Conakry (Agencia Fides) – En 1958 la decisión del líder nacionalista y futuro primer Presidente de Guinea, Ahmed Sékou Touré, de rechazar el ingreso de su país a la “Communauté franco-africaine” (en la que habrían debido confluir las colonias africanas de París, según lo previsto por la nueva Constitución francesa presentada por Charles De Gaulle) suscitó asombro en occidente y esperanza en los otros países africanos. “Preferimos la pobreza en libertad a la riqueza en esclavitud”, afirmó el entonces joven líder al Presidente francés. Después de Ghana (independiente de Gran Bretaña desde 1957), Guinea era el segundo país de África sub-sahariana en ganar su independencia. El ejemplo de Guinea fue seguido luego de dos años, en 1960 (definido no por casualidad “el año de África”), por la mayor parte de las colonias franco-africanas que optaron por la independencia de París.
Pero la dependencia de los antiguos colonizadores continuó bajo otras formas: en la mayor parte de los Estados de nueva independencia, el poder fue asumido por dictadores, o los mismos autores de la independencia se convirtieron en padres-jefes de la nación, favoreciendo del despotismo, la corrupción y los intereses económicos de grupos financieros e industriales europeos. Guinea no fue una excepción. Luego de ser elegido Presidente, Sékou Touré instauró un régimen de tipo totalitario, inspirado en el de los países comunistas, que provocó la muerte de 50 mil personas y la fuga de cientos de miles de otras personas. Luego de su muerte en 1984, el poder fue asumido por Lansana Conté, también él, cómo Touré, ex oficial.
El régimen de Conté, que incluso se había visto obligado por las presiones internacionales a abrirse a elecciones “democráticas”, vencidas regularmente por el partido presidencial, se caracterizó por el fuerte intervencionismo del Jefe del Estado en toda decisión, incluso en cosas de menor importancia, y por la omnipotencia de su entourage, que tenía a aislar al Presidente de la realidad, aprovechándose al mismo tiempo de mecanismos de depredación de los fondos estatales.
Por ello Guinea es uno de los Estados más pobres del mundo, a pesar de tener importantes recursos naturales. El país, en efecto, es el segundo mayor productor mundial de bauxita y dispone de importantes yacimientos de fierro.
La corrupción campante ha creado descontento en el país, generando en las fases de crisis económica más agudas, duras protestas sociales. Una protesta que ha salido del ámbito militar, el cual tiende sin embargo a reivindicar sus propios intereses, sin solidarizarse con el resto de la población. El ejército está minado por tensiones étnicas principalmente entre los malinké y los peul, así como por rivalidades personales, por el devalúo de la condición militar y por el degrado de las condiciones de vida. Frente a esta situación, el Presidente Conté, hacia fines de los años 90, adoptó algunas medidas para retomar el control del aparato militar, renovando la jerarquía, realizando promociones y mejorando la paga de los soldados. En los años 2000, sin embargo, ha aumentado la disensión entre la población, por una parte, y el régimen de Conté y la corporación de militares, por otra. En el 2007 el aumento del precio del arroz provocó una revuelta popular que obligó a Conté a nombrar a un Primer Ministro “de consenso”, Lansana Kouyate, que no representaba al ejército, como era usual (un caso análogo se verificó en 1996). La revuelta del “arroz” además permitió por primera vez a las organizaciones de la sociedad civil obtener un triunfo, aunque sea parcial, frente a un régimen atornillado al poder.
Durante los primeros años del 2000, además, se acentuó la polarización entre las altas jerarquías militares, aliadas de Conté, y los grados inferiores, representados por jóvenes oficiales, entre los cuales Moussa Dadis Camara, jefe de la Junta militar, que tomó el poder inmediatamente después de la muerte de Conte en diciembre del 2008. La junta, denominada Consejo Nacional para la Democracia y el Desarrollo (CNDD), ha prometido convocar a nuevas elecciones en el 2010, pero no ha sido reconocida por la comunidad internacional.
La manifestación del 28 de septiembre (ver Fides 29/9/2009), reprimida de manera sangrienta, fue inducida por un grupo llamado “Fuerzas Vivas”, que es en gran medida representante de algunos dirigentes del régimen pasado, para protestar contra la candidatura de Camara a la Presidencia. (L.M.) (Agencia Fides 30/9/2009).