AFRICA/MADAGASCAR - “Es urgente reafirmar los valores humanos y cristianos, empezando por los jóvenes, para asegurar nuevas perspectivas a Madagascar": el testimonio del Obispo de Ambanja a Fides

miércoles, 13 abril 2011

Ambanja (Agencia Fides) – "El papel de la Iglesia en Madagascar en este momento es importante, por no decir fundamental. El país vive de hecho un estado de caos político, social, jurídico y moral, por lo que las personas necesitan apoyo y orientación" dice a la Agencia Fides Su Exc. Mpns. Rosario Vella, SDB, Obispo de Ambanja. "En el ámbito político - dice Mons. Vella - la crisis que comenzó en enero de 2009 es la más larga y más compleja de las que se han producido desde la independencia en 1960. En esta crisis emerge el rechazo del diálogo por parte de los líderes y de cualquier intento de reconciliación nacional, la toma del poder político y económico en manos de unas pocas personas o de unas pocas familias, el empobrecimiento de la población y el enriquecimiento de la clase dominante, la corrupción rampante a todos los niveles".
Desde un punto de vista económico, el panorama también es oscuro, aunque las estadísticas no son fiables porque muchas veces están manipulada por el poder político. "Las últimas estadísticas del Banco Mundial - continúa Mons. Vella - informan de que el poder adquisitivo de las familias sigue disminuyendo desde 1980; el crecimiento económico es todavía muy débil y no puede crear mejores condiciones de vida; los 2/3 de la población vive por debajo del umbral de la pobreza; sólo el 13% tiene acceso a la atención médica”. El progresivo deterioro de la situación climática, del medio ambiente e higiénica conduce además a un mayor riesgo de enfermedad y a la pérdida de productividad de las personas. "Las ayudas del exterior (Banco Mundial, Unión Europea, ONG, etc) sólo llegan a las personas que realmente lo necesitan en una pequeña parte. - dice el Obispo -. Los enfermos y los estudiantes son el último eslabón de una larga cadena administrativa que absorbe las ayudas recibidas. Incluso los jóvenes, considerando que dos tercios de la población es menor de 25 años, no son consideran en absoluto, excepto cuando se aprovechan de ellos para las manifestaciones”.
En esta situación de individualismo, corrupción, egoísmo, "la prioridad es la de reafirmar los valores humanos y cristianos", dice el Obispo. "En particular tenemos que centrarnos en el respeto y el amor recíproco, la verdad y la solidaridad. El pueblo de Madagascar ha conservado siempre en su tradición cultural, los valores fundamentales como la fraternidad, la familia y la acogida. ¡es en esto en lo que hay que centrarse!". La iglesia dirige numerosas escuelas, tanto en la ciudad como en el campo, en todo Madagascar, con estudiantes que provienen de todos los estratos sociales, y por lo tanto se puede trabajar bien para inculcar los valores esenciales en las nuevas generaciones.
“En las escuelas vinculadas a la Iglesia católica – explica el Obispo – se está insistiendo en la "Educación al amor y a la vida" para educar a los jóvenes a formar una familia e integrarse en la sociedad. Además, se insiste en la educación cívica, para formar ciudadanos respetuosos de la ley que un día podrán dirigir la sociedad hacia el bien y el respeto de todos. En nuestra diócesis, además de la consigna "educación para todos" hemos creado un sistema de becas que permite a los jóvenes continuar sus estudios universitarios, realizando este sueño que durante mucho tiempo consideramos inalcanzable. Este año estamos sosteniendo a unos 400 jóvenes, en la creencia que los jóvenes no tienen futuro mientras que todo este regido por el clientelismo, por el amor al dinero”.
Otra área de trabajo es la lucha contra la corrupción, donde la Iglesia está trabajando en la sensibilización a través de grupos de 'Justicia y Paz'. "Las intervenciones en el ámbito social son todavía tímidas - dice el Obispo -, pero creemos que poco a poco los laicos tomarán conciencia de sus obligaciones. Hoy más que nunca, el mandamiento de Jesús de Amaos los unos a los otros es muy actual en la vida del pueblo malgache. Cada comunidad cristiana debe convertirse en un centro donde el amor mutuo se hace presente y real. Ocuparse de los pobres, de los encarcelados, de los enfermos, de los débiles, no deben ser opciones de algunos que se han sentido llamados, sino que debe ser el compromiso de todo cristiano. Hay que hacer de las comunidades cristianas un lugar de acogida, diálogo y de apoyo mutuo” concluye Mons. Vella. (AP) (13/4/2011 Agencia Fides)


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