Bamako (Agencia Fides) - Las relaciones entre Malí y Argelia se congelan. La junta militar que tomó el poder en Bamako en 2020 emitió ayer, 25 de enero, un comunicado en el que constata "con profunda preocupación actos de enemistad, casos de hostilidad e injerencia en los asuntos internos de Malí por parte de las autoridades de la República Argelina Democrática y Popular".
Bamako acusa a Argel, entre otras cosas, de permitir la presencia en suelo argelino "de representantes de ciertos grupos firmantes del Acuerdo de Paz y Reconciliación nacido del proceso de Argel, convertidos ahora en actores terroristas".
La nota contra Argelia llega cuando, también ayer, la Junta Militar anunció el "fin, con efecto inmediato" del acuerdo de Argel firmado en 2015 con los grupos independentistas del norte del país.
La junta cita "el cambio de actitud de algunos grupos firmantes", pero también "actos de hostilidad e instrumentalización del acuerdo por parte de las autoridades argelinas, cuyo país dirige la mediación".
El acuerdo había entrado en crisis tras la reanudación en 2023 de las hostilidades contra el Estado central y el ejército maliense por parte de grupos independentistas del norte, predominantemente tuareg, tras la retirada de la misión de Naciones Unidas (MINUSMA), expulsada por la junta tras diez años de presencia.
La junta maliense se ha visto afectada por las sanciones impuestas por la ONU, pero cuenta con el apoyo de la Federación Rusa, con la que Argel mantiene excelentes relaciones. Pero esto no ha impedido a Argelia, según Bamako, adherirse al régimen de sanciones.
En su comunicado, los militares malienses lanzan una amenaza velada a Argel para que considere la posibilidad de acoger en Malí a representantes del movimiento por la autodeterminación de Kabilia, región argelina donde las reivindicaciones autonomistas son fuertes. Como si dijera: "Si queréis acoger en vuestro territorio a los movimientos tuareg del norte de Malí, nosotros acogeremos a vuestros autonomistas kabili". Por último, Malí culpa a Argelia del "deterioro de la situación de seguridad en el Sahel". "Si es cierto que la intervención de la OTAN (en realidad contingentes militares enviados por algunos Estados miembros de la OTAN a petición de las autoridades legítimas malienses, ed.) ha exacerbado la amenaza terrorista, no lo es menos que la instalación en el Sáhara del Grupo Salafista Argelino para la Predicación y el Combate (GSPC), y luego su adhesión a Al Qaeda, marca la llegada del terrorismo internacional a la región". Quizás un mensaje velado para dar a entender que las autoridades de Argel tienen vínculos ocultos con algunos de los grupos terroristas que operan en Malí y en el resto del Sahel.
(L.M.) (Agencia Fides 26/1/2024)