ÁFRICA/MADAGASCAR - La hermana Norma Carbonaro y la "segunda expedición" a la meseta de Antsirabe

sábado, 5 agosto 2023

FMA

Ambanja (Agencia Fides) - La hermana Norma Carbonaro lleva 35 años en Madagascar y forma parte de la "segunda expedición" de las Hijas de María Auxiliadora, como ella misma relata, refiriéndose a la primera realizada con la hermana Germana Boschetti ( véase Agencia Fides 29/7/2023). "Éramos tres, pero actualmente en Ambanja de las tres sólo quedo yo con las jóvenes. Como no había presencia de las FMA, empecé en la primera parroquia de Betafo, dirigida por los Salesianos, donde nos hicimos cargo de la pequeña escuela parroquial, que estaba en condiciones muy precarias".
La misionera, que ronda ya los ochenta años, se remonta en su memoria a los inicios de su misión. "Empezamos de cero hasta tener unos 600 niños, cada mes nos reuníamos con sus familias. Animadas por el obispo de entonces, durante unos seis años, cada día de la semana íbamos a las aldeas con dos aspirantes a actividades sociales y cristianas, llevábamos medicinas, comprobábamos cuántos niños había sin bautizar y sin escolarizar. Encontramos tanta pobreza y miseria, pero al mismo tiempo tanta acogida, gente animada por una fe cristiana muy profunda, familias unidas, y tantos niños participando en la vida del oratorio salesiano. Entre otras iniciativas, pusimos en marcha un proyecto para mujeres que hasta entonces no habían tenido ningún tipo de formación".
"Después de seis años, me trasladé a Mahajanga, donde las FMA tenían un jardín de infancia al que añadimos una escuela media y, en 1997, un instituto técnico, que faltaba en el país. Nuestras escuelas siempre han estado abiertas, a todos, musulmanes, cristianos, protestantes".
Tras seis años en Mahajanga, la Hna. Norma regresó un par de años más a Betafo, antes de ser llamada a Fianarantsoa, donde las FMA tenían una guardería, una escuela primaria, una escuela media y un instituto de formación profesional para chicas. Pero la misionera no se detiene. Partió de Fianarantsoa hacia Manazare, un pueblo menos avanzado que Betafo, a dos horas de la capital, en el centro del país. "Manazare es un centro agrícola donde la electricidad ha llegado hace poco", explica. Hay un dispensario, una gran escuela general que también ofrece formación para niñas".
Luego, siempre en movimiento, desde 2016 la hermana Norma está en la casa general de Antananarivo, donde se ocupan de una escuela parroquial, con 600 niños, de cuya administración también se ocupan.
"Entre las actividades de la casa provincial de las FMA en la capital también nos ocupamos de un centenar de niños de la calle de los barrios más pobres, de 12 a 16 años, que son totalmente analfabetos. Gracias al tipo de enseñanza que les ofrecemos, en un año pueden obtener el certificado de estudios primarios. También seguimos a un grupo de mujeres muy jóvenes que vienen de la calle, a menudo con niños. Intentamos que sean independientes ofreciéndoles cursos de formación durante un par de meses y dándoles después las herramientas para que puedan ganar algo y no se queden en la calle".
En 37 años de presencia de las FMA en el país hay ahora ocho comunidades más una novena presente durante un año. "Hemos invertido mucho en educación y formación integral, a todos los niveles, para elevar tanto a los jóvenes como a los adultos, respondiendo al dicho de que quien educa a una mujer educa a un pueblo", subraya la Hna. Norma.
En un país que tiene tanto que ofrecer, por desgracia, la precariedad supera a los beneficios. "Vivimos en medio de tanta corrupción, inseguridad, hay una falta total de servicios básicos como educación y salud. Desde hace unos años, hay un gran movimiento de expropiación de las viviendas de las familias más pobres, que se ven desplazadas por la violencia y las amenazas. La inseguridad no es un fenómeno que afecte sólo a las grandes ciudades. Los bandidos llegan a todas partes y llevan a cabo todo tipo de asaltos y pobres de los que intentan rebelarse, los matan enseguida", dice la hermana Norma. Faltan medios de comunicación y las carreteras son casi intransitables".
La misionera concluye destacando el aspecto positivo que suponen los voluntarios: "son el elemento positivo de nuestro compromiso misionero, son muchos, incluso locales, como los animadores, y siempre están disponibles".

(AP) (Agencia Fides 5/8/2023)


Compartir: