Johannesburgo (Agencia Fides) – “Incertidumbre”. Es el término más recurrente en los análisis y comentarios de la prensa sudafricana luego de la dimisión del Presidente Thabo Mbeki. “He sido un leal miembro del Congreso Nacional Africano (ANC) por 52 años. Lo sigo siendo y por lo tanto respeto sus decisiones. Por este motivo, luego de la deliberación del Comité Ejecutivo del ANC, he tomado la decisión de dimitir como Presidente de la República”, afirmó Mbeki el 20 de septiembre, en el discurso con el que informaba a la nación sobre su dimisión.
El Comité Ejecutivo del ANC había revocado a Mbeki del encargo de Jefe de Estado con un año de anticipación en relación con el término regular de su mandato, por estar presuntamente involucrado en la conjura planeada para poner bajo proceso a Jacob Zuma, jefe del ANC y su principal rival al interno del partido (ver Fides 19/12/2007). La corte que debía juzgarlo en los días pasados lo absolvió por un vicio de forma, declarando además que la política había intentado condicionar la acción judicial.
El mandato de Mbeki debía caducar en abril del 2009 y, según la Constitución, el ex Presidente no habría podido presentarse nuevamente como candidato. En base a la Carta Constitucional, también el gobierno debería dimitir. Sin embargo se prevé que será nombrado un Presidente ad interim, muy probablemente Mbelete Mbete, cercano a Zuma, permitiendo al gobierno actual permanecer en el cargo, aún aunque es previsible un arreglo para sustituir a los Ministros que son demasiado cercanos al ex Presidente.
Los expertos en política sudafricana, así como buena parte de la prensa local se interrogan sobre la conveniencia de forzar al Presidente a dimitir faltando pocos meses para el término natural de su mandato. Muchos acusan al partido oficialista de haber puesto por encima del interés general del país el interés del partido y sus líderes.
Las críticas apuntan al hecho de que mientras los jefes del ANC concentran sus energías en una pelea interna, el país está afrontando problemas muy serios que necesitan de una intervención del Estado y de la clase dirigente: desocupación, criminalidad rampante, difusión del Sida. Como trasfondo de esta problemática está el Mundial de Fútbol del 2010, un evento sobre el cual apostó el ex Presidente con el fin de presentar un país renovado, capaz de atraer la inversión extranjera.
Según los analistas, con la dimisión de Mbeki se abre un periodo de incertidumbre que amenaza con frenar la acción del gobierno. En particular, se teme un aumento de las divisiones al interior del ANC, o incluso una escisión del grupo al que pertenece Mbeki.
Sin embargo, la dimisión de Mbeki puede ser también una señal positiva: resulta extraño tratándose de África que un Presidente presente su dimisión y que sólo pocas horas después le sea retirada la confianza por parte de su partido (que posee una amplia mayoría en el Parlamento). Desde este punto de vista se puede decir que el hecho inspira confianza en la democracia sudafricana. Ahora son los líderes del ANC quienes deben guiar con sentido de responsabilidad el país hacia las próximas elecciones. (L.M.) (Agencia Fides 22/9/2008; líneas 36, palabras 518)