Lisboa (Agencia Fides) - Klemen, Špela y Zala, llegados de Eslovenia, forman parte del millón y pico de chicos y chicas que se han reunido estos días en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con el Santo Padre. Una cita muy esperada y a la que los tres acuden como una oportunidad para profundizar en su camino de fe y una ocasión única para rezar y compartir con otros coetáneos.
Lo que les une no es sólo su participación en la JMJ, sino un camino misionero vivido gracias al programa 'Pota'.
"He estado en Madagascar y Turquía - dice Klemen Kraševec -. La mía era una ayuda material, desde reparar vehículos hasta reparar una silla de dentista, que se 'mezclaba' con compartir mi tiempo libre con los chicos del barrio, jugando al fútbol, bailando, cantando y, en general, creando lazos de amistad con ellos. He absorbido todo lo que me rodeaba, un entorno y una cultura diferentes, dinámicas de relación diametralmente opuestas".
Durante estos viajes, Klemen ha experimentado fases de profunda crisis alternadas con experiencias de "Gracia". "Estar en una iglesia en la otra punta del planeta, sentado entre los lugareños y rezando en diferentes idiomas al mismo Dios", explica Klemen, y "darte cuenta, quizá suene trivial decirlo, de que se supone que estás ayudando mientras tienes mucho que aprender, que mejorar en tu relación con Dios, y que experiencias como ésta te infunden aún más deseos de hacerlo".
También para Špela Vrtačnik, que volará a Kazajistán después de la JMJ, han sido muy fuertes las dos experiencias misioneras en Ucrania y Madagascar, dedicadas respectivamente a ayudar a un centro para personas sin hogar y a un oratorio para niños: "Lo que llevo dentro son los rostros de los misioneros y misioneras que he conocido, ejemplos de amor gratuito y de comprensión y paciencia que no podré olvidar".
Para Zala Žnidarič, que desde niña había querido vivir una experiencia misionera, la visita a Kenia del año pasado fue una aventura inolvidable. "Trabajamos con niños de la calle, niños sordos y niños con enfermedades raras", dice Zala. "Percibí claramente lo mucho que nuestra visita significaba para ellos a medida que pasaba el tiempo y crecía el vínculo entre nosotros, y con ello la autenticidad. La gran confianza que he percibido en las personas que he conocido me ha impactado mucho, cada día el Evangelio se hacía carne viva a través de esos hermanos y hermanas".
(EG) (Agencia Fides 4/08/2023)