Cardenal Tagle: Encontrar y contar la obra de Jesús entre los pueblos del mundo

miércoles, 24 diciembre 2025 cardenal tagle   dicasterio para la evangelización   iglesias locales   misión  

Photo Apostolic Vicariate of Southern Arabia (AVOSA)

del Cardenal Luis Antonio Gokim Tagle

La Agencia Fides publica la homilía pronunciada por el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle el martes 23 de diciembre, durante la Santa Misa que ha presidido y celebrado con la comunidad de trabajo del Dicasterio para la Evangelización (Sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares) en la Capilla de los Reyes Magos, en el Palacio de Propaganda Fide. En la homilía, el cardenal pro-prefecto del Dicasterio misionero ha compartido con los presentes algunas reflexiones sobre sus recientes visitas a Azerbaiyán, Malasia y los Emiratos Árabes Unidos.

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Roma (Agencia Fides) - Damos gracias al Señor por habernos reunido como familia del Dicasterio para la Evangelización en torno a la mesa eucarística, mientras se acerca la conmemoración del nacimiento de Jesús.
Los superiores me han pedido que comparta algunas reflexiones sobre tres acontecimientos recientes en los que he participado: el vigésimo quinto aniversario de la missio sui iuris en Azerbaiyán, celebrado el pasado mes de octubre; el Segundo Congreso Misionero Asiático, que tuvo lugar en Penang, Malasia, el pasado noviembre; y las tradicionales misas de la novena previa a la Navidad celebradas por los fieles filipinos en Abu Dabi y Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, la semana pasada. No se preocupen: no relataré cada detalle de estos encuentros. Más bien, dejaré que el Evangelio proclamado en la liturgia de hoy guíe nuestra reflexión.
El hijo de Zacarías e Isabel había nacido. Nadie esperaba que, a su edad, tuvieran todavía un hijo, y sin embargo, allí estaba: el niño había nacido. Con motivo de la circuncisión surgió una pregunta decisiva: ¿cómo se llamaría el niño? Zacarías e Isabel insistieron: «Se llamará Juan». El nombre Juan significa «Dios es misericordioso, es benevolente». No era un nombre presente en la familia, pero expresaba claramente que aquel niño era fruto de la acción del Dios misericordioso. El nombre contenía también su misión: señalar un futuro acto de misericordia de Dios. El nombre y la misión de Juan están estrechamente vinculados al nombre de otro niño, Jesús, que significa «Dios salva». Jesús, hijo de María y José, cumple la promesa profética de la venida del Emmanuel, cuyo nombre significa «Dios con nosotros».
Un nombre no es solo una etiqueta. Habla de una presencia, de una presencia activa que se convierte en misión. Tanto Juan, el precursor, como Jesús, el que había de venir, son portadores de la presencia misericordiosa y salvadora de Dios. ¿Con qué nombre llamaré mis experiencias en Azerbaiyán, Malasia y los Emiratos Árabes Unidos? Esto exige discernir la presencia y la acción de Dios entre los pueblos.

Servir al pueblo en Azerbaiyán

Vengan conmigo a Azerbaiyán. La missio sui iuris de Bakú, confiada a la Provincia eslovaca de los Salesianos de Don Bosco, es joven: tiene apenas veinticinco años. Con una sola parroquia en todo el país, no se dispone de una cifra exacta de católicos. Sin embargo, unas 400 personas participan regularmente en las misas dominicales, en su mayoría migrantes llenos de esperanza a pesar de sus difíciles condiciones de vida.
Hay catecúmenos que crecieron sin practicar ninguna fe, pero que hoy se sienten atraídos por Jesús y el Evangelio gracias a la amistad y al sentido de comunidad ofrecidos por los católicos. Los Salesianos gestionan un centro para niños y jóvenes en una zona pobre de la ciudad, abierto a menores de cualquier etnia o religión, donde se imparten clases de refuerzo en matemáticas, idiomas, música, arte y deporte. Las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa dirigen una casa para ancianos enfermos y abandonados.
La parroquia, el centro juvenil y la casa de acogida son pequeñas oasis de presencia cristiana en un país vasto, pero tocan los corazones y las vidas, hacen brillar los ojos de los jóvenes y devuelven la sonrisa a los ancianos. El ministro gubernamental responsable de las relaciones interreligiosas se reunió conmigo en un terreno que el Estado ha donado para la construcción de una segunda iglesia.
¿Con qué nombre llamaré esta experiencia? «Dios es misericordioso. Dios salva. Dios está con nosotros».

En Malasia, el abrazo de las Iglesias de Asia

Ahora acompáñenme a Penang, en Malasia, sede del Segundo Congreso Misionero Asiático. El título oficial fue «La gran peregrinación de la esperanza», con el lema «Caminar juntos como pueblos de Asia… y tomaron otro camino» (Mateo 2,12), en referencia a los Magos que, tras encontrarse con Jesús, regresaron por una ruta distinta, sin volver a Herodes.
Cerca de 900 delegados de más de 30 países participaron en el encuentro. Conviene recordar que Asia cuenta con unos 4.800 millones de habitantes, de los cuales solo el 3 % son católicos. Durante cuatro días, el congreso fue un auténtico mosaico de lenguas, trajes tradicionales, música, danzas, gastronomía, sonrisas, lágrimas y esperanza, entrelazado por un camino común: anunciar la historia de Jesús en Asia, encontrarlo en sus pueblos, culturas y contextos, descubrir los nuevos senderos indicados por el Espíritu Santo y caminar juntos, con esperanza, hacia Él y su Reino.
Hubo ponencias, talleres, conversaciones en el Espíritu, testimonios, liturgias profundamente conmovedoras, intensos momentos de oración y vibrantes conciertos culturales. Obispos, sacerdotes, religiosas y laicos compartieron reflexión, oración, comidas y encuentros informales. Al escuchar las experiencias de los distintos países, cada uno se reconocía en el otro. Estamos cerca, somos hermanos y hermanas, somos amigos. Me emocionó encontrar al único sacerdote de Bután, a los dos delegados chinos y a representantes de países en conflicto que comían juntos, se abrazaban y se alentaban mutuamente. ¿Con qué nombre llamaré esta experiencia? «Dios es misericordioso. Dios salva. Dios está con nosotros».

El “Simbang Gabi” filipino en la “Iglesia de los migrantes” del Golfo

Finalmente, les doy la bienvenida a los Emiratos Árabes Unidos, parte del Vicariato Apostólico de Arabia Meridional, confiado a los Franciscanos Capuchinos. Además de participar en encuentros con el vicario apostólico, el clero, los religiosos y los líderes laicos de la catedral de Abu Dabi y de la parroquia de Santa María en Dubái, celebré las tradicionales misas filipinas de preparación a la Navidad, conocidas como Simbang Gabi.
En Filipinas, estas misas se celebran habitualmente de madrugada, entre las 3:30 y las 4:00, del 16 al 24 de diciembre. Los migrantes filipinos mantienen esta tradición en los Emiratos desde 2001. En Dubái, 30.000 personas participaron en la misa del 16 de diciembre; en Abu Dabi, al día siguiente, acudieron 18.000 fieles. Todos, que están lejos de su patria, consideran la parroquia como su hogar lejos de casa.
Se trata de una Iglesia formada por migrantes, desde el obispo hasta los fieles más jóvenes: personas en movimiento que, sin embargo, construyen una Iglesia estable. Una Iglesia en camino y en misión es una Iglesia viva y firme. En el Golfo, la Iglesia es casi exclusivamente una Iglesia de migrantes, procedentes principalmente de India, Filipinas, Nepal y otros países asiáticos. Son ellos quienes sostienen y hacen visible la presencia de la Iglesia.
¿Con qué nombre llamaré esta experiencia? «Dios es misericordioso. Dios salva. Dios está con nosotros».

Azerbaiyán, Malasia y los Emiratos Árabes Unidos evocan la casa de Zacarías e Isabel con su hijo Juan, y el pesebre de Belén con el Niño Jesús, María y José: una presencia humilde, pero poderosa, de Dios entre los sencillos y los perseguidos. De ahí brotan la vida y la misión de nuestro Dicasterio.
¿Con qué nombre nos llamaremos a nosotros mismos y a los demás? «Dios es misericordioso. Dios salva. Dios está con nosotros».
(Agencia Fides 24/12/2025)

Photo Apostolic Vicariate of Southern Arabia (AVOSA)


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