Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) – “Hay regiones del mundo que siguen a la espera de una primera evangelización; otras ya la han recibido, pero necesitan de un trabajo más profundo; y hay otras en las que el Evangelio echó raíces hace ya mucho tiempo, dando lugar a una verdadera tradición cristiana, pero en las que en los últimos siglos – con complejas dinámicas – el proceso de secularización ha producido una grave crisis de sentido en la fe cristiana y en la pertenencia a la Iglesia”. Lo puso en evidencia el Santo Padre Benedicto XVI durante la Celebración de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, que presidió en la Basílica de San Pablo Extramuros la tarde del 28 de junio.
“Desde esta perspectiva – continuó el Santo Padre –, he decidido crear un nuevo Organismo, en la forma de ‘Consejo Pontificio’, con la tarea primordial de promover una renovada evangelización en los países donde ya ha resonado el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que todavía están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una suerte de “eclipse del sentido de Dios”, que constituyen un reto y requieren de los medios adecuados para proponer nuevamente la perenne verdad del Evangelio de Cristo. Queridos hermanos y hermanas, el reto de la nueva evangelización interpela a la Iglesia Universal, y nos pide continuar de manera comprometida en la búsqueda de la unidad entre los cristianos”.
En su homilía Benedicto XVI se detuvo particularmente en el tema de “la vocación misionera de la Iglesia”, inspirándose en el Apóstol de Gentes, e hizo alusión al Magisterio misionero de sus Predecesores. En particular se refirió al Siervo de Dios Giovanni Battista Montini, quien escogió llevar el nombre del Apóstol Pablo, convocó en 1974 la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la Evangelización del mundo contemporáneo y publicó la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, en la que se percibe “la particular sensibilidad misionera de Pablo VI y, a través de su voz, el gran impulso conciliar a la evangelización del mundo contemporáneo”.
“El Papa Juan Pablo II representó ‘en vivo’ la naturaleza misionera de la Iglesia, con sus viajes apostólicos y con la insistencia de su magisterio en la urgencia de una ‘nueva evangelización’ – subrayó Benedicto XVI –… Es para todos evidente que mi Predecesor dio un impulso extraordinario a la misión de la Iglesia, no sólo – repito – por las distancias recorridas por Él, sino sobre todo por el genuino espíritu misionero que lo animaba y que nos ha dejado como herencia en el alba del tercer milenio”.
Luego, Benedicto XVI continuó: “Recogiendo esta herencia, he podido afirmar, al inicio de mi ministerio petrino, que la Iglesia es joven y está abierta al futuro. Lo repito hoy, cerca del sepulcro de San Pablo: la Iglesia es en el mundo una inmensa fuerza renovadora, ciertamente no por sus fuerzas, sino por la fuerza del Evangelio, en la que sopla el Espíritu Santo de Dios, el Dios Creador y Redentor del mundo. Los retos de la época actual están ciertamente más allá de las capacidades humanas, como lo están también los retos históricos y sociales, y con mayor razón los espirituales… También el hombre del tercer milenio desea una vida auténtica y plena, necesita de la verdad, de una libertad profunda, de un amor gratuito. También en los desiertos del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios vivo. Por ello Juan Pablo II escribió: ‘La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, sigue estando lejos de cumplimiento’, y agregó: ‘una mirada de conjunto a la humanidad demuestra que dicha misión está todavía en sus inicios y que debemos comprometernos con todas nuestras fuerzas en su servicio’ (Enc. Redemptoris Missio, 1).” (SL) (Agencia Fides 30/06/2010)