ministerio trato de fomentar la unidad, la compasión y el crecimiento espiritual entre los fieles, inspirándome en el mensaje evangélico de amor y misericordia. Es un honor caminar junto a la comunidad católica de Abbasiya, acompañándola en su camino de fe y siendo testigo de la gracia de Dios entre nosotros».
La iglesia católica de Abbasyia ofrece servicios regulares de culto, oportunidades para la oración comunitaria y la participación en la vida sacramental. Hay una «Capilla de Adoración» abierta al público desde las 5:15 de la mañana hasta las 9 de la noche. La comunidad misionera ofrece programas de catequesis y educación religiosa para todas las edades, desde niños que se preparan para la Primera Comunión y la Confirmación hasta adultos que desean profundizar en su comprensión de la fe católica. Hay más de 3000 alumnos de catequesis pertenecientes al rito siro-malabar, al rito latino y al rito malankar, a los que siguen 150 catequistas. Al carecer de edificios adecuados para poder celebrar las reuniones, la comunidad se ha organizado en ocho turnos dos veces por semana. El centro de catequesis siro-malabar de la parroquia de San Daniel Comboni es uno de los mayores del mundo fuera de Kerala.
(Agencia Fides 30/5/2024)
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